viernes, 6 de marzo de 2015

Fantasmas familiares


Tenía ganas de reseñar una obra de Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948), un escritor al que le profeso respeto y admiración. Lo conocí en Jerez de la Frontera, en noviembre del 2000, cuando asistí a una conferencia suya sobre el cuento oral organizada por la Concejalía de turno en una de sus salas culturales. Por aquellos años, el Ayuntamiento jerezano patrocinaba variados eventos literarios de interés que daban mucha vidilla no solo a escritores y aficionados locales, sino también a los de otras zonas limítrofes de la ciudad. Gracias a dicho encuentro, me embarqué en la lectura de Isak Dinesen y en los cuentos de Sherezade de la mano del escritor vallisoletano. Recuerdo su voz serena aquella tarde de otoño, y no se me olvida hablando en aquel hemiciclo, con la misma naturalidad de quien está contando un relato oral, cómo sus palabras se sucedían unas a otras componiendo con ellas una música que parecía brotar con la facilidad con que lo hace el agua de una fuente. Dicho queda esta evocación y reconocimiento. Ahora procedamos al asunto que traemos a esta bitácora: se trata de su último libro Donde no estás (Destino, 2015), una novela construida por diferentes voces sobre el secreto, eso que no se puede contar y se guarda en el seno de una familia, esas verdades, silencios y remordimientos ocultos que requieren desempolvarse y piden liberación.

Donde no estás es un libro de indagación en el pasado, ambientado en los años sesenta en la comarca de Tierra de Campos, concretamente en el pueblo de Villalba de Alcores, allí, una mujer joven, tras morir su madre, quiere ahondar en el pasado familiar, cruce entre razón y sentimiento, un territorio donde se confunde lo real y lo imaginado, un lugar en el que la pasión como hechizo se hermana con la experiencia personal siempre amenazada por la presencia de la muerte. En la primera parte de la novela, Ana ha vuelto a la casa del pueblo, acudiendo a la llamada de su tía, para visitar a su abuela, la persona más rica de la comarca, convertida ya en una mujer anciana y enferma. Regresa al hogar de su infancia donde se guardan muchos misterios sin desvelar. La joven Ana va recibiendo noticias fragmentarias de su tía Joaquina, de Fernanda, de sirvientas como Susana o de la cocinera de la casa, Regina, e incluso de la maestra suya de la escuela, Daniela. A estos personajes hay que añadirle el de la “la Señora”, la figura fantasmal que aparece en los sueños de la protagonista. En la segunda parte del libro, Ana accede a leer el cuaderno póstumo de su madre donde se revelan los secretos de la familia. Entre el espectro y el diario secreto de su progenitora, Ana va descubriendo las verdades de sus ascendientes, de las cosas calladas que empiezan a hablar, conforme avanzan las pesquisas, de lo más recóndito de sus vidas.

El título del libro tiene que ver con ese espacio dejado por los seres queridos que se nos van y nos hacen reflexionar sobre ese vacío que requiere desvelar la verdad que se llevaron a sus tumbas. Martín Garzo pone voz a los que dejaron de tenerla, a los muertos, esos personajes que lo demandan. No hay capítulo donde no se plantee una y otra vez lo dicho anteriormente y, para enfatizarlo, el autor de El lenguaje de las fuentes (Lumen, 1993) utiliza esa dualidad propia e intermitente del ser humano: orden y sentimiento, vida y muerte, luz y sombra. En las postrimerías del libro, la madre de la protagonista, infiere en el cuaderno su visión de la vida y confiesa que “la vida nunca es como queremos que sea. Está hecha de fragmentos, de inciertas verdades, de promesas que nunca se cumplen del todo. No hay forma de saber qué quiere. Es como soltar pájaros en la oscuridad. La alimentan las pasiones, las traiciones, las dulces mentiras. Está hecha, a partes iguales, de belleza y desolación” (pág. 360).

Donde no estás es, sin duda, la obra más ambiciosa del escritor castellano, una historia familiar de cerca de cuatrocientas páginas contada por mujeres, a través de las cuales, el lector vislumbra cómo son los hombres que las rodean y conviven en sus calles y casas, un viaje a lo escondido que transita por el verdadero territorio de las preguntas de la vida, donde lo inconfesable es lo más verdadero, aunque, a veces, parezca terrible.

Yo no sé si estos fantasmas familiares se escapan un poco de la idea concebida por el autor pero el resultado final, da igual, aunque no haya resultado totalmente lo que quiso haber escrito, es que Donde no estás es una novela hermosa, de prosa clara y sencilla.

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