Para
Edmundo de Ory los aforismos eran aerólitos, para
Carlos Castilla del Pino, aflorismos, para Carlos
Marzal, estas frases breves y discontinuas son puros electrones
y para Ramón Eder, relámpagos fulgurantes. En todas
las épocas han surgido escritores de aforismos, apegados a analizar
críticamente el mundo que les rodea. Quizás hoy en día, los
escritores amantes de este género, como Ramón Eder (Lumbier,
1952) dan un giro a esa tradición iniciada por los moralistas
franceses, tan llena de solemnidad y grandilocuencia, y se centra
más en acentuar la ironía y la mordacidad. La editorial Cuadernos
del Vigía publica la última incursión del escritor navarro en
este apasionante mundo de los aforismos. Relámpagos
viene a constatar que, cuando los aforismos son buenos, cristalizan en
filosofía, en frases felices que invitan a reflexionar y, muchas
veces, sorprenden por la metafísica que contienen.
Ramón
Eder, felizmente para sus lectores, continúa en esa senda
del aforismo. No pasaron desapercibidos sus anteriores libros; La
vida ondulante y El cuaderno francés que lo encumbraron al parnaso de los mejores escritores de este género, que sigue tan vivo como antes. Eder se siente
como Pedro por su casa en este terreno tan conciso y a su vez tan
lapidario. No hay mayor receta aforística para el conspicuo y
socarrón autor de Relámpagos que el significado
intrínseco que precisa el aforismo: es cinismo superior, es una
paradoja inquietante, es alegría instantánea, es ética sutil...
Algunos destellos de Relámpagos que demuestran que,
cuando el aforista da en la diana, se produce el milagro en el
lector:
Los
errores no se suelen pagar cuando se cometen sino cuando ya nos
habíamos olvidado de que los habíamos cometido.
Los
éxitos en la vida siempre dejan secuelas.
No
es lo mismo ser un escritor excelente que un excelente escritor.
En
las discusiones idiotas gana el que pierde.
En sueños nadie es monógamo.
Una
de dos: o me pides perdón o te lo pido.
Ya
solo se querían en posición horizontal.
Se
escribe para llevar doble vida que es una manera de vivir el doble.
Es
maravilloso que lo que más me gusta de ti, además, lo tengas por
duplicado.
Leer
ciertos libros mejora nuestra biografía.
En
internet está todo, excepto lo importante.
Un
día de perros, gracias a la chimenea, se puede convertir en un día
de gatos.
Ramón Eder reúne 286 relámpagos (si no me he
equivocado en la suma) en una antología donde no faltan los grandes
temas literarios que le gustan tanto al navarro: el amor, el paso del
tiempo, la lectura, los paraísos perdidos, el sentido de la vida,
etc., y lo hace ufano, sin prepotencia, pero con la agudeza necesaria
para que deslumbren. Eder sabe de la repercusión de este
género y nos alerta con sarcasmo de que: en los libros de aforismos,
entre aforismo y aforismo, tiene que haber un buen espacio para que
corra el aire.
Relámpagos es otro feliz capítulo dentro de la obra
aforística de uno de los más grandes de este género de las letras
actuales españolas.
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