lunes, 11 de diciembre de 2017

El amor o el deseo de saberlo todo

Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941), poeta, traductora, ensayista y narradora, ha dedicado gran parte de su quehacer literario a escribir acerca del amor y sus fantasías. Desde 1974 reside en España, donde ha publicado casi la totalidad de su obra. Entre sus novelas destacan La nave de los locos (1984) y El amor es una droga dura (1999); en la narrativa breve sobresalen sus obras más recientes: Habitaciones privadas (2012) y Los amores equivocados (2015); en el registro de no-ficción, y bajo un título entrañable, destaca Julio Cortázar y Cris, un testimonio íntimo pletórico de literatura y vida. Pero si hay un lugar preponderante en su trayectoria literaria, donde el amor irrumpe con más pasión y fuerza, tenemos que referirnos a su poesía. Con Evohé (1971), su primer poemario, inicia su periplo erótico. Después vendrán otros títulos trascendentales como Babel bárbara (1992) y Otra vez Eros (1994). Con Estrategias del deseo (2004), quizás su mejor libro de poesía, el erotismo irrumpe con más fuerza que nunca, como pulsión de vida y muerte, como pájaro que huye, como fantasma frenético que esconde muchos otros rostros.

El amor es cuestión de palabras y deseos, nos dice la escritora uruguaya en su última novela. Bajo esa dinámica, cada uno de los personajes que viven dentro de Todo lo que no te pude decir (Menoscuarto, 2017) acopla, a su manera, el relato por donde fluye ese caudal de deseo, pasión, sexo y desenfreno de sus vidas amorosas. El poder y su perfidia, la posesión, la fantasía más íntima y sus secretos también estarán presentes bajo un denominador común a todos: lo indecible. Lo que no se nombra, lo callado, existe igual de vivo en el pensamiento de todos ellos. Peri Rossi vuelve a su escenario favorito: el recinto del amor, de la pasión y del sexo. No hay amor sin relato, y esta estupenda novela se ocupa de ensamblar las diferentes historias cruzadas de amor y de dependencia que aparecen en cada uno de sus capítulos, en una sucesión tácita de confidencias compartidas.

Cada personaje que encontramos, como Suárez, el joven cuidador de un zoo, Silvia, una prostituta enigmática y culta, o el comisario Fonseca, son seres solitarios, sensibles y desvalidos que apuran sus necesidades entre el silencio y el secreto de sus vidas, entre la ternura y las perversiones, entre el goce y el vacío de sus relaciones intermitentes. En todos, el deseo sexual habla por sí mismo, sin medrar, como pulsión y reafirmación de la vida. Todos desafían constantemente su estado sentimental precario y buscan complementarse de algún modo. Claudia, otro de los personajes, confiesa que amó a Suárez por ser diferente, en cambio a Silvia esa diferencia la condujo al extrañamiento del exilio, y Fonseca, por otro lado, sostiene que si las mujeres supieran las fantasías que pasan por la cabeza de los hombres, nunca se animarían a tener ninguna relación con ellos.

Por la novela transcurren múltiples referentes culturales y mitológicos procedentes de la pintura, el cine, la música y la literatura, como la película de King Kong, El rapto de Proserpina, el poema de Curtius La muerte y la doncella, al que el pintor Schiele consagró en un cuadro, que inspiró a Schubert para componer un cuarteto, y que Polanski llevó más tarde al cine, o la evocación de uno de los libros del poeta italiano Gabrielle D'Annunzio, que pone título a uno de los capítulos del libro, en el que se cuenta el amor incendiario en plena juventud de uno de sus personajes bajo los compases de La Traviata.

Todo lo que no te pude decir es, en buena medida, un relato transgresor que levanta la barrera de lo privado e invita al lector a cruzarla, una novela, por otro lado, que intenta descifrar las fronteras que separan los territorios por donde se desenvuelve la vida íntima de los personajes que la habitan, gente ávida de deseos, seres muy necesitados de afectos que esconden sus miedos y recelos, y que aspiran a saberlo todo acerca del otro. “Los recuerdos queman”, dice uno de ellos. “Para amarse –continúa– quizás sea mejor contarse las fantasías, y no los recuerdos”. “Las fantasías dan celos”, le contesta el otro. Lo raro para todos ellos es renunciar a esa primera persona del singular, fingir que son otros, idealizar lo perdido sin renunciar a desearlo de nuevo. “Hay secretos tan íntimos que son inconfesables y se necesitaría tanto tiempo para explicarlos, tantas palabras, que perderían parte de su encanto” (Suárez dixit).

Con una prosa cuidada y llena de engarces, Cristina Peri Rossi ha escrito una buena novela, armada bajo una apariencia de relatos independientes, pero que se van interconectando hábilmente entre sí, desde un comienzo, que no es otro que una indagación policial, hasta convertirse en una fabulación intensa y adictiva que se adentra en la soledad y en los conflictos pasionales. La esencia de lo que transcurre en esta obra está en los dilemas que se van planteando y que sirven a la autora para mostrar lo extraño y lo complejo de toda relación de pareja.


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