Cuentan
que el escritor británico David Garnett (Brighton, 1892 –
Monteuq, 1981), de niño, lucía una capa de piel de conejo que le
propició el apodo de Bunny, un sobrenombre que llevó durante
toda su vida. Garnett fue un joven escritor integrante del
prestigioso Grupo de Bloomsbury (una
corriente literaria y artística aglutinada en torno al liderazgo de
Virginia Woolf y su marido Leonard), que mantuvo
un romance intenso con otro miembro destacado del grupo, el pintor
Duncan Grant. En 1922 recibió un amplio reconocimiento
literario con su primera novela Lady into Fox,
una ficción alegórica que le dio mucha popularidad. Un año después
se casa con Rachel Alice
Marshall, ilustradora del
libro que supuso su primer gran éxito. Posteriormente, Garnett
vuelve a sorprender a propios y extraños casándose de nuevo, a los
cuarenta y seís años de edad con Angélica,
hija de Grant,
su anterior amante y de Vanessa
Bell, hermana de Virginia
Woolf. Con la joven
Angélica,
de apenas veinte años, mantiene un idilio matrimonial prolongado y
feliz, pero todo cambió y, al cabo de los años, Garnett,
separado de su fascinante mujer, se traslada a Francia donde murió
en 1981.
David
Garnett, confeso
bisexual, tuvo una vida disoluta y accidentada en el terreno amoroso.
Su vida, trepidante y fuera de todo convencionalismo y moral
victoriana, tenía que reflejarse de alguna manera en su creación
literaria.
La
editorial Periférica
rescata La dama que se transformó en zorro,
una fábula donde lo extraño y mágico se entrelazan para que surja
la fantasía y el surrealismo de un suceso extraordinario. El
resultado logrado por Garnett
con esta novela corta es haberse ganado la consideración crítica
de ser el autor de un clásico menor de la narrativa británica
moderna.
David Garnett |
Las
historias de las transformaciones tienen un origen pagano y se
refleja en esa vocación de dotar de sentido al mundo al que
pertenecemos, no sólo guiados por la razón, sino también por esa
imaginación transformadora de la realidad capaz de cambiar el
sentido de las cosas. La dama que se transformó en
zorro es un espejo de esa
visión, sin embargo, es más provocadora, ya que lo que se origina
en las primeras páginas dan paso a una segunda transformación y
luego a una tercera. Garnett
presenta un relato en el que un elegante terrateniente suspira con
locura por la fascinación de la belleza de su joven esposa. Un
suceso insólito ocurre y la señora Tebrick se convierte en zorro.
Esto no impedirá que el enamorado esposo siga prendado del cambio
experimentado en su mujer y se esmerará en sus cuidados. Pero los
instintos salvajes de Sylvia afloran y el marido observa con horror
cómo su esposa tritura a un indefenso conejo mientras el líquido
sangrante se esparce por aquella boca delicada y famélica. Este
suceso va poniendo de manifiesto su inevitable cambio que no deja de
sorprender al protagonista. Esta segunda mutación trastorna al
marido que se lamenta y concluye que lo mejor es ofrecerle la
libertad y aceptar el devenir inevitable.
Garnett
va más allá de la
fábula porque logra adentrarse en el ámbito del drama, y ahí
radica la modernidad de esta narración de corte psicológica. La
transformación de la dama sirve para provocar en el lector la
conmoción y el infortunio de un marido enamorado de su mujer que se
acerca al borde del abismo.
La
dama que se transformó en zorro
es una pequeña obra maestra, un relato ameno y evocativo, escrito
con singular maestría por un hombre que también vivió diferentes
transformaciones en su vida amorosa. La obra de Garnett
es una historia de amor apasionante y terrible, una bella alegoría
sutil y elegante que guarda relación con la mitología clásica,
como Las metamorfosis
de Ovidio.
En
definitiva, la historia de este drama es una turbadora alegoría de
la condición humana en la que, como afirma John
Burnside en el postfacio
del libro, el amor realmente lo conquista todo a pesar de sus
consecuencias adversas.
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