Si
hay una frase que resume y acrecienta, en buena medida, la leyenda y
el mito representado por la figura de Cleopatra
en los anales de la Historia, bien podría ser esta que pronunció
Pascal en uno de sus
célebres pensamientos acerca de las causas y los efectos que produce
el amor en los hombres: “Si la nariz de Cleopatra
hubiera sido más pequeña, el rostro del mundo habría cambiado”.
Probablemente
no haya habido un personaje histórico tan relevante en la Antigüedad
que haya experimentado tantas transformaciones a lo largo de los
siglos como las que sobrellevó la última reina de Egipto. Y esto se
debe mucho a la campaña de difamación que Octavio,
enemigo suyo, emprendió contra ella a partir del año 44 a. de C.,
tras la muerte de César
en aquellos fatídicos idus de marzo. Dicha campaña se orquestó
para tener más apoyos en el Senado, eclipsar a su adversario Marco
Antonio, aliado y amante de
Cleopatra, y, de
paso, demonizarlo como traidor a Roma, vendido a otros intereses
extranjeros. Las crónicas romanas de la época, a su vez, tildaron a
Cleopatra de mujer
fatal, nacida para la lascivia, el despilfarro, la insidia y la
perdición de los hombres. Y así, a lo largo de los tiempos, su
leyenda se fue extendiendo sin límites por todo el Mediterráneo,
siendo una de las
celebridades históricas del pasado, que, desde entonces hasta
nuestros días, ha contado con más menciones en cualquier faceta
artística: teatro, poesía, pintura, música, novela, ensayo y cine.
En cada uno de estos géneros fue etiquetada para todos los gustos:
enamorada, poderosa, intrigante, astuta, culta, fogosa, bella,
heroica, maléfica y asesina. Pero nunca fue como todos dicen que
fue, y mucho menos al extremo de lo que sus enemigos llegaron a decir
de ella.
La
editorial Fórcola, bajo la cuidadosa traducción de Amelia
Pérez de Villar, publica ahora
en nuestro país, Cleopatra. La mujer, la reina, la
leyenda, el libro que la
historiadora y biógrafa Lucy Hughes-Hallett
(Londres, 1951) ha dedicado a Cleopatra VII Filópator Nea Thea (La
diosa que ama a su padre y a su patria), nombre completo de
Cleopatra, un estudio
crítico y meticuloso que abarca todos los matices históricos y
legendarios generados en torno a su figura a lo largo de la historia.
Se dice en la introducción que este es un libro para hablar de todas
las Cleopatras imaginarias que se han sucedido a lo largo del tiempo,
de los múltiples puntos de vista por los que su figura se vio
enfocada a través de las diferentes épocas en las que los más
diversos artistas le dedicaron páginas y versos abundantes sobre el
papel que desempeñó su presencia en el curso de la historia de
Roma. ¿Quién
no guarda en su memoria la seductora imagen de la actriz Helen
Mirren
interpretando el papel de la heroína en Antonio
y Cleopatra
de Shakespeare?
¿Quién puede olvidar a esa Cleopatra
sensual y arrebatadora tan maravillosamente interpretada en las
pantallas del cine por Liz
Taylor?
Este
es un libro, según su autora, donde el lector curioso no solo
encontrará sexo, traición, ajuste de cuentas y retórica de Estado,
tan común en los palacios romanos, sino que, especialmente,
percibirá el embrujo persuasivo que tiene la ficción para crear el
mito y su leyenda. Hughes-Hallett ha
estructurado su ensayo en dos partes: en la primera, la más breve,
aborda en tres capítulos el perfil de la heroína desde la leyenda y
la realidad, pasando a continuación a mostrarnos el punto de vista
de Octavio, su
adversario, que hizo todo lo indecible para desacreditarla y
destruirla, tachándola de seductora engañosa, capaz de hacer
abdicar de toda su grandeza a un hombre por su amor. Después, en el
último capítulo, se analiza lo que dijeron de ella historiadores
como Plutarco y
Josefo, así como
Cicerón, que no
ocultó su declarada animadversión, aunque esto último no le
impidió proclamar que había cierta verdad acerca de la erudición
de Cleopatra.
En
la segunda parte del ensayo, la autora se afana en desgranar el
carácter del mito que representa Cleopatra
partiendo de un examen pormenorizado de aspectos de su vida animada y
fastuosa en Alejandría en sus facetas de mujer, amante, reina,
asesina o suicida. Hay pasajes de intenso dramatismo como el
que se describe cuando Cleopatra
llora desconsolada, después de ser abandonada por Marco
Antonio, que parte de
Alejandría para asistir a los funerales de su esposa Fulvia,
muy bien descrito por Shakespeare
en su tragedia Antonio y Cleopatra.
Otros autores, como Heine,
veían a Cleopatra
como una de esas esposas exigentes “que atormentan y bendicen a su
cónyuge con amor”. En ese mismo terreno amoroso, el escritor
Anatole France
la imaginó rodeada de “columnas gigantes rematadas por cabezas
humanas o por flores de loto”, y Théophile
Gautier
hablaba de ella como “la mujer más completa que ha existido nunca,
la mujer más femenina y la reina más regia”.
Hughes-Hallett
nos entrega un trabajo encomiable, un estudio erudito y ameno de todo
lo que han revelado historiadores, poetas, artistas y directores de
cine sobre el relato inagotable que ha suscitado ininterrumpidamente
esta misteriosa emperatriz de Alejandría desde su aparición en la
historia hace dos mil años, algo proteico que viene a renovar el
gusto por el mito a costa de la verdad histórica. Y es que lo
fascinante lo pone la fábula.
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