El
período transcurrido entre el año 146 a. de C. y el asesinato de
Julio César en el 44
a.C., en especial los últimos treinta años, marcó el punto álgido
de la literatura, la cultura y el arte romanos, según nos cuenta la
catedrática Mary Beard
en su último libro SPQR. Una historia de la antigua
Roma (Crítica, 2016). El
poeta Catulo –subraya
la historiadora británica– escribía lo que todavía se considera
parte de la poesía amorosa más memorable del mundo, dirigida a la
esposa de un senador romano cuya identidad, sin duda sabiamente,
ocultó bajo el pseudónimo de Lesbia.
El
escritor Antonio Priante
(Barcelona, 1939) publicó en 1992 Lesbia mía,
la historia amorosa de este gran poeta con Clodia,
hermana de Publio Clodio Pulcro,
el mayor enemigo de Cicerón,
una novela histórica en la que el amor, la política y el destino se
focalizan alrededor de los devaneos que esta bella mujer, esposa de
Quinto Metelo Céler,
mantiene con el poeta de Verona y con otros muchos. Se rumoreaba que
Terencia, esposa de
Cicerón, sospechaba
de las relaciones de su marido con la hermana de Clodio.
Era, por tanto, una mujer atacada y admirada al mismo tiempo, por ser
una promiscua seductora, una intrigante manipuladora y una diosa
idolatrada, incluso, por su propio hermano. Para Cicerón
era la Medea del
Palatino, una astuta
definición que asociaba a la apasionada bruja infanticida de la
tragedia griega con el lugar de residencia de Clodia
en Roma. Catulo le
puso el apodo de Lesbia
en sus poemas, como camuflaje y en deferencia a la poetisa Safo,
natural de la isla de Lesbos. Así comienza uno de sus poemas, que le
sirvió al autor barcelonés para poner título a su obra: “Vivamos,
Lesbia
mía, y amémonos/ sin que nos importen las murmuraciones de los
pérfidos viejos.../ Dame mil besos”.
El
sello Piel de Zapa reedita, como ya lo hiciera el pasado año con El
silencio de Goethe, esta
obra de Priante.
Pero en esta ocasión, la recuperación de Lesbia mía
es un nuevo paso editorial para seguir contando con la presencia de
este veterano y curtido novelista y al mismo tiempo darle la
visibilidad que le corresponde a la calidad literaria de su novela,
algo que andaba relegado, inexplicablemente, por el público en estos
momentos.
La
trayectoria literaria de Priante
muestra su gran interés por figuras relevantes de las letras de
todos los tiempos. Esto le lleva a indagar y a documentarse en
estudios históricos para dotar a sus novelas de solvencia, no solo
en la trama que plantea en cada una de ellas para encausar al lector
en la aventura, sino también en la verosimilitud indispensable que
ha de tener la novela histórica.
Lesbia mía
reúne estas dos condiciones. Estamos ante una historia de amor y
desamor, de intrigas políticas bajo la apuesta estilística de un
hombre de letras que propone una nueva poesía amorosa. Lo que aquí
se cuenta va más allá de lo personal y de los sentimientos de un
poeta, porque lo que trasciende en el comportamiento de sus
protagonistas tiene un reflejo claro en la vida social y política
que condiciona la existencia y el destino de todos ellos.
Tomás Alcoverro,
prologuista de esta nueva edición, destaca que Antonio
Priante “ha hecho de la
ficción del mito la realidad intemporal que se reitera en la
historia”. Su libro, por tanto, transcurre en ese contexto,
concretamente en la Roma de mediados del siglo I a.C. El autor
propone una recreación de aquella época clásica a través de un
género literario muy intimista, como corresponde al epistolar, sin
caer en el sentimentalismo ni en la pedantería académica. La idea
de Priante consiste
en fundir una historia de amor, dentro del contexto político de la
época, con el ideal poético de Catulo:
la poesía no es más que la esencia de la vida.
La
novela arranca con una carta de Catulo
a su amigo Manlio Torcuato,
cónsul romano, en la que le cuenta sus planes de retrasar su viaje a
Roma debido a que ha conocido a una mujer de la que ha quedado
prendado. La relación de los amantes se irá complicando. El tiempo
transcurre y las vicisitudes de un amor imposible tampoco anda ajeno
al trajín político por el que atraviesan otros personajes cercanos
a ambos, como César,
Cicerón, Catón
o Clodio. Todos ellos
intervienen en distintos pasajes alrededor de este apasionado idilio,
pero tampoco escapan a sus intereses políticos y, al mismo tiempo,
al hostigamiento entre ellos. Mientras Catulo
sopesa su triste situación amorosa, al no ser correspondido en
exclusividad por una mujer tan desmedida e infiel, la situación de
Roma sigue su curso vertiginoso. Clodio
asciende en política y propone leyes abusivas para el pueblo.
Cicerón le hará
frente. Son años críticos. La República se tambalea. La insidia,
el contubernio y la venganza son monedas de cambio entre los
políticos. César,
por su parte, tendrá que sortear las traiciones hasta el límite de
su fatal destino...
Lesbia mía
es una pieza hermosa, intensa y reflexiva, con un tono confidencial
de corte clásico, bien urdida, gracias a los diálogos y a las
cartas que intercambian los diferentes personajes a lo largo de sus
páginas. Priante
rescata una época convulsa y excitante para el alma del poeta
Catulo, un ser
entregado al arte y maltratado por el destino. En este hombre
apasionado, como se dice al final del libro, por boca de su amigo
Cinna, “ha ganado
el arte y ha perdido la vida”: un binomio mortal de necesidad.
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