Sobre
la obra que hoy reseño en esta bitácora podríamos hacer un
ejercicio periodístico con los siguientes titulares posibles:
“Cuentos orondos”, “Memorias obesas”, “De básculas y
endocrinos” o simplemente, ”Las heridas de una niña gorda”.
Como de lo que se trata es de quitarse peso de encima, según se
advierte en la contraportada del libro, hago lo propio y el asunto se
puede zanjar con el titular que encabezo. Perder lastre es un
ejercicio necesario y vital, una tarea que resume la esencia del
secreto de La niña gorda (Páginas de Espuma,
2014).
La
nueva propuesta narrativa de Mercedes Abad (Barcelona, 1961)
es un menú de diez relatos que conectan entre sí. Todos los
ingredientes contenidos en La niña gorda se condensan
en las travesuras y vicisitudes protagonizadas por Susana Mur,
principal personaje que aparece en todos los cuentos.
La
autora de Felicidades conyugales logra recrear con
acierto los problemas inherentes de una niña obesa desde la infancia
hasta llegar a la edad adulta, pero sin dar lástima, porque,
deliberadamente, la protagonista no está concebida para sentirse
desgraciada por sus kilos de más. En los cuentos de inicio, la niña
Susana va observando el mundo que le rodea y evoluciona pasando por
situaciones incómodas y tristes hasta otras peores, más crueles.
El
arranque de la historia de Susanita tropieza con el primer escollo
que debe superar la niña: ponerse a dieta. La madre la lleva al
endocrino para poner remedio al lastre del sobrepeso que arrastra su
hija y que le impide ser una niña normal, como las demás. Una
preocupación legítima de madre que desea que su criatura pueda
elegir por ella misma a sus amigas y alejarse de un permanente
estado de estar pendiente de aceptación por el grupo. En los
primeros cuentos de La niña gorda aparece un narrador
omnisciente y puntillista que se empeña en destacar los quebrantos y
torpezas de la niña protagonista. Todo va girando y, a partir del
relato Las hermanas Bruch, el más extenso de todos, hay un
punto de inflexión en el desarrollo del libro: Susana toma la
palabra en primera persona para contarnos desde el presente cómo debe desenvolverse en su nueva etapa. La narradora se esmera en
proporcionar los detalles del mundo de las traiciones entre jóvenes,
así como los márgenes estrechos que separan las verdades de las
mentiras.
La
niña gorda transita entre comidas, golosinas y atracones, en
un popurrí de subtramas que hacen que estos relatos parezcan, a los
ojos del lector, una novela fraccionada con savia de cuento sucesivo.
Dice la autora que la concibió en una primera versión como novela,
pero resultó caótica y al corregirla su conversión se ajustó
mejor a lo que es, un libro de cuentos.
Mercedes
Abad es una escritora salpimentada de constantes referencias a su
maestro Saki, todo un adalid del perfeccionismo aplicado al
género del relato corto. La autora catalana ha escrito un libro
inteligente, con una prosa vivaz en la que destaca los detalles
cómicos y mordaces que hacen que el personaje representado por
Susana Mur se revele entrañable y cercano al lector.
La
niña gorda es, en realidad, la historia de una rebelión, de
cómo se construye una identidad, de ese tránsito de la infancia a
la pubertad, de la adolescencia a la mayoría de edad, pero desde el
dolor, la humillación y el rechazo. La agudeza narrativa de Mercedes
Abad, una escritora con alma de gorda eterna, cala en la memoria
del lector y logra que su metáfora alcance a todos los que
hemos sido diferentes en nuestra recóndita infancia: bajitos,
tímidos, obesos o gafotas empollones, apartados cruelmente por la
mayoría dominante de los normales. Por esto y por más razones
inconfesables, la niña gorda se hace querer.
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