Me
enteré de la existencia del escritor Avelino Fierro (Chozas
de Arriba, León, 1956) gracias a un encendido artículo de Félix
de Azúa, publicado en El País a principios de este mes,
en el que el autor de Autobiografía de papel
(Mondadori, 2013) destaca la pasión literaria de este fiscal
de menores que acaba de publicar un libro de diarios bajo el título
Una habitación en Europa (Eolas, 2014), un
género por el que profeso una debilidad recóndita.
Para
un magistrado como Fierro la buena literatura no apela a
nuestro poder de juzgar, sino a nuestra capacidad de ponernos en el
lugar de otros. Le gusta decir que Una habitación en Europa
es en verdad un diario de un lector agradecido y sentencia (como haría en su profesión) con lo que sigue: Leo con lápiz para sacarle
más punta a lo que leo. Y escribo porque leo.
Una
habitación en Europa es un cajón literario que contiene
pequeños microrrelatos, breves ensayos, cartas, conferencias, notas
de viajes e improntas poéticas pero, mayormente, anotaciones
personales. Estos fragmentos, enmarcados entre el 2010 y 2012,
conforman en su conjunto un diario reflexivo de un lector consumado
que apuesta por la felicidad de leer insistentemente, sobre todo,
poesía, como le gustaba apostillar a Bradbury: “Lea usted
poesía todos los días. La poesía es buena porque ejercita músculos
que se usan poco. Expande los sentidos y los mantiene en condiciones
óptimas”.
El
lector que se acerque a estos sutiles y tersos fragmentos de Avelino
Fierro encontrará en ellos proyecciones por los paisajes de la
región leonesa y ciudades centroeuropeas, muchas citas y fervores
por escritores de la talla de Zweig, Auden, Borges,
Brodsky, Pla o Gil de Biedma, un extenso
catálogo por donde transita su alma poética que da sentido a su
escritura y por donde su voz se muda conforme a sus experiencias
vividas. En realidad hay una búsqueda propia del lector de diarios
indagando en el alma del diarista, como en cierto modo aspira el
escritor, trasladando a su confidente, el lector, lo que realmente hay
en sus anotaciones: la vida de un hombre que, en parte, ha renunciado a
media vida, por atención al lector, con el que va a emprender un
camino para recuperar esa otra media restante para él y acaso,
también, para su lector.
Una
habitación en Europa es una incursión en el mundo literario
de Fierro, un lector avezado al que le gusta enhebrar citas por
medio de una prosa ajustada y transparente sustentada en la
reflexión; un libro delicado, hermoso y lleno de hondura que le
aproxima a grandes escritores españoles diaristas como Pla,
Ruano, Trapiello o Azúa. Si en todo diario hay
un proyecto de literatura tenemos que pensar que, este tardío
escritor leonés y excelente continuador de esta senda de la escritura del yo, tiene entregas próximas que
hacernos.
En
cualquier género, la literatura viene a confirmar lo que el Nobel
turco Orhan Pamuk dejó dicho cuando recibió su galardón:
“La literatura es la experiencia más valiosa que el ser humano ha
creado para comprenderse a sí mismo” y ésto, Avelino Fierro,
un lector agradecido, como a él le gusta definirse, lo deja patente
con su testimonio literario en esta obra lúcida y entretenida que no
defraudará a los entusiastas de este género intimista.
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