Todas
las experiencias halladas en relatos de vidas paralelas, y no tenemos
por ello que acudir necesariamente a Plutarco,
tienen un denominador común: la lucha y el abatimiento. El alma
inquieta del personaje decide, en su libre albedrío, experimentar la
vida a tope para aprender y evolucionar en su propia consciencia,
dentro de una voluntad desatada por alcanzar una identidad que no
llega cuando más la ansía y busca. Soñar con el éxito no parece
suficiente para lograr alcanzarlo.
Uno
de los temas más recurrentes en la narrativa de Luisgé
Martín (Madrid, 1962) es esa
búsqueda del éxito y de la identidad de sus personajes, a través
del tiempo y a pesar del devenir de las mutaciones forzadas a lo
largo de sus vidas azarosas: amores tortuosos a menudo embarrados en
una sexualidad extralimitada. En su última novela, sus dos
protagonistas sueñan con estos dos propósitos y acaban aturdidos en
los escombros del fracaso. Ambos poseen las condiciones necesarias
para el triunfo, pero la pasión desbordada, la inconsistencia de sus
vidas y la crisis de identidad los llevan por un camino de excesos,
lujuria y dispendios que los hunden irremisiblemente. Narrada sobre
la artimaña de la investigación biográfica y al filo de la
inverosimilitud, La vida equivocada
(Anagrama, 2015) es una historia contada con eficacia y pulso
narrativo en la que su autor disecciona, como punto de inflexión, la
vida desperdiciada de sus protagonistas que acaba soterrando a ambos
en la inevitable crueldad de sus propios infortunios.
El
lector que se acerque a este libro deberá estar prevenido y
disponerse más que a ver qué ocurre, a situarse frente al libro con
el compromiso y la voluntad de sentirse vulnerable, pero permeable y
resistente a la incómoda aventura personal que va a emprender. La
historia de Max y su padre Elías, ambos muy tocados por ese afán
desmedido en busca del éxito y, al mismo tiempo, encaminados
inexorablemente al fracaso, más parece todo un artificio que simula
el vivir incompleto de sus sueños y aspiraciones. Max es un joven
escritor mediocre que el narrador ha conocido en su juventud en un
taller de escritura y que le desvelará, no solo su vida excesiva y
disoluta, sino que le contará al cabo del tiempo la historia
misteriosa de su padre, un marido fracasado, de sexualidad
pervertida, inclinada a la pederastia, muerto en un accidente de
aviación y que dejó un cuaderno de bitácoras y álbumes de fotos
que explican las claves de sus excesos y también de su vida
incompleta. La estructura de la novela se presenta como una trama que
se desdobla en dos historias en las que el narrador adquiere un papel
relevante como testigo y personaje a su vez, al menos en la vida de
Max, con quien tuvo un escarceo sentimental de fuerte impacto sexual
en sus años de iniciación literaria.
El
arranque de la novela es prodigioso y contundente. El autor de La
mujer de sombra (Anagrama, 2012) explora
nuevamente en los oscuros deseos del ser humano y sus consecuencias,
esos instantes en que el hombre siente que ya no hay más aliento
para seguir viviendo (pág. 11), como si ya nada condujera a la
salvación, incluso si se vive al pairo, porque, al final, todo se
deshace inexorablemente. A pesar de que la muerte y el fracaso están
presentes en toda la novela, la belleza física tiene mucho resquicio
entre los anhelos y desastres de las vidas exageradas de sus
personajes. El propio narrador irrumpe desde el principio tomando
partido con un encendido sentimiento acerca del poder de la belleza
física, un valor, según él, superior a las virtudes intelectuales
y toda una recompensa sublime, casi sagrada, para el que la
contempla.
La vida equivocada
es la historia de dos hombres y un mismo destino, dos hombres que van
desde el exceso al fracaso, desde la incontinencia al autoengaño,
una novela de extraordinaria dureza que transita entre el desborde y
la nada, en donde lo verdaderamente terrible de todo lo que sucede es
la constatación por parte de sus personajes de saberse mortales, más
allá de la perversidad de sus actos y el desmoronamiento de sus
vidas exageradas.
Con
esta obra, Luisgé Martín
introduce en nuestro espíritu la inconformidad y la rebeldía que
están detrás de todas las hazañas de dos seres pletóricos de
anhelos y en permanente entredicho con la mediocre realidad de sus
vidas infelices al borde del abismo, un empeño que resume en gran
medida la verdad secreta de cualquier existencia, que no es otra que
una vida menguada.
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