Hay
escritores que destilan literatura a raudales, no solo por sus libros
y su apariencia física, sino hasta por la manera de vivir y sentir
su propia existencia, que se desdoblan en un yo físico y en un yo
metafórico, formado de palabras, de frases y de citas escritas a lo
largo de los tiempos por otros escritores. Enrique
Vila-Matas (Barcelona, 1948) es
uno de ellos, un hombre libro, literato, egregio y gran embaucador
que transita liviano por el mundo de las letras con la única
ambición de escribir siempre y no dejar de hacerlo, que sabe que
escribir significa detenerse, demorarse, deshacer, repetir, que
escribe para escribir, no para haber escrito y publicado.
De
sus libros se dice que son metaliterarios, vanguardistas,
conceptuales, ensayísticos, y también se destaca el sentido del
humor y la ironía sutil que los atraviesa. El lector que conoce su
obra comprueba que esta singularidad forma parte del juego literario
a que nos ha ido acostumbrando a lo largo de la treintena de libros
publicados hasta el momento en su dilatada carrera, mezcla de ficción y
realidad, de ensayo y novela. La herencia surrealista también es una
constante en todos sus libros. En Kassel no invita a la
lógica (2014) y en
Marienbad eléctrico (2016),
sus libros más recientes, se aprecia que ese surrealismo empleado
tiene incluso mayor visibilidad.
Ahora
en Mac y su contratiempo
(Seix Barral, 2017), su nuevo libro, encontramos al Vila-Matas
más en estado puro, con una novela travestida de esa esencia
literaria tan propia suya, basada en la poética de la creatividad,
las relaciones dentro del binomio realidad-ficción y el conflicto
entre identidad e impostura. Esta entrega literaria tiene mucho que
ver con la creación desde la relectura y la reescritura, dos
ejercicios combinatorios para rescatar y tejer la historia de su
personaje, Mac,
gran lector de poesía y entusiasta de los cuentos, pero que nunca
simpatizó con la novela, aunque no le importaría embarcarse, a su
manera, en una y desaparecer incluso antes de terminarla. Mac
encuentra un atisbo para ello y se propone reescribir Walter
y su contratiempo, una
de las novelas olvidadas de su vecino Ánder
Sánchez, un afamado
escritor que goza de mucho prestigio. Curiosamente, la novela que
trata de reescribir Mac
se parece muchísimo a Una casa para siempre (1986),
una de las primeras publicaciones del escritor barcelonés, una
novela y libro de relatos a la vez, en donde Vila-Matas
cuenta el drama de un ventrílocuo que tiene voz propia, ese don que
es tan deseado y buscado por tantos escritores y que, por razones
obvias para un ventrílocuo, se convierte en un verdadero
contratiempo.
El
protagonista, por tanto, después de un encuentro con Sánchez,
que le anima a reescribir aquella novela fallida suya y,
sobreponiéndose a su frágil situación de parado en edad tardía,
se pone manos a la obra empezando a escribir un diario en el que lo
primero que dice es que le entusiasma la idea de escribir un falso
libro póstumo para hacerle una especie de requiebro a la muerte,
como lo hizo antes Georges Perec
con su obra 53 días.
Conforme Mac
empieza la reescritura de la novela, la literatura va invadiéndole
por todos los resquicios de su vida, de manera superpuesta al hecho
narrativo de lo que se lleva entre manos, de tal forma que el diario
se transforma en un artefacto literario que alterna las vivencias del
protagonista con el experimento literario de reescribir el relato de
Walter.
La reconstrucción de dicho manuscrito lo lleva por el barrio del
Coyote por donde irán apareciendo personajes que se incrustan en el
texto modificando el cauce de la redacción de su libro. Por ejemplo,
en uno de los capítulos en marcha que lleva por título Carmen,
el mismo nombre que su mujer, este personaje de ficción
perteneciente al mundo de las vidas imaginarias de otros escritores,
se incorpora a la trama entremezclado con la propia realidad y la
inventiva del narrador. Aunque, según firma Mac:
“La realidad no necesita que nadie la organice en forma de trama,
es por sí misma una fascinante e incesante Central creativa. Pero
hay días en que la realidad da la espalda a esa Central sin rumbo
que es la vida y trata de darle un aire de novela a lo que pasa”.
Mac y su
contratiempo es una
auténtica mina literaria rebosante de inteligencia y humor por donde
deambulan muchas citas y confluencias artísticas de la historia de
la literatura universal, un libro transversal sobre la creatividad y
el oficio de escribir, un ensayo novelístico en el que se afirma que
el escritor a la vez modifica y repite historias infatigablemente,
más allá de preferir lo contrario. Al temor a repetirse, decía
Isak Dinesen, siempre
puede oponerse la alegría de saber que avanzas en compañía de las
historias del pasado. Esto es algo que maneja Vila-Matas
como pocos, el encadenamiento con el pasado escrito por otros es
consustancial a su materia narrativa.
Perder
la voz propia puede significar nacer de nuevo a la literatura
comenzando a hablar como un ventrílocuo, con varias voces que, a la
vez, son varias identidades y que proporcionan el camuflaje de una
verdad oculta o de otra invención de la realidad. De esto trata este
sorprendente libro: de la creatividad como diversión, de la
invención literaria y sus trasvases.
Toda
historia de la literatura se ciñe a modificar algo ya escrito, viene
a decirnos Vila-Matas.
Mac y su contratiempo
recoge ese espíritu valiéndose además del resorte inapelable de
que la vida es un mestizaje de identidad e impostura y la literatura
más de lo mismo.
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