La
pasada semana apareció en Babelia un artículo muy sugerente de
Antonio Muñoz Molina sobre la obra de un
escritor americano que, hasta ese momento, nada sabía de su obra, ni tampoco de su existencia. Leí detenidamente el texto alusivo a
James Salter (Nueva York, 1925) y fue un revulsivo para
mí, hasta el punto de dejar las lecturas que llevaba entre manos y
salir a buscar algún libro del neoyorquino para calmar mi apetito.
Solamente logré encontrar La última noche, editado
por Salamandra en
2006, un libro de diez relatos, donde se exploran los rituales de las
decepciones en las parejas, sus abismos, rupturas y mentiras.
Salter,
escritor de fuertes experiencias vitales (según los datos que recabé
en internet), fue piloto de combate en 1957 en la guerra de Corea y
también se llevó un tiempo apartado de su actividad literaria, en
una actitud parecida a la que ya acostumbró a sus seguidores
Salinger.
Publicó su primer libro con treinta y dos años.
La
última noche recoge diez
cuentos donde Salter despliega una delicada capacidad para retratar los momentos del fracaso
de las parejas, la fugacidad del tiempo y, por consiguiente, la
pérdida. Todos los cuentos conforman un conjunto soberbio, donde destaca
el que da título al libro, un relato muy original y con un final
sorprendente. Todas las historias tienen la conexión de pertenecer a
un cierto esterotipo de familia americana de clase media alta. A
pesar de este cliché, magistralmente detallado también por otros escritores
coetáneos, como Cheever
y Updike,
los relatos de Salter
tienen el atractivo de la delicadeza y la sensibilidad de exponer con sutileza el mundo que se
desmorona, de la vida que se apaga, de la traición que se descubre a
través de los diálogos vivísimos de sus protagonistas, arquetipos
del fresco costumbrista de la sociedad americana, llena de fiestas y
de aburrimiento existencial.
En
el artículo referido, Muñoz
Molina se extiende sobre
el cuento final de La última noche y
afirma: “Corta el aliento desde el principio y en la
última página depara una descarga eléctrica. En una trama simple
que se desliza hacia lo vergonzoso y lo atroz, Salter
trata de frente la muerte, el deseo y la traición. 'Last Night', es
ese cuento que uno da a leer de inmediato a la persona querida,
urgiéndole a dejar de lado cualquier tarea...”
Creo que este cuento, además de Cometa y Cuánta diversión
son los más intensos y sutiles, todos ellos hilvanados en una
prosa nítida, sin aparente artificio y aprovechando al máximo la
economía de medios. Ciertamente, el mayor logro del libro es la
unidad temática, su transparencia y la sencillez de contar lo
misterioso de la realidad. Un gran hallazgo que celebro y agradezco a
mi admirado escritor de Úbeda.
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