El
11 de abril de 1987, Primo Levi, el autor de la gran trilogía
memorial de Auschwitz, escogía la muerte tirándose por el hueco de
las escaleras de su casa de Turín. ¿Qué había sucedido en su
memoria, qué cataclismo le sobrevino de repente, imposible de asumir
la atrocidad de sus recuerdos? Esta noticia produjo una conmoción en
la prensa y televisión de toda Europa, del mismo calibre que ocurrió
con su testimonio escrito sobre sus años de deportación en los
campos de exterminio. Unos años después, el escritor Jorge
Semprún publica La escritura o la vida, un
precioso título que nace del recuerdo de la terrible paradoja de
haber sobrevivido a la muerte en el campo de concentración de
Buchenwald, y del compromiso vital de la escritura como testimonio de
la conciencia. Un libro encendido y reflexivo de sus vivencias donde
dedica un extenso capítulo a la memoria del malogrado autor turinés
de Si esto es un hombre.
Un año antes de concederle al húngaro Imre
Kertész el Premio Nobel
de Literatura 2002, leí su novela Sin Destino,
otro libro memorable e hiriente, como los anteriores de Levi
y Semprún,
sobre la realidad de los campos de concentración de Auschwitz y
Buchenwald.
Hace
ya unos años que aparqué cualquier lectura sobre aquel período del
horror nazi, cuando los Lager alemanes, como llamaban a los
campamentos, se convirtieron en la mayor ignominia de la historia de
la humanidad. Pero, de nuevo, no he podido resistirme a volver al
asunto. Fernando Savater,
desde su columna Despierta y lee
del periódico El País,
nos exhortaba a leer Treblinka
(Edit. Seix Barral),
un sobrecogedor escrito llevado a cabo por uno de los pocos
supervivientes que narraron el holocausto, el polaco Chil
Rajchman (Lódz, 1914,
Montevideo, 2004). Lo acabo de leer de un tirón y estoy todavía horrorizado.
Chil Rajchman |
Treblinka
es un testimonio que vio la luz tras la muerte de su autor en tierras
sudamericanas siguiendo sus últimas voluntades. Un texto aterrador y
escueto, contado en presente histórico y sin artificios, pero que a
su vez es una pieza literaria extraordinaria y escalofriante, que se
basta con capítulos cortos y pormenorizados para relatar las torturas
a las que se ven sometidas las víctimas y su posterior eliminación.
Estas memorias se completan con un epílogo no menos escalofriante de Vasili
Grossman, autor de la
obra capital Vida y Destino,
sobre la maquinaria de destrucción masiva que fue el infierno de
Treblinka.
Muchos
se suicidaron antes de ser ejecutados en los campos de exterminio.
Algunos no pudieron soportar la carga de la memoria y también lo
hicieron después de haber escapado del patíbulo. Otros, los menos,
como Chil Rajchman,
sobrevivieron afortunadamente de aquella gran carnicería infame,
para dejarnos la verdad del terror humano, en unas páginas
desgarradoras que ponen en entredicho la condición de nuestra
especie.
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