domingo, 22 de enero de 2017

Una vida intensa

En cuestión de lecturas, diría que soy nómada y omnívoro, una especie de viajero que hoy hace fonda en el cuento y pide el menú degustación, y que mañana continúa alegremente su camino buscando otro albergue, tras los pasos de la novela o de la poesía. Incluso, cuando en ese deambular se originan encrucijadas, tampoco rehúyo de un retiro más prolongado a merced del ensayo. Además me gusta, en ese periplo por los géneros, no estar sujeto a ningún canon, ni a estereotipos literarios en boga, sino a la diversidad seductora de las librerías, a la luz placentera de la sorpresa, a la dinámica propia de saber que los libros te abren las puertas de otros.

Vivo por tanto, como lector y desde siempre, en una alocada soltería en cuanto a géneros literarios. A todos los encuentro suficientemente atractivos y a ninguno, en particular, le debo fidelidad extrema. De hecho, en los últimos años, los libros de poesía y de no-ficción comienzan a engrosar mi biblioteca a un ritmo mayor que los de narrativa.

El espíritu del libro que traemos hoy a esta bitácora de lecturas, La importancia de no entenderlo todo (Círculo de Tiza, 2016), es otro añadido más a esa dinámica referida y, en este caso particular, se debe, en gran parte, a la personalidad de su autora. Si ya con sus cuentos Grace Paley (Nueva York, 1922 – Vermont, 2007) nos deslumbró con esa manera particular suya de fusionar las convicciones políticas con las ideas y las experiencias personales a través de las historias de sus personajes, gente emigrante, mujeres y niños apurados que transitan por los barrios y avenidas de la Gran Manzana, con los artículos reunidos en este volumen, la narradora, crítica, poeta y activista americana combina su talento literario con sus sentimientos más profundos en el compromiso cívico y en la lucha política.

Paley, hija de inmigrantes judíos rusos, exiliados a EE.UU., nacida en el Bronx y que estudió poesía con Auden, de quien aprendió que cada escritor tiene una voz y esta es única, vivió con espíritu combativo lo que sucedía en las calles, escuchando las voces de las mujeres que, como ella, se implicaron en la conquista de sus derechos. Su compromiso fue siempre social y antibelicista. Militó en primera línea en un feminismo incipiente que se fue abriendo paso cada vez con más fuerza por las avenidas, mujeres aguerridas dispuestas a todo, hasta ingresar en la cárcel. Allí también estuvo, defendiendo entre rejas sus derechos con resistencia pacífica y tenacidad, apelando, incluso, a la desobediencia civil.

La importancia de no tenerlo todo, bajo la traducción de Arturo Muñoz, y con un emotivo prólogo a cargo de Elvira Lindo, quien describe a Paley como esa gran madre a la que arrimarse para sentirse protegido y no perder el buen ánimo, recoge veintiocho textos con recuerdos familiares, episodios personales de su activismo, análisis político y apuntes literarios, todos ellos con hermosas reflexiones sobre la tarea de escribir. “Lo que le interesa al escritor –subraya en una de ellas– es la vida, la vida tal y como “casi” la está viviendo, lo que ocurre aquí o en el extranjero, en Nebraska, en Nueva York o en Capri”. “El escritor –advierte en otra al lector– finge ser un especialista en algo (la vida) sobre lo que no sabe nada. Si escribe es para poder explicárselo todo a sí mismo, y seguramente escribirá más cuanto menos sepa”.

Este volumen es el testamento vital de una mujer feminista que amaba a los hombres, entregada a la lucha por los derechos civiles de la mujer y enfrentada a la guerra, un testimonio que refleja mayormente su trayectoria social, conjugando igualmente sus preocupaciones literarias, sin abandonar su responsabilidad de madre y ama de casa inserta en los entresijos del hogar. Las piezas escritas abarcan una época convulsa en la vida intensa que llevó la escritora neoyorquina entre los años cincuenta a los noventa del siglo pasado, un período polarizado por las desigualdades sociales, la guerra de Vietnam y otros conflictos armados.

Para Grace, una mujer agitadora y comprometida con su tiempo, que alzó su voz frente a las injusticias y que usó la palabra para contar el pulso de la vida, la gran pregunta que hay que hacerse siempre es cómo tenemos que vivir nuestras propias vidas. En sus artículos, escritos con una prosa clara y eficaz, el lector encontrará la fuerza vital de una escritora directa, sencilla, enérgica y aguda, como diría de ella Susan Sontag.

En esta obra, profundamente analítica y lúcida, hay razones abundantes para sopesar cuestiones que siguen vigentes todavía, a pesar del tiempo transcurrido. Dice Paley que lo que encierra su libro es más que una mera recopilación autobiográfica, aunque ciertamente trate de su vida, de su gente y de la realidad de su mundo.

El lector encontrará en sus páginas pasajes apasionados y emotivos de la trayectoria vital de una mujer volcada en cuestionarse las cosas, un ser inconformista pleno de literatura y compromiso. Por suerte para el arte, como sentenció la escritora en una de sus notas, la vida es dura y misteriosa, difícil de entender e inútil. Este libro intenso y vivo da buena prueba de ello.


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