Hace
dos semanas, el programa literario de radio La estación azul
sorprendió a sus oyentes con la presencia del poeta Antonio
Gamoneda (Oviedo, 1931). El escritor, Premio Cervantes de 2006,
departió magistralmente una lectura poética de su último poemario
Canción errónea (Editorial
Tusquets)
y habló sobre el contenido de esta antología para aseverar
que, en sus versos, la vida aparece reflejada como un accidente.
“Existir, añadía
el invitado, es un error o accidente. Es una referencia
existencial permanente”. La
entrevista, ciertamente, fue muy sustanciosa y repleta de
autenticidad.
La
primera vez que leí la poesía de Antonio
Gamoneda fue en el año
2003, con la publicación feliz de Arden las pérdidas.
Su lectura me conmovió, especialmente por la visión de las pérdidas
y olvidos. Gamoneda
transmite con este poemario una conciencia sobre el tránsito de la
vida. Esa conciencia, que el asturiano-leonés continúa ahora con
Canción errónea,
viene del paso del nacimiento, desde la inexistencia hasta llegar de
nuevo a la inexistencia vital: la muerte. En medio de este discurrir
se sitúa la vida como accidente o error. Canción
errónea no es un libro de
tono pesimista, sino un texto vital, realista y
sensato sobre el regreso a la inexistencia. Eso sí, la muerte está
más presente en este libro, pero en una actitud racionalista. Hay también un diálogo permanente con el significado
de las palabras insertas en los versos. Dice Gamoneda
que la poesía es el arte de la memoria del lenguaje. El
lenguaje poético es insurgente y se piensa lo que se dice. Por
tanto, se distancia con el lenguaje convencional, pactado con los
poderes establecidos: económico, político, mediático...,
que finge decir lo que piensa.
Gamoneda
provoca perplejidad en los versos que reúne en Canción
errónea y persigue en sus
poemas lo que siempre le ocupó como poeta: el autoconocimiento. La
vida es un error, llena de cosas maravillosas: la amistad, el amor, el
placer estético. Pero el poeta reitera: un error, al fin y
al cabo.
Desprecio
la
eternidad.
He
vivido
y
no sé por qué.
Ahora
he
de amar mi propia muerte
y
no sé morir.
Qué
equívoco.
Estos versos responden al espíritu del texto, donde el poeta
filosofa sobre lo efímera que es la vida y lo cargada que va de
contenidos absurdos: ir de no ser a no ser. No es un estado natural,
es un accidente, pero que, según el autor de Un armario lleno
de sombra, merece la pena. Y lo expresa en versos como los
que siguen:
Yo
amo
cuanto
he creído
viviente
en mí.
Canción errónea es un libro evocador sobre
la vida como error. Tiene algo de recapitulación y lo manifiesta el
poeta con desnudez, como lo hizo en una entrevista que concedió a El País:
“Cada vez me rebelo menos ante la interrupción del extraño
accidente que es vivir. La muerte, que siempre me dio miedo, ya es de
la familia”.
Un libro que invita a discernir el significado existencial del individuo, un texto envolvente y auténtico que rezuma sinceridad por encima de todo, con un lenguaje cuidado y sonoro.
Un libro que invita a discernir el significado existencial del individuo, un texto envolvente y auténtico que rezuma sinceridad por encima de todo, con un lenguaje cuidado y sonoro.
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