lunes, 2 de mayo de 2016

De un lado a otro

La contracubierta de Estrómboli (Impedimenta, 2016), el último libro de cuentos de Jon Bilbao (Ribadesella, 1972), termina diciendo que “el autor vuelve a demostrar su extraordinario pulso para desvelar lo perturbador que se oculta tras las historias más cotidianas”. Ese es el ámbito propio por donde suelen transitar los personajes creados por el escritor asturiano, cuyas vidas están marcadas por los miedos, las inseguridades y las insatisfacciones que se van propiciando por los distintos derroteros tomados por sus protagonistas: seres sometidos, casi siempre, a algún tipo de peligro o amenaza.

La fragilidad mostrada de estos personajes y su posterior debilitamiento, siempre latente en la narración, no impiden, a su vez, que sus vidas estén en procesos de cambio y vayan de un lado a otro. Lo que sucede en muchos de los ocho relatos reunidos aquí es que, además, hay un motivo fundamental en sus personajes que no es otro que el de superar sus conflictos internos, sus miedos y las insatisfacciones que arrastran. De hecho, las historias contienen elementos de lo más diverso, en las que el lector percibe ese ambiente perturbador por donde transitan los personajes. En el primer relato, Crónica distanciada de mi último verano, una pareja de jóvenes se ve acosada por una banda de motoristas en Reno, hasta el punto de derivar en una persecución con consecuencias impredecibles para su protagonista, quien no podrá evitar que todo vaya a peor. En el siguiente, El peso de tu hijo en oro, dos entusiastas buscadores de oro protagonizan los momentos terribles de un accidente fortuito en plena montaña que pondrá a prueba su amistad; se trata de un relato potente y estremecedor donde el peso de la culpa llega a atormentar y a desquiciar sin remedio a un padre descorazonado. La tercera historia del libro, Siempre hay algo peor, tiene como escenario la ciudad de San Francisco, y es uno de los relatos más extensos del libro. En esta historia, un tipo corriente se mete en unos problemas que le conducirán a una deriva llena de suspense e incertidumbre con un desenlace que dejará perplejo al lector, aderezado además con cierto halo de melancolía. En el ecuador del libro sobresale también el relato de Una boda en invierno, una historia coral e hilarante en la que diversos narradores se alternan para contar los entresijos de una celebración en la que el sexo y las acciones imprevisibles, no exentas de comportamientos extraños, se suceden entre algunos de los invitados.

Estos cuatro relatos, más el que cierra y pone título al libro, conforman lo mejor de la obra. Bilbao vuelve al cuento largo, en esa extensión en la que el escritor asturiano se siente muy a gusto. No hay ningún relato en Estrómboli donde el diálogo no esté presente y tenga su papel determinante. El autor quiere que el lector pise tierra firme, y para ello necesita que sus personajes actúen y hablen para darse a conocer por medio de sus propias palabras. En esa distancia de entre treinta y cuarenta páginas que tanto le gusta, un tramo que todavía no alcanza a lo que se conoce como nouvelle, hay espacio, según él, para construir una trama más compleja y para crear una atmósfera en la que los personajes desarrollen más sus acciones y sus propósitos. En la entrevista que le hizo Miguel Ángel Muñoz, en La familia del aire (2011), un ensayo amplio e interesantísimo sobre los autores más representativos del cuento actual español, ya abundaba sobre la particularidad de su estilo, concretándolo como sigue: “Me limito a seguir los pasos de los personajes, describir los lugares por los que pasan, mostrar lo que hacen y reproducir lo que dicen, y eso puede producir una impresión de narración cinematográfica”.

No parece extraño que mucho de lo que transcurre por su universo literario tenga reminiscencias de escritores americanos, llámense John Cheever, Raymond Carver, Tobias Wolff, David Foster Wallace..., u otras provenientes del celuloide, del cual es un gran aficionado. Sin tener que acudir a otros ejemplos, el relato que cierra la colección del libro, Estrómboli, es una buena muestra de esa consonancia con el cine. En esta narración se habla de esa costumbre de esconderse, de creer que huyendo uno se salvará de sus fantasmas y de su pasado, algo bien parecido a lo que ocurre en la película homónima italiana Stromboli.

Jon Bilbao firma un buen libro de relatos que prueba su acreditada voz narrativa y muestra lo mejor que tienen sus cuentos, que no es más que la impresión que causa al lector, además de la intencionada desazón e inquietud patente en sus historias, de que algo se le escamoteó a pesar de todo lo dicho y eso es, precisamente, lo que les confiere su misterio y, cómo no, su belleza.


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