lunes, 27 de enero de 2020

Literatura, familia y caza


Si el ensayo es el centauro de los géneros literarios, como diría el escritor mexicano Alfonso Reyes, un libro de entrevistas, de conversaciones, es una suerte de tentativa proteica. Ya de por sí, su nomenclatura incluye una identidad muy particular: entrever, ver entre, mirar a través de. Su función sería, según su criterio, dar testimonio de lo que acontece en un espacio verbal y en un tiempo determinado para quien se presta al diálogo. Un libro de conversaciones no tiene el rigor hermético de un ensayo. En su favor, la conversación cobra un interés inusitado cuando, bien dirigida, alcanza límites que llegan a sobrepasar las expectativas del lector.

Javier Goñi (Zaragoza, 1952), licenciado en Literatura Hispánica y Ciencias de la Información, periodista cultural y crítico literario desde 1976, publicó en 1985 este interesante libro de conversaciones en torno a la figura de Miguel Delibes que traemos hoy a estas páginas, con la idea de centrar su escritura acorde a ese proceder de mostrar sin ambages al lector un retrato próximo en el que reflejar la personalidad de este ilustre escritor castellano, así como sus secretos y su testimonio vital, con el propósito de acercarnos a conocer su visión del mundo y palpar una particular interpretación de su obra en marcha y, de paso, enterarnos de las cosas más relevantes que sacuden su existencia y de algunos otros pasajes más prosaicos, como su miedo a volar en avión. Se acaba de reeditar en Fórcola el libro aludido, dentro de la colección Singladura, bajo el mismo título con el que se publicó hace treinta y cinco años.

Cinco horas con Miguel Delibes vuelve a las librerías con la misma frescura con la que apareció en su día, y ahora, que se cumplen diez años de su muerte y cien del nacimiento del creador de El hereje, regresa también como un claro homenaje a su figura. Sus libros, su talante equitativo e independiente y su relación con el mundo que le tocó vivir eran a todos los efectos uniformemente coherentes, al menos muchos de los que le conocieron, como el autor de este libro, mantenían que nunca los excesos, ni las interferencias eran propias de su carácter. Delibes era un hombre sobrio y ponderado, amable, caballeroso y circunspecto, como así también lo describía Caballero Bonald en el libro de semblanzas Examen de ingenios, provisto de una dignidad profesional intachable.

Goñi nos presenta un texto dinámico muy bien estructurado en cinco capítulos, con prólogo y epílogo. El primero de ellos transita por la infancia. En el segundo, la conversación se convierte en un largo paseo por los caminos de Castilla. El tercero desvela los entresijos de su profesión periodística y las vicisitudes que tuvo que sortear con la censura como director de El Norte de Castilla. En el siguiente capítulo, Goñi se acerca al entrevistado con preguntas en torno a su faceta provinciana y burguesa. En el último se detiene para mostrarnos su alma ecológica. Para Delibes el cuidado de los recursos de la naturaleza es tan importante para el presente como vital para el futuro: «El progreso debería avanzar como andan los hombres prudentes. No dar el segundo paso antes de haber afianzado el primero».

Estamos ante un testimonio que nos acerca a un escritor que, según deja entrever el autor del libro, vivió sus inquietudes vitales y literarias más para adentro que para afuera, que se desentendió todo lo que pudo de exponerse al público. No estar del todo presente en el ambiente literario fue siempre una característica suya. Sin embargo, su apartamiento, unido a ese rasgo pesimista tan suyo de ver las cosas, le valieron para agudizar su perspicacia en el desarrollo de sus novelas. En estas conversaciones descubrimos a un Delibes nada disperso en el tratamiento de sus ideas y en los temas que más le importaban: «No me he considerado nunca un intelectual, que es un hombre que utiliza ideas y ensaya con ellas. Yo soy sólo un manipulador de personas», confiesa, refiriéndose a los personajes de sus libros.

Nos revela Goñi que Delibes es un buen conversador, un hombre bien precavido, que rara vez se arriesga a decir una vaguedad, que se encuentra mejor y más a gusto cuando habla a través de sus personajes, de lo que saben y comprenden. Aunque sus inicios de escritor fueron algo tardíos, su oficio como periodista le valió para desempeñar la sagacidad narrativa de sus obras con mayor soltura, al igual que su propósito de conocer Castilla, con la vivacidad de un cronista experimentado. Anduvo de aquí para allá, con la escopeta al hombro o como senderista, rastreando palabras, perdices, utensilios o costumbres lugareñas. Sus novelas alcanzaron un éxito inusual en su tiempo y muchas lo acrecentaron cuando se trasladaron al teatro o al cine. Algunas, como Las ratas o Lo santos inocentes son de una crudeza naturalista que coinciden con la aspereza de la literatura del socialrealismo. A esto se suma lo que más de una vez Delibes aireó refiriéndose a su tesis de que la ecología y la caza son perfectamente compatibles.

En fin, el nombre de Delibes ha venido a quedar indisolublemente ligado al de su tierra. Su narrativa está estrechamente vinculada con la geografía rural del territorio por el que transitó su vida y su obra. Javier Goñi ha sido capaz de resumir toda la vida de un destacado hombre de nuestras letras en apenas doscientas páginas, dándonos a conocer muchos detalles de la integridad personal de un escritor preocupado siempre por la pureza del lenguaje, la cercanía familiar y el deleite de la caza, que dio vida, a través de su prosa pulida, a un sinfín de personajes como El Mochuelo, El Nini, Paco “El bajo”, Menchu o Cipriano Salcedo, reconocibles y entrañables protagonistas que conectaron sus sentimientos con nosotros mientras leíamos sus historias.

El rescate editorial de un libro de interés literario y cultural como esta estupenda biografía dialogada es un acontecimiento a celebrar, no solo porque engrosa la coherencia del catálogo del sello que la edita, sino porque ofrece una nueva oportunidad al lector de hoy de acercarse a una figura entrañable de nuestra literatura, arquetipo de escritor honesto, que dejó una copiosa obra con marcado carácter castizo. Un disfrute.


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