En
la vida, igual que en la literatura, navegamos bajo las estelas del
detalle. Acudimos al detalle para concentrar una experiencia, para
fijar una impresión, para habitar un recuerdo. Nos agarramos a él.
Sin embargo, la literatura difiere de la vida en que la vida está
llena de detalles acumulados y raramente nos conduce hacia ellos,
mientras que la literatura nos enseña a observarlos. La literatura
hace que nos fijemos más en la vida, nos hace, no sólo mejores
lectores de los detalles de una historia, sino que, a su vez, nos
hace mejores lectores de la vida. El único consejo sobre la lectura
de un libro que puede dar una persona a otra, según decía Virginia
Woolf, es que no acepte
consejos, que siga sus propios instintos, que utilice su propio
criterio, que saque sus propias conclusiones.
Si
estamos de acuerdo en todo lo dicho, diría que Cosas
que decidir mientras se hace la cena
(Editorial Base, 2015), de Maite Núñez
(Barcelona, 1966) reúne un conjunto de relatos que abundan
precisamente en la importancia de los detalles acumulados. Aquí, en
la vida cotidiana de muchas parejas, seres frágiles a los que les
cuestan tomar conciencia de la realidad por la que transitan sus
azarosas existencias, hay indicios y evidencias de soledad y
melancolía bajo el techo que acobija sus vidas apocadas por el
desgaste de la convivencia, o seres desbastados por la irrupción de
una enfermedad terrible a la que se niegan a sucumbir.
Los
personajes de estos quince cuentos tienen ante sí el dilema de la
resignación, continuar en la espesura de la monotonía, o,
definitivamente, retomar sus apagadas vidas para reavivarlas desde la
contienda conyugal antes de que el descrédito y el tiempo las ahogue
para siempre. En el primer relato, que da título al libro, la mujer
protagonista se arma de imaginación mientras aguarda en la cocina la
llegada de su marido. En el siguiente, titulado Reciclaje,
el más breve de la colección, otra mujer que acaba de enviudar está
perpleja y cariacontecida ante la decisión que ha de tomar con las
cenizas de su marido. En
El plano de Londres
trasciende una conversación entre un padre separado, que anuncia su
marcha a la capital británica, y un hijo adolescente que muestra
indiferencia. En Dry
Martini, una prostituta
promete a su hija de trece años abandonar su oficio y probar otro
tipo de suerte. En Todos
los seres queridos, uno
de los más incisivos y trascendentes, la protagonista se desvive por
contratar a alguien para que cuide de su hijo mientras ella prepara
su lucha campal contra el cáncer que padece. En el relato Planes
de futuro dos hermanas,
una abandonada por su marido y la otra, viuda reciente, se sienten
muy unidas ante la fatalidad de sus vidas. El punto erótico y
displicente de los relatos lo pone En
el semáforo, una
historia de infidelidad montada por una mujer casada con un hombre
que vende pañuelos de papel en una intersección regulada por
semáforos. En Mudanzas,
una pareja bien
avenida se separa y prueba a vivir en el mismo bloque, hasta que algo
trastoca los planes de uno de ellos. En el relato que cierra la
colección, Zona de
sombrillas, otro de los
destacados, la autora retoma la historia de uno de los personajes
anteriores, a modo de colmatar el círculo de los protagonistas que
han ido surgiendo a lo largo de las distintas historias contadas en
un mismo escenario común, San Cayetano, la zona residencial de una
imaginaria ciudad que dio cobijo a todos los hombres y mujeres que
aspiraron a más y tuvieron que acometer continencias y composturas a
lo largo de las páginas de sus vidas inciertas.
Maite Núñez
se estrena con un volumen de relatos bien pertrechado. Muchos de
ellos vienen avalados con premios en certámenes literarios de
relatos breves. En todos, la voz narrativa femenina tiene una
preponderancia sutil y perspicaz. Hay muchas mujeres incomprendidas y
valientes, como también hay humor ante tanta rutina e indolencia
masculina. En cada fragmento de vida contada hay mucho omitido
también, como si la intención de la autora fuera que el relato
continuara su estela, en medio de tanta incomunicación, entre las
cocinas y los dormitorios de sus inquilinos.
Para
los lectores ávidos de historias domésticas e íntimas, este libro
de la escritora barcelonesa es una invitación propicia para
adentrarse en ese ámbito, un espacio en el que muchos seres, como
los personajes de esta colección de cuentos, tratan de sobreponerse
a las derrotas cotidianas e incomodarse en tomar decisiones aplazadas
o tardías, sin más remedio.