jueves, 4 de julio de 2013

Vivir es un accidente


Hace dos semanas, el programa literario de radio La estación azul sorprendió a sus oyentes con la presencia del poeta Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931). El escritor, Premio Cervantes de 2006, departió magistralmente una lectura poética de su último poemario Canción errónea (Editorial Tusquets) y habló sobre el contenido de esta antología para aseverar que, en sus versos, la vida aparece reflejada como un accidente. “Existir, añadía el invitado, es un error o accidente. Es una referencia existencial permanente”. La entrevista, ciertamente, fue muy sustanciosa y repleta de autenticidad.

La primera vez que leí la poesía de Antonio Gamoneda fue en el año 2003, con la publicación feliz de Arden las pérdidas. Su lectura me conmovió, especialmente por la visión de las pérdidas y olvidos. Gamoneda transmite con este poemario una conciencia sobre el tránsito de la vida. Esa conciencia, que el asturiano-leonés continúa ahora con Canción errónea, viene del paso del nacimiento, desde la inexistencia hasta llegar de nuevo a la inexistencia vital: la muerte. En medio de este discurrir se sitúa la vida como accidente o error. Canción errónea no es un libro de tono pesimista, sino un texto vital,  realista y sensato sobre el regreso a la inexistencia. Eso sí, la muerte está más presente en este libro, pero en una actitud racionalista. Hay también un diálogo permanente con el significado de las palabras insertas en los versos. Dice Gamoneda que la poesía es el arte de la memoria del lenguaje. El lenguaje poético es insurgente y se piensa lo que se dice. Por tanto, se distancia con el lenguaje convencional, pactado con los poderes establecidos: económico, político, mediático..., que finge decir lo que piensa.

Gamoneda provoca perplejidad en los versos que reúne en Canción errónea y persigue en sus poemas lo que siempre le ocupó como poeta: el autoconocimiento. La vida es un error, llena de cosas maravillosas: la amistad, el amor, el placer estético. Pero el poeta reitera: un error, al fin y al cabo.

Desprecio
la eternidad.
He vivido
y no sé por qué.
Ahora
he de amar mi propia muerte
y no sé morir.
Qué equívoco.

Estos versos responden al espíritu del texto, donde el poeta filosofa sobre lo efímera que es la vida y lo cargada que va de contenidos absurdos: ir de no ser a no ser. No es un estado natural, es un accidente, pero que, según el autor de Un armario lleno de sombra, merece la pena. Y lo expresa en versos como los que siguen:
Yo amo
cuanto he creído
viviente en mí.

Canción errónea es un libro evocador sobre la vida como error. Tiene algo de recapitulación y lo manifiesta el poeta con desnudez, como lo hizo en una entrevista que concedió a El País: “Cada vez me rebelo menos ante la interrupción del extraño accidente que es vivir. La muerte, que siempre me dio miedo, ya es de la familia”. 

Un libro que invita a discernir el significado existencial del individuo, un texto envolvente y auténtico que rezuma sinceridad por encima de todo, con un lenguaje cuidado y sonoro.

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