Las
historias de misterio son las más paradójicas de todas las formas
literarias populares. La novela de suspense gira en torno a un
asesinato, a menudo ejecutado de manera terrorífica y violenta, y
aun así las leemos mayormente porque nos entretienen y nos
reconfortan de los problemas y las propias agitaciones de la vida
cotidiana. Su razón de ser no es más que establecer la verdad,
aunque se recree en el engaño: el asesino trata de burlar al
detective; el escritor se propone engañar al lector, hacerle creer
que los culpables son inocentes y los inocentes sospechosos; y cuanto
mejor es el engaño, más eficaz es el libro. Dicho esto, ¿cómo se
escribe una novela de misterio?
“Es
imposible explicar cómo se escribe un buen libro, es decir, un libro
que sea ameno –afirma Patricia Highsmith–.
Pero esto es lo que hace que la profesión de escritor sea animada y
apasionante: la constante posibilidad de fracasar”. Con esta
declaración rotunda, la escritora estadounidense (Texas, 1921 –
Locarno, 1995) trata de poner claro al lector que el oficio de
escribir es arduo y complejo, que no existe ningún secreto para
alcanzar la gloria escribiendo, salvo la individualidad del escritor
o, como subraya ella misma, la propia personalidad del autor.
El
sello Círculo de Tiza
rescata Suspense
(Plotting and Writing
Suspense Fiction), una
obra publicada en 1966, donde la autora de Extraños en
un tren muestra los
entresijos del proceso de creación de una novela de intriga, con la
advertencia meridiana para el lector de que este libro no pretende
ser un manual de instrucciones, sino que va por la onda del ensayo y
la reflexión personal sobre el arte de escribir ficción de una de
las escritoras más grande de la novela negra. A lo largo de sus
páginas nos muestra sus obervaciones y recomendaciones, nos enseña
su cocina literaria y expone los ingredientes utilizados en la
elaboración narrativa, extraídos de sus propios logros y fracasos.
Para
esta escritora sesuda y meticulosa, todos los libros de suspense
encierran un secreto que el lector debe descubrir: la conclusión de
la historia, algo sobre lo que ya había insistido anteriormente E.M.
Forster en su libro Aspectos
de la novela (1927). Quizá,
en este caso, el británico sea más genérico, pero igual de afinado
cuando habla del arma del suspense: “a todos nosotros nos pasa como
al marido de Sherezade: queremos saber lo que ocurre después. Esto
es universal, y es la razón por la que el hilo conductor de una
novela ha de ser una historia”.
Lo
que encontramos en el interior de
Suspense es toda una
reflexión sobre la narrativa de misterio, una oportunidad de conocer
la médula ósea de esta artista de la intriga y la novela negra a
través de su universo literario y de sus convicciones sobre el
proceso creativo de la ficción. Patricia Higsmith
disecciona los secretos de su oficio, cultivado a lo largo de su
carrera, y desvela el modus
operandi del que se vale
para montar una historia, sin pretender adoctrinar al intrépido que
desee probar suerte a escribir un relato, porque “es imposible
explicar cómo se escribe un buen libro...” De este libro me gusta
cuando la autora confiesa que escribir es un juego y, como todo el
mundo sabe (así lo da por hecho la escritora tejana) es necesario
que en ningún momento su ejercicio deje de divertir a quien lo lleve
a cabo, porque, si no lo hace, cómo se las apañará el escritor
para hacerlo con los editores y los lectores.
Suspense
es un libro entretenido y sorprendente para lectores curiosos pero,
sobre todo, es una buena guía, una especie de brújula para no
perder el norte a la hora de escribir una novela o, al menos, como
indica su autora en el prólogo, “que ayude a los que deseen
escribir a percatarse de lo que ya llevan dentro de sí”. No
olvidemos, nos viene a recordar familiarmente la americana, que los
artistas han existido y persistido desde mucho antes de que la
humanidad soñara con organizar la vida de sus congéneres.
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