Tenía pendiente, desde
hacía tiempo, acercarme a los linderos literarios de Guillermo
Fadanelli (Ciudad de México, 1963), un autor catalogado en
algunos círculos como el escritor más oscuro de la literatura
mexicana presente. El resultado de esta primera incursión en la obra
narrativa del mexicano ha sido para mí una experiencia
extraordinaria y alentadora para seguir explorando el resto de su
producción artística.
Compraré un rifle
(Anagrama, 2004) es una colección de diecinueve relatos
cortos, unidos por las constantes vitales de unos personajes que
sobreviven a la cruda realidad de sus menesterosas existencias, la
mayoría de ellos desgraciados, que luchan por seguir adelante
superando calamidades. Fadanelli me ha sorprendido con ese
lenguaje crudo que exibe en su escritura, dura y áspera, para
mostrar el lado menos amable de las conductas de sus protagonistas.
Pero la cuestión más significativa de estos cuentos es que en todos
hay una revelación basada en un secreto o malentendido, esa
particularidad guardada de la historia de alguien que, a veces, linda
con el chisme, con las diferentes versiones que circulan y que, en
este libro, el escritor
hispanoamericano zanja y descifra con naturalidad y realismo.
Fadanelli es un
autor obsesionado por los bajos fondos y, su propio país, tan
cargado de miserias y melodramas, es una mina inagotable para extraer
escenarios miserables habitados por sujetos que raramente lloran y
matan en un santiamén. Sorprende cómo la apatía de los
desheredados que desfilan por las páginas del libro se extiende
hasta su prosa. Esa indolente indiferencia es el sello particular
que imprime el autor mexicano a estos cuentos reunidos en Compraré
un rifle, para significar que cuando no hay arrojo no cabe
entusiasmo.
En Compraré un
rifle encontramos extraños rostros de la naturaleza humana:
basura, muerte, sexo, violencia, obsesiones o turbios deseos. Pero,
para mí, la maestría de Guillermo Fadanelli radica en su
habilidad narrativa al crear ese vínculo invisible tan necesario
para el lector y, sobre todo, capaz de conmoverlo con el arma de la
sobriedad, su pluma, un rifle que apunta al páncreas y al hígado.
Con esa repetidora el mexicano dispara una serie de relatos en los
que la mediocridad y la falta de estímulos trazan la trayectoria de
sus balas para hacer blanco en personajes solitarios, atrapados en
sus absurdas vidas. Relatos como Interroguen a Samantha, ¿Por
qué, Señor, me hiciste tan perfecto?, ¿Acaso creen que soy
un imbécil? o Carmela
son claros exponentes de un humor frío y letal en donde la soledad
de tantos incautos aguarda sin esperar justicia a cambio, porque no la hay.
En el estilo Fadanelli,
económico en recursos, se aprecia una cierta semejanza a Raymond
Carver y las voces y el habla
de sus personajes tienen ecos del realismo sórdido de Charles
Bukowsky. Lo cierto es
que necesita pocas páginas para esbozar los contornos de sus
habitantes y mostrar con contundencia las miserias de sus vidas
marginales.
Compraré un rifle
es una colección implacable de espléndidos aguafuertes, escritos
con una contundencia propia del magisterio de un narrador conocedor
de las vidas secretas de seres alejados, gente excluida que no tiene por qué ocultar ni desmentir los malentendidos acerca de su existencia.