Hay
libros de poesía que sirven al autor para desprenderse de unos
poemas que ha ido componiendo a lo largo de un tiempo, y que este
recopila, a manera de antología, libros que, parafraseando al
escritor Javier Marías,
se escriben sin brújula. Pero los hay concebidos desde el principio
con una temática muy concreta, como es el caso del que ahora nos
ocupa. Se trata de Camille (1864-1943)
de la autora chilena Ana Rosa Bustamante,
gracias al patrocinio de Conarte y editado en septiembre de este año
por Ediciones Kultrún.
El
libro está dedicado a glosar la figura de Camille Claudel,
en el sentido musical de la palabra glosa: variación libre sobre un
tema. Que el lector que se enfrente a este poemario no vaya a buscar
en él una biografía de Camille,
sino una serie de acercamientos a su figura, de interpretaciones
libres sobre sus estados de ánimo, sus emociones y sentimientos
interiorizados.
Camille Claudel
era hermana del célebre poeta francés Paul Claudel.
Fue una artista libre y apasionada que se dedicó en cuerpo y alma a
la escultura y se convirtió en modelo y musa de Auguste
Rodin. Su obra fue altamente
valorada en los ambientes parisinos. Pro pronto cayó en una serie de
crisis nerviosas que la llevaron a un sanatorio y, posteriormente, a
un manicomio del que nunca más saldría.
La
obra de Bustamante,
compuesta por sesenta y un poemas de extensión desigual en versos de
métrica libre, contiene momentos encendidos y apagados de la vida
apesadumbrada de la escultora. Los poemas son todos de origen
onírico, surrealistas y de una fuerza que nos aproxima al mundo
tortuoso por el que se desenvolvió la artista: “Vomito polvo./ Un
túnel abandonado y su esplendor por los lados, / esa atrevida
oscuridad...” Más adelante habla de sus condiciones de trabajo:
“Los hilos dorados de mi falda sin cuarto de lujo/ sin sueño ni
posesión que lucir en público / ni ceremonia, ...” y de su obra
misma afirma: “En ellos quedó mi vida, / sus artimañas, sus
cabezas, / y no encuentran una fosa común.”
El
amor, por otra parte, encuentra su expresión más desolada en el
poema El beso de mármol,
donde la autora, mediante la voz de Camille
hablando de las sensaciones que esta siente cuando su amante sube la
escalera, se va acercando hasta el goce carnal, hasta que ella queda
rendida a “tu forma de esculpir el beso en mármol, / y rendir la
rosa en la leche.”
En
los versos finales la decrepitud de Camille
se hace presente en el poema Cabello
gris: “Cabello gris /
tengo sueño”, o el el titulado En
mi encierro: “En mi
encierro palpo tu mentón, / lo contemplo en la edad madura de mi
bronce / …/ y no sales del abismo aún, donde me tienes,...” Como
un testamento de la escultora se puede leer el poema que pone cierre
al libro: “Nunca mi bronce al mercader ni al artista / nunca la
huella de nuestros cuerpos en la materia moldeados /.../ quién más
que yo recordará que nací para siempre, / una mujer entre luces de
otra oscuridad, / otro mar en el mar.”
Ana Rosa Bustamante
firma un libro hermoso y sentido que encarna, desde su visión
poética, el universo anhelado y la triste realidad de una vida
artística malograda, como lo fue la de Camille Claudel,
una mujer que vivió en la más extrema soledad y que merecía algo más
que el abandono y el olvido.
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