La
argentina Betina González (Buenos Aires, 1972) es la primera
escritora en ganar el Premio Tusquets de novela con la obra
Las Poseídas, un relato ambientado en la Argentina
que dejó atrás su relación con la dictadura militar y enmarcado en el interior de un colegio religioso de monjas. La autora utiliza
recursos de la literatura gótica, donde aparecen espíritus, muertes
en el campanario y también en otras zonas privadas de sus habitantes, como el despertar
sexual. Una novela de iniciación, cientos de veces narrada, sobre la
adolescencia y la vida en un colegio interno. Aquí el personaje más
denso y complejo es Felisa, llena de misterio y extraña vida
interior, que acapara el centro de atención del resto de las
alumnas, y, por otro lado, López, la narradora, quizás el personaje
más matizado y creíble de todos los que desfilan por la historia.
Me
viene a la memoria, salvando las distancias, la polémica surgida en
el año 2005, relacionada con el premio Planeta que se otorgó
a la escritora María de la Pau Janer con su novela Pasiones
romanas, protagonizada por Juan Marsé, que presentó
su dimisión como miembro del jurado por el bajo nivel de los
finalistas del certamen, con unas declaraciones que llenaron de
titulares la prensa nacional: “Desde el punto de vista comercial
el Premio Planeta funciona, pero desde la óptica
literaria es más que dudoso”
Aquí, en
esta concesión, Juan Marsé, miembro también
del jurado, otorga a Las Poseídas una calidad
literaria suficiente para la obtención del galardón. La
escritora argentina tiene oficio, es capaz de transformarse en una
quinceañera de forma convincente, y la narración es amena. Pero el
problema de Las Poseídas
está en que no es una historia con la fuerza y la intensidad que le exige un galardón de esta categoría. La relación de la
narradora y Felisa, la chica atormentada y rebelde, deriva en lo
tópico: el vandalismo juvenil y las incógnitas del sexo.
En
resumen, una novela poco original sobre chicas rebeldes y problemáticas narrada de forma convencional. Me temo que la lectura
de esta propuesta narrativa no habrá dejado entusiasmo y regusto en los que, como yo, quisieron encontrarlo en sus páginas. Francamente, Las Poseídas
no me poseyeron.
¡Menos mal Bocanegra! ¡Un libro menos que leer! Confío más en tu crítica que en la de Babelia.
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