Tenía
ganas de reseñar una obra de Gustavo Martín Garzo
(Valladolid, 1948), un escritor al que le profeso respeto y
admiración. Lo conocí en Jerez de la Frontera, en noviembre del
2000, cuando asistí a una conferencia suya sobre el cuento oral
organizada por la Concejalía de turno en una de sus salas
culturales. Por aquellos años, el Ayuntamiento jerezano patrocinaba
variados eventos literarios de interés que daban mucha vidilla no
solo a escritores y aficionados locales, sino también a los de otras
zonas limítrofes de la ciudad. Gracias a dicho encuentro, me
embarqué en la lectura de Isak Dinesen
y en los cuentos de Sherezade
de la mano del escritor vallisoletano. Recuerdo su voz serena aquella
tarde de otoño, y no se me olvida hablando en aquel hemiciclo, con
la misma naturalidad de quien está contando un relato oral, cómo
sus palabras se sucedían unas a otras componiendo con ellas una
música que parecía brotar con la facilidad con que lo hace el agua
de una fuente. Dicho queda esta evocación y reconocimiento. Ahora
procedamos al asunto que traemos a esta bitácora: se trata de su
último libro Donde no estás
(Destino, 2015), una
novela construida por diferentes voces sobre el secreto, eso que no
se puede contar y se guarda en el seno de una familia, esas verdades,
silencios y remordimientos ocultos que requieren desempolvarse y
piden liberación.
Donde no estás
es un libro de indagación en el pasado, ambientado en los años
sesenta en la comarca de Tierra de Campos, concretamente en el pueblo
de Villalba de Alcores, allí, una mujer joven, tras morir su madre,
quiere ahondar en el pasado familiar, cruce entre razón y
sentimiento, un territorio donde se confunde lo real y lo imaginado,
un lugar en el que la pasión como hechizo se hermana con la
experiencia personal siempre amenazada por la presencia de la muerte.
En la primera parte de la novela, Ana
ha vuelto a la casa del pueblo, acudiendo a la llamada de su tía,
para visitar a su abuela, la persona más rica de la comarca,
convertida ya en una mujer anciana y enferma. Regresa al hogar de su
infancia donde se guardan muchos misterios sin desvelar. La joven Ana
va recibiendo noticias fragmentarias de su tía Joaquina,
de Fernanda,
de sirvientas como Susana
o de la cocinera de la casa, Regina,
e incluso de la maestra suya de la escuela, Daniela.
A estos personajes hay que añadirle el de la “la
Señora”, la figura
fantasmal que aparece en los sueños de la protagonista. En la
segunda parte del libro, Ana
accede a leer el cuaderno póstumo de su madre donde se revelan los
secretos de la familia. Entre el espectro y el diario secreto de su
progenitora, Ana
va descubriendo las verdades de sus ascendientes, de las cosas
calladas que empiezan a hablar, conforme avanzan las pesquisas, de lo
más recóndito de sus vidas.
El
título del libro tiene que ver con ese espacio dejado por los seres
queridos que se nos van y nos hacen reflexionar sobre ese vacío que
requiere desvelar la verdad que se llevaron a sus tumbas. Martín
Garzo pone voz a los que
dejaron de tenerla, a los muertos, esos personajes que lo demandan.
No hay capítulo donde no se plantee una y otra vez lo dicho
anteriormente y, para enfatizarlo, el autor de El
lenguaje de las fuentes
(Lumen, 1993) utiliza
esa dualidad propia e intermitente del ser humano: orden y
sentimiento, vida y muerte, luz y sombra. En las postrimerías del
libro, la madre de la protagonista, infiere en el cuaderno su visión
de la vida y confiesa que “la vida nunca es como queremos que sea.
Está hecha de fragmentos, de inciertas verdades, de promesas que
nunca se cumplen del todo. No hay forma de saber qué quiere. Es como
soltar pájaros en la oscuridad. La alimentan las pasiones, las
traiciones, las dulces mentiras. Está hecha, a partes iguales, de
belleza y desolación” (pág. 360).
Donde no estás
es, sin duda, la obra más ambiciosa del escritor castellano, una
historia familiar de cerca de cuatrocientas páginas contada por
mujeres, a través de las cuales, el lector vislumbra cómo son los
hombres que las rodean y conviven en sus calles y casas, un viaje a
lo escondido que transita por el verdadero territorio de las
preguntas de la vida, donde lo inconfesable es lo más verdadero,
aunque, a veces, parezca terrible.
Yo
no sé si estos fantasmas familiares se escapan un poco de la idea
concebida por el autor pero el resultado final, da igual, aunque no
haya resultado totalmente lo que quiso haber escrito, es que Donde
no estás es una novela
hermosa, de prosa clara y sencilla.
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