Hace
unos días inicié mi andadura lectora por el territorio literario de
Patricio Pron (Rosario, 1975). Del escritor y periodista
sudamericano tenía referencias de sus incursiones críticas en los
suplementos culturales de El País y ABC, así como de
sus colaboraciones en las revistas de Quimera y Letras
Libres, pero no conocía nada de su producción narrativa. A
Marta Sanz le escuché hablar de él hace dos años, en unas
jornadas literarias celebradas en Jerez en la Fundación Caballero
Bonald, como una de las voces literarias emergentes más
interesantes del panorama narrativo actual hispanoamericano.
Recientemente, otro escritor consagrado, Hipólito G. Navarro,
posaba en su muro de Facebook leyendo La vida interior de las
plantas de interior, lo que supuso el impulso definitivo para
leer a este autor argentino que se me resistía. Y lo hice por
partida doble, con El libro tachado (Turner,
2014), un ensayo entusiasta y original sobre la historia de la
literatura de los dos últimos siglos que invita a una larga
conversación, y La vida interior de las plantas de interior
(Mondadori, 2013), trece relatos que inciden en la experiencia
de personajes ante el bloqueo y liberación de sus vidas pasajeras.
En
esta recopilación narrativa donde tiene especial relevancia los
relatos sobre el mundo de la creación literaria, Pron irrumpe
en lo irreverente y descorazonador de sus protagonistas para
desvelarnos sus vidas interiores. El lector presencia una variopinta
galería de personajes y situaciones que lo convierten en un
espectador de un escenario literario de azares y jugarretas del
destino que conecta con su propia condición humana. La primera de
estas historias, El cerco, comienza con un joven que corre
junto a su perro por un barrio alemán y el animal es atropellado por
un coche. En Diez mil hombres, un relato autobiográfico,
despliega un deslumbrante ejercicio sobre los cimientos de la ficción
y sus consecuencias a la hora de manifestarse al mundo. Sin embargo,
las artimañas y la doble moral de escritores y críticos hacen de
las suyas en el relato Trofeos de amantes que han partido.
Pisando otro terreno, más conmovedor e impactante, resulta ser el
terrible cuento Como una cabeza enloquecida vaciada de su
contenido, una triste crónica de violencia contemporánea. En El
nuevo orden de la última lluvia, Pron exprime su
inspiración creadora hasta lograr un cuento sobrecogedor, en torno a
la soledad de una mujer irredenta que lucha contra un entorno hostil
que trata de aniquilarla. La florista desubicada de Rododentro
nos conmueve por su obsesión sistemática por un cliente descuidado
y por su anhelo de alcanzar otro modo de vida.
La
vida interior de las plantas de interior es un libro sobre
los hilos invisibles que conectan los azares de la vida, por donde se
cruzan inopinadamente personajes con dolencias emotivas que logran
librarse mediante tics repetitivos: mujeres que leen obituarios,
caballos pensantes que filosofan, floristas neuróticas y escritores
imbuidos por la intrascendencia de sus vidas interiores...
Patricio
Pron provoca al lector deliberadamente con el juego ingenioso de
la trama de estas historias, para infundirle desazón, humor y
sorpresa, un ejercicio literario divertido y original que explora los
designios emocionales de unos personajes que, al igual que las
plantas interiores, tratan de sobrevivir a los quehaceres cotidianos,
tan llenos de rutinas y sobresaltos. Y para conseguirlo, Pron
tiene la habilidad de servirse de elipsis, objetos y escenas mínimas
para contarnos historias que pertrechan verdades, aterran y emocionan
al mismo tiempo, y para decirnos que, gran parte de los males y
sufrimientos de la vida, provienen de la incapacidad de liberar las
tensiones que nos ahogan dentro.
No
era mi intención ser indulgente con este primer libro reseñado de
Pron, pero La vida interior de las plantas de interior,
un título algo enrevesado, es un texto exquisito y jugoso, no solo
por lo que cuenta, sino por cómo lo hace. Los cuentos de Patricio
Pron parecen un organismo vivo, un microcosmo autosuficiente que
impone sus designios desde las primeras líneas y contra el que no
cabe cualquier intento de resistencia y, menos, una reseña ingrata.
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