“Si
no se puede ser feliz en este mundo, habrá que procurar al menos no
ser tan desdichado”. Este certero aforismo bien podía atribuirse a
la observación de algún personaje de cualquiera de las novelas
escritas por Tolstoi,
pero no, esta afortunada sentencia procede de la cosecha de Arthur
Schopenhauer (1788-1860), uno
de esos raros y excepcionales filósofos que, todavía, gozan del
favor y la simpatía de cierto público lector al que apenas le
interesa la filosofía académica como tal. Su nombre, asociado a una
visión pesimista del mundo y de la existencia del individuo, evoca
también al pensador corrosivo que esgrime verdades como puños que
no gustan, y al profesor convencido de que la filosofía es, además,
una guía válida para adoptar decisiones vitales. Más que un
filósofo para eruditos de la filosofía, es el pensador de los
artistas, ese que tanto influyó en Wagner,
Thomas Mann o Baroja,
así como en Nietzsche,
otro de su gremio, que igualmente también goza de la simpatía de
los lectores cultos no especializados en materia filosófica. Los
seres humanos, las cosas y el mundo entero serían, según
Schopenhauer, la
manifestación externa de la voluntad que reside en cada uno de
nosotros.
Para
retratar a este hombre genial, inconformista, rebelde y cascarrabias,
que, al menos, al final de su vida alcanzó ese reconocimiento
público de su obra que durante tanto tiempo se le había negado, el
escritor Antonio Priante
(Barcelona, 1939) solo ha necesitado poco más de cien páginas para
entregarnos este primoroso y conciso artefacto donde se rememora la
esencia vital de un ser excepcional y admirable, un alma apenada que
no deja de hablar a solas, preguntarse e incomodarse por la actitud
inexplicable de su admirado Goethe.
El silencio de
Goethe es
una novela que pasó desapercibida para muchos lectores cuando se
publicó hace nueve años, y que viene ahora, para sorpresa de
muchos, rescatada por el sello Piel de Zapa, un relato escrito en
primera persona que invita a acercarnos al pensamiento y a la vida
retraída de Schopenhauer, el soliloquio intenso de un hombre curtido en la observación del
mundo que le rodea, en los linderos de la argumentación clásica de
la filosofía, esa que consiste en preguntarse sobre el sentido de la
vida y sus consecuencias metafísicas. Priante
consigue embaucarnos en el meollo de las tribulaciones del personaje
gracias al artificio de una voz narrativa creíble, que no se dirige
a eruditos ni académicos, sino que se pone delante de su perro al
que habla, como si lo hiciera con un igual, para buscar su
comprensión, con un lenguaje cercano, emotivo y sentimental. El
autor reconstruye la última noche del intelectual alemán como
resumen y compendio de toda la vida que llevó, una apasionante y
entregada tarea a la filosofía, en esa constante indagación sobre la
verdad existencial que con tanto empeño buscó durante toda su vida.
Corre
el año 1880 y el anciano pensador, lastrado por las dolencias de su
enfermedad, recurre a sus recuerdos, vuelve su mirada a la infancia
que tuvo en Danzig, su ciudad natal, una etapa de desamparo marcada
por el desinterés de sus padres, revisa su juventud, su estancia en
Le Havre, el periodo de formación en Hamburgo, su primer encuentro
con Goethe,
el gran poeta amigo y maestro suyo de por vida. Recuerda también sus
enfrentamientos dialécticos con Hegel,
sus contadas y decepcionantes correrías amorosas o el momento de
entregar al mundo del pensamiento su obra fundamental con tan solo
treinta años de edad: El mundo como voluntad y
representación.
La narración y los diálogos vivos que surgen por el libro van
descubriendo al lector los momentos culminantes de la vida de
Schopenhauer
y su fuerte carácter, un personaje quisquilloso, clasista,
orgulloso, misógino y harto pesimista. Sin embargo, detrás de todos
estos rasgos severos de su personalidad, obstáculo casi insalvable
para cualquier interlocutor, se esconde un anciano sentimental y
melancólico que repasa su vida con cierto pesar y desencanto, sobre
todo cuando reincide una y otra vez en ese maldito silencio que el
más grande literato de su tiempo le otorgó a su obra.
Soportar ese silencio de Goethe le resultó todo un suplicio, imposible de superar.
Antonio
Priante
ha escrito un libro luminoso e inteligente, encajado en un género
híbrido entre la novela histórica, la biografía y la crónica
sentimental, un texto bien cuidado en lo formal, para que el lector
no se pierda en la abstracción de todas las ideas filosóficas que
discurren por sus páginas, y lo consigue gracias a la eficacia de su
prosa ligera y fluida, aunque también el texto es exigente con el
lector al que el narrador no cesa de implicar en sus disquisiciones
existenciales.
Toda
la densidad y reflexión que cabe en la vida del filósofo alemán se
puede encontrar en las entrañas de esta nouvelle.
El lector familiarizado con Schopenhauer
se reconfortará con esta miniatura narrativa sutil y elocuente. Para un lector que sea totalmente ajeno al alemán, esta es una buena
oportunidad de acceder, de un modo sencillo y breve, a las ideas del
fundador del pesimismo. [Reseña
núm. 259]
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