Los
procesos vitales exigen movimiento. La vida, según el viejo
Aristóteles, consiste en movimiento y en él tiene su
esencia. Incluso, los árboles necesitan para su desarrollo el
movimiento que les proporciona el viento. De esto tan natural y trascendental hablan los relatos reunidos en El
viento en las hojas, de José Ángel González Sainz
(Soria, 1956), una incursión en ese susurro permanente del tiempo en la vida del hombre. La literatura que refleja la escritura del narrador
soriano se asienta en el tiempo sin urgencias, en la prosa
sedimentada y meditada, muy en las antípodas de cualquier escritura
fugaz y efectista.
El
viento en las hojas es una colección de siete cuentos que
acompaña a ritmo de respiración el transitar del tiempo, un
reconocimiento del discurrir de la vida desde la mirada contemplativa
del narrador. En este corolario narrativo, editado por Anagrama,
González Sainz plasma con destreza momentos mínimos de la
realidad imaginada. Lo significativo del texto es esa prosa pulida y
reducida que, intencionadamente, se confunde con el sonido del viento
en las hojas de los árboles presente en cada uno de los relatos del
libro. Todas las piezas que componen el volumen persiguen un afán de
conocimiento, a veces obsesivo, como el caso del hombre que ve todos
los días, al volver de la oficina, a la mujer maniquí tras el
escaparate de una tienda. Cada una de las historias aborda temas
diferentes: el sabor a limón del amor, la persecución del mal o
reflexiones sobre la libertad...
Hay
una propensión meláncolica en la mayoría de estos cuentos, quizá,
Como más tarde tuve ocasión de comprobar sea el relato más
complejo de la colección y el que mejor narra las convicciones
profundas de su protagonista, un viudo jubilado dispuesto a tomar la
palabra para desembarazarse del sinfín de cosas que ha supuesto su
accidentada existencia. En todas las piezas que aglutina El
viento en las hojas, hay una conexión entre sí manifiesta,
un elemento simbólico que se traslada de un relato a otro, con
sutileza, al final de cada episodio y que justifica la esencia y el
título del libro: la aparición de un tilo, una acacia o un chopo
cercano para poner canto al paso efímero de la vida. Un título que
da que pensar, que pone énfasis en la obervación y en la idea
machadiana de que nuestras horas son minutos cuando esperamos
saber, y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender.
González
Sainz es un escritor minucioso en los matices, y éstos se hacen
notar en cada uno de los relatos de este delicioso libro, una pequeña
pieza narrativa tallada con mimo por la experiencia de su autor y
pulimentada por una pluma elegante, propia de un artesano que domina
los secretos del oficio de escribir.
En
definitiva, El viento en las hojas es un conjunto de
cavilaciones misteriosas y extrañas de la vida cotidiana, escritas
con primor por un virtuoso del relato breve y de la literatura de
verdad; un libro donde la obsesión del paso del tiempo, la vida y la
muerte invita al lector a vivir atento al susurro del tiempo.
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