lunes, 30 de noviembre de 2015

Un remake incendiario

Decía Nabokov, en uno de sus muchos ensayos dedicados a la creación literaria, que, a la hora de ponerse a leer un libro, cuando tomemos asiento en nuestro rincón favorito del salón, después de apartarnos de las preocupaciones que nos puedan distraer, debemos dejar nuestra mente en blanco para entregarnos a su lectura. “Si vamos a leer –advertía–, hagámoslo con la médula espinal”. Al fin y al cabo se trata de colocarnos como espectadores ante un escenario en el que el escritor desarrollará una historia para engatusarnos, para vivirla desde nuestra perspectiva, saborearla en sus variados matices, disfrutar de su relato o, sencillamente, cuestionar su valía.

La reciente novela de Marta Sanz (Madrid, 1967), que viene con el galardón del Premio Herralde de Novela, nos propone dejar, del mismo modo, nuestra mente a un lado y trasladarnos al mundo insólito que conforma el teatro más allá del escenario. Farándula (Anagrama, 2015) es una historia sobre la resistencia y los miedos de los actores a perder el lugar en el cartel de la fama, ese espacio inerme y solitario, tan equidistante entre la cima y el derrumbe. El mundo de los actores es un universo al que la autora madrileña le gusta volver. Ya lo hizo con su anterior novela Daniela Astor y la caja negra (2013), editada también en Anagrama, en la que hablaba de la época del destape del cine español. Ahora, con Farándula, despliega una historia sobre los actores de teatro, un remake literario de aquella pieza magistral, Eva al desnudo, pero en versión española. Natalia de Miguel aspira a convertirse en actriz y alcanzar la fama en los escenarios. En ese empeño, se las ingenia para introducirse en un grupo de actores de teatro y hacerse amiga y confidente de Ana Urrutia, gran dama del teatro, mujer de armas tomar, ya anciana y decrépita. El deseo de actuar y las ambiciones desmedidas de la joven promesa la consumen hasta el punto de estar dispuesta a lo que sea con tal de escalar hacia el éxito. Daniel Valls, estrella internacional, entra en escena y es quien adivina lo que se esconde tras su dulce apariencia, solo él es capaz de ver y valorar lo que mastica esta desafiante Eva. En ese trayecto pedregoso se cruzarán otros personajes como Valeria Falcón y Lorenzo Lucas, ella una actriz consagrada y curada de espantos, él un actor libertino y frívolo perdidamente enamorado de Natalia.

Farándula, como todos los libros de esta interesante escritora, lleva su sello, ese tan divertido y crítico, de claro contenido ideológico, que no oculta las mezquindades del sistema. Marta Sanz despliega su talento para ofrecer al lector una meticulosa observación del mundo del teatro desde la perspectiva de sus personajes. Lo que no se ve en el espectáculo es lo que trasciende, la desnudez fuera de escena de los actores, sus anhelos, sus fracasos. Este libro interviene en la realidad y formula preguntas, aunque muchas de ellas no tengan por qué responderse, en todo caso, será el lector quien se ocupe de ello.

Sanz es una escritora puntillosa e intrépida que, a su vez, exige lectores arriesgados e impertinentes que completen el texto. Este afán crítico, tan propio suyo, viene de lejos en su trayectoria literaria, en especial lo encontramos de manera palpable en su libro de ensayos No tan incendiario (Periférica, 2014), un texto brillante y demoledor sobre la cultura y lo que rodea al mundo literario. Para ella, convencida de que toda cultura encarna un posicionamiento político, no desaprovecha el momento para afirmar por boca de un personaje secundario de Farándula que “el teatro hoy es más político que nunca solo por el hecho de seguir siendo teatro”, (pág. 216).

Todo lo que subyace en esta novela, políticamente incorrecta, es una metáfora del mundo del teatro, de esa farsa sociocultural, que no es más que otra impostura por donde discurre la precariedad y la incertidumbre que azotan no solo a este gremio, el de los actores, sino que también lo hace extensible a todos los sectores de nuestra sociedad.

Nada de esto es gratuito al referirnos al libro que acaba de firmar una de las voces más en forma del panorama actual de nuestras letras. Para Marta Sanz, que como todo buen artista no soporta la realidad, todo lo que nos rodea es escurridizo, por mucho que el mundo esté demasiado encima de nosotros, como diría Saul Bellow.

Lo que se cuenta y muestra en esta novela divertida y triste a la vez, de prosa ágil e incisiva, no es ni más ni menos que literatura comprometida con la realidad, aunque, en este caso, la ficción se instale en la banalización de la farándula y sacuda desde allí la médula espinal del lector-espectador. ([Reseña núm. 254]


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