La
música y la literatura han tenido a lo largo de los tiempos una
relación que algunos denominan de incestuosa por aquello de que
ambas salen de un mismo tronco, de esa impronta rítmica de
inspiración mutua. El mundo del rock y el pop han flirteado a lo
largo de su existencia con la literatura. Muchos temas instrumentales
y canciones nacieron como evocación lírica y épica de autores
inmortales de las letras. Bob
Dylan,
por ejemplo, fue
nominado al Nobel de Literatura por su aportación poética a la
música en los años sesenta. Jim
Morrison, lider de The
Doors, estuvo
influenciado por los poetas malditos. Uno de los grupos más punteros
de los setenta, Pink
Floyd, marcó un hito
discográfico con álbumes como Animals
y The Wall,
de carácter satírico, político y social influenciado claramente
por Orwell. El rock
trascendió el ámbito musical para convertirse en un concepto
sociocultural, un movimiento popular para diferentes ambientes y
capas sociales que originó una contracultura que todavía persiste,
aunque ahora en menor grado.
Biodiscografías
(Páginas de Espuma, 2015) es un libro en esa senda, pero a la
inversa. Aquí lo que se cuenta proviene de una inspiración musical.
La antología de relatos reunidas en esta obra, una reedición de la
que se publicó en euskera en 2011, es un compendio de historias en
torno a una evocación de una canción o de un álbum discográfico
que tuvieron algún impacto en la biografía de su autor. Iban
Zaldua (San Sebastián, 1966),
es profesor de Historia de la Universidad del País Vasco pero, sobre
todo, es un melómano irredento y un entusiasta coleccionista de
vinilos de rock y pop. Lo que viene a contarnos el escritor vasco en
los cuarenta y dos relatos breves que conforman esta antología no se
entendería si no se prestara atención a la canción que viene anexa
a cada título, ya sea rock clásico, pop, punk, grunge o rock
sinfónico. El relato no existiría sin ese mar de fondo musical,
aunque, ciertamente, la vida del autor y las apariciones de otros
personajes de su entorno son los verdaderos artífices de su razón
de ser.
Zaldua
ha escrito un libro generacional de relatos que giran alrededor de la
música de los 70, de los 80 y también de los 90, en un escenario en
el que el nacionalismo radical vasco, muy reconocible, está muy
presente en muchas de las historias narradas. La música que acompaña
a una buena parte de estos cuentos tiene ese calado inconformista tan
propio, en este caso, de la lucha ideológica identitaria. El
fantasma del radicalismo aparece en alguno de los relatos
escenificados en históricos conciertos celebrados en el Velódromo
de San Sebastián. Hay historias políticas, íntimas y familiares
contadas desde el recuerdo personal y la evocación rockera para
conducir al lector al ambiente y al lugar exacto donde ocurre el
hecho narrado, bajo la sintonía del vinilo que le acompaña, de la
música que suena.
Por
aquí suenan The Beatles,
Génesis,
Elvis Costello,
The Smiths,
Radiohead,
The Beach Boys...
y otros muchos grupos y artistas. Cada pieza narrativa está
engarzada, como ya dije anteriormente, a un tema musical enunciado,
como si se tratara de una banda sonora de un corto cinematográfico.
A Zaldua le interesa
que fluyan sus historias por determinados acordes para desvelar la
emoción, el rencor, la ironía o la acidez de lo relatado.
Todo
lo que suena por los surcos de este pick-up narrativo no es más que
el devenir de la vida y sus contradicciones. En Biodiscografías
se encuentran decepciones, conflictos familiares, custodias
compartidas, enfermedades y anhelos, pero también hay mucha
nostalgia y melancolía.
Iban Zaldua
ha montado un artefacto músico-literario capaz de retratar una época
de su vida y de revivir un tiempo pasado a través de un recorrido
existencial, donde la presencia del pop y el rock le sirven para
tocar algunos asuntos escabrosos y vivencias personales en las que el
escritor donostiarra no sale bien parado.
Biodiscografías
es algo más que un vinilo literario. Lo que escribe Zaldua
no tiene nada de pretencioso ni es una sobreexposición de sus
conocimientos musicales, eso, en todo caso, sería solo la carátula
del libro. Lo importante va en su interior, en la ficción y el
grafismo de sus historias, en las que se entrecruzan la autobiografía
con el discurrir de la música pop, las relaciones personales con la
historia reciente del País Vasco, todo ello bajo un escenario
realista y un clímax incierto mientras la vida sucede y la música
también hace lo propio. [Reseña
núm. 252]
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