Medardo Fraile
sostenía que su tarea como escritor no era más que la de contar
bien una historia, sacrificando lo insólito a lo eficaz, también lo
decía Borges, sin
olvidarse ni un instante de una de las exigencias más genuinas y
definitorias del cuento: la amenidad, el interés.
Los
cuentos reunidos en Te espero dentro
(Destino, 2014) escritos por Pedro Zarraluki
(Barcelona, 1954) poseen ese germen de eficacia, deleite y atractivo
del que hablaba el desaparecido maestro español del cuento, donde se
acoplan el fondo y la forma como si fueran una misma cosa, un volumen
rescatado de entre los libros pendientes apilados sobre mi
escritorio, que traigo a esta bitácora después de concluir
felizmente su lectura.
Tiene
razón Muñoz Molina
al afirmar que un libro se vuelve otro ligeramente distinto en la
imaginación de cada lector, pero los relatos de Zarraluki
no dan indicios a interpretaciones erróneas ni arbitrarias, como
tampoco dan tregua al lector para distraerlo, sino que lo concitan
hasta hacerlo sentirse atrapado por las historias del libro y por los
seres que las ocupan, ávidos de sueños y escarmentados de la vida
que llevan.
Los
once relatos que componen la obra tienen de común denominador la
vida anodina de los personajes que la habitan, dispuestos a romper el
tedio cuando el azar les toca en suerte. Sus protagonistas solo
aceptarán el cambio al enfrentarse a una necesidad concreta y
reconocerán la dicha cuando encarnen una crisis. El autor, por lo
que cuenta al final del libro en los agradecimientos, da pie a pensar
que casi todo lo que cuenta lo ha vivido, presenciado o sentido de
alguna manera, de tal forma que, al estudiar a sus personajes, el
lector concluye una vez perfilados que estos parecen surgir desde la
propia experiencia de su creador.
En
el primer cuento, Con los
ojos cerrados, el
transcurso del tiempo hace posible que un padre divorciado encuentre
el goce del cariño de su hija, en un instante crucial de su vida
donde nada parece importante.
En
la siguiente historia, una joven compulsiva llamada Sonia ahoga sus
frustraciones tomando leche condensada a todas horas, una tarea que
no cesa de comprometer a su novio y a todos los que están a su
alrededor.
La
historia en un rincón
es un cuento estremecedor en donde la memoria del desastre de
Nagasaki irrumpe entre postales en blanco y negro mezcladas con otras
de artistas de Hollywood. Una anciana examina una de ellas y se
sorprende al descubrir la imagen altiva de su abuela entre las
personas que están en dicha postal.
El
relato Yo sé que están
buscando a un loco es
una historia de dos gemelos de distinto sexo que se encuentran en la
encrucijada de la pubertad. Tanto a él como a ella, el destino les
brindará la oportunidad de sentirse mayores.
La
elipsis se introduce inopinadamente en la vida de la protagonista de
Teoría del saltamontes,
una mujer solitaria y analfabeta que lleva una vida insulsa y
menesterosa en una aldea donde apenas queda vecino alrededor.
Los
dos mejores cuentos de la serie están al final: Ahora
mismo estamos siempre vivos
y el que cierra con el mismo título del libro, Te
espero dentro. El
primero de ellos, el de mayor reminiscencia literaria, encierra todo
un alegato a la rebeldía como única forma de sobrevivir y el último
de la colección acapara los secretos y humillaciones de la vida de
dos hermanos en torno al jardín de la casa de sus ascendientes donde
los reúne el padre junto a su esposa ya desmemoriada.
La
intensidad del sufrimiento de los personajes que conforman el libro
llega a sobrecogernos, pero a ninguno de los cuentos les faltan estas
tres constantes: ternura, sencillez y humor. Sus personajes son seres
desgraciados y sensibles que tratan mayormente de sobreponerse a sus
destinos, que no rehúyen de propiciar situaciones humorísticas y
tiernas como respuestas insólitas a sus sueños truncados. Muchos
finales, después de que el cuento haya acumulado la tensión
requerida, resoplan como si la tirantez sobrellevada pidiera a grito
un instante de calma y remanso, algo previsto por su autor para
evitar el desastre, pero no la incertidumbre del desenlace.
Te espero dentro
son cuentos de la vida privada por donde transitan personajes
condicionados por las muecas del destino y, al mismo tiempo,
supeditados a lo que aspiran ser o de lo que pretenden resarcirse a
trompicones.
Zarraluki
es un cuentista solvente y eficaz, como ya dejó muestras de su buen
oficio con Humor pródigo
(2007), su anterior recopilación de cuentos. Al estilo del
barcelonés, conciso y depurado, le sienta bien ajustado este género
tan exigente, y aunque, a nuestro entender, no nos cuente nada
asombroso, ni demasiado revelador, sus historias, en conjunto,
emocionan y se sostienen vigorosas, gracias a su eficacia narrativa,
a su elegancia y a su lustre estilístico sobresaliente.
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