La
reciente novela de Marta Sanz
(Madrid, 1967), que viene con el galardón del Premio
Herralde de Novela, nos
propone dejar, del mismo modo, nuestra mente a un lado y trasladarnos
al mundo insólito que conforma el teatro más allá del escenario.
Farándula
(Anagrama, 2015) es una historia sobre la resistencia y los miedos de
los actores a perder el lugar en el cartel de la fama, ese espacio
inerme y solitario, tan equidistante entre la cima y el derrumbe. El
mundo de los actores es un universo al que la autora madrileña le
gusta volver. Ya lo hizo con su anterior novela Daniela
Astor y la caja negra (2013),
editada también en Anagrama, en la que hablaba de la época del
destape del cine español. Ahora, con Farándula,
despliega una historia sobre los actores de teatro, un remake
literario
de aquella pieza magistral, Eva
al desnudo,
pero en versión española. Natalia
de Miguel aspira
a convertirse en actriz y alcanzar la fama en los escenarios. En ese
empeño, se las ingenia para introducirse en un grupo de actores de
teatro y hacerse amiga y confidente de Ana
Urrutia,
gran dama del teatro, mujer de armas tomar, ya anciana y decrépita.
El deseo de actuar y las ambiciones desmedidas de la joven promesa la
consumen hasta el punto de estar dispuesta a lo que sea con tal de
escalar hacia el éxito. Daniel
Valls,
estrella internacional, entra en escena y es quien adivina lo que se
esconde tras su dulce apariencia, solo él es capaz de ver y valorar
lo que mastica esta desafiante Eva.
En ese trayecto pedregoso se cruzarán otros personajes como Valeria
Falcón
y Lorenzo Lucas,
ella una actriz consagrada y curada de espantos, él un actor
libertino y frívolo perdidamente enamorado de Natalia.
Farándula,
como todos los libros de esta interesante escritora, lleva su sello,
ese tan divertido y crítico, de claro contenido ideológico, que no
oculta las mezquindades del sistema. Marta
Sanz
despliega su talento para ofrecer al lector una meticulosa
observación del mundo del teatro desde la perspectiva de sus
personajes. Lo que no se ve en el espectáculo es lo que trasciende,
la desnudez fuera de escena de los actores, sus anhelos, sus
fracasos. Este libro interviene en la realidad y formula preguntas,
aunque muchas de ellas no tengan por qué responderse, en todo caso,
será el lector quien se ocupe de ello.
Sanz
es una escritora puntillosa e intrépida que, a su vez, exige
lectores arriesgados e impertinentes que completen el texto. Este
afán crítico, tan propio suyo, viene de lejos en su trayectoria
literaria, en especial lo encontramos de manera palpable en su libro
de ensayos No tan incendiario
(Periférica, 2014), un texto brillante y demoledor sobre la cultura
y lo que rodea al mundo literario. Para ella, convencida de que toda
cultura encarna un posicionamiento político, no desaprovecha el
momento para afirmar por boca de un personaje secundario de Farándula
que
“el teatro hoy es más político que nunca solo por el hecho de
seguir siendo teatro”, (pág. 216).
Todo lo que subyace en esta novela, políticamente incorrecta, es una
metáfora del mundo del teatro, de esa farsa sociocultural, que no es
más que otra impostura por donde discurre la precariedad y la
incertidumbre que azotan no solo a este gremio, el de los actores,
sino que también lo hace extensible a todos los sectores de nuestra
sociedad.
Nada
de esto es gratuito al referirnos al libro que acaba de firmar una de
las voces más en forma del panorama actual de nuestras letras. Para
Marta Sanz,
que como todo buen artista no soporta la realidad, todo lo que nos
rodea es escurridizo, por mucho que el mundo esté demasiado encima
de nosotros, como diría Saul
Bellow.
Lo
que se cuenta y muestra en esta novela divertida y triste a la vez,
de prosa ágil e incisiva, no es ni más ni menos que literatura
comprometida con la realidad, aunque, en este caso, la ficción se
instale en la banalización de la farándula y sacuda desde allí la
médula espinal del lector-espectador. ([Reseña
núm. 254]