Cuenta
Ignacio Peyró en su
monumental libro Pompa y circunstancia
(2014) que Gerald Brenan
(Sliema, Malta, 1894 – Málaga, 1987) llegó a España sin más
aspiraciones que pensar que “la vida resultaría barata”. Acababa
de recibir una condecoración por los servicios prestados en la Gran
Guerra y, también, una herencia familiar que le permitió abandonar
Inglaterra y pasar sus horas leyendo a Spinoza
bajo naranjales. Cuando se dejó ver por primera vez por la Alpujarra
granadina contaba veinticuatro años y “llevaba consigo miles de
libros y muy pocas libras”.
Volvió
a Inglaterra en 1924 y, al poco tiempo, regresó a Yegen (Granada),
el pueblo que le cautivó y en el que pasaría una buena parte de su
vida. De esta población alpujarreña reflejó muchas de sus
vivencias en las páginas de Al sur de Granada
(1957), una de sus obras más significativas. Posteriormente se
instaló en el barrio malagueño de Churriana y después en Alhaurín
El Grande, donde vivió las últimas décadas de su vida. Sin
embargo, su obra más mítica, El laberinto español,
vio la luz mucho antes, un libro muy valorado, cuando fue editado,
por
los sectores progresistas del país en el que analizaba
minuciosamente los antecedentes que determinaron la Guerra Civil. Fue
un libro importante, una síntesis admirable de la España del siglo
XX, una obra vetada por Franco, pero que la editorial Ruedo
Ibérico pudo
publicar en París en 1943.
De
todos los viajeros e intelectuales anglosajones que pasaron por
España, quizá sea Brenan
el que más hondo caló en los españoles. Conoció bien a fondo
nuestra historia, cultura y literatura, como así se refleja en la
cantidad de artículos que publicó en distintas revistas inglesas y
norteamericanas. La editorial Fórcola acaba de publicar Cosas
de España,
un volumen que lleva como subtítulo Ensayos,
Artículos y Crítica Literaria,
en el que se reúne una
buena colección de textos bajo el cuidado, selección y prólogo de
Carlos Pranger,
albacea del legado de Brenan y
gran estudioso de su vida y de su obra.
El
libro contiene veintiséis piezas del más variado interés entre las
que destacan dos artículos sobre la vida y la poesía de San
Juan de la Cruz, a quien
admiraba profundamente y del que resaltaba su experiencia de místico
practicante, el ritmo y el valor simbólico de las imágenes de sus
versos, que profundizaría más en un estudio y biografía
posteriores dedicados al autor del Cántico espiritual;
otro de sus artículos sobresalientes se lo dedica a Cervantes,
de quien glosa su figura, la
invención literaria de El Quijote
y, especialmente, su maestría en el arte del diálogo; y también es
digno de destacar otro artículo titulado La
escena española,
que es una aproximación magistral a las claves de su obra cardinal
El laberinto español.
Brenan
reivindicó con ahínco a Galdós
como uno de los grandes novelistas europeos, y lo pone a la altura de
Balzac,
Dickens
y Dostoievski.
De él afirma que “escribió de manera soberbia y objetiva acerca
del mundo, de su visión, y no se asociaba con ningún otro de sus
personajes”. También le dedica unas encendidas palabras a su amigo
Arturo Barea,
autor de La forja de un rebelde,
en un sentido artículo que titula Un
hombre honesto.
Hay otras incursiones del hispanista británico recogidas en esta
selección en ambientes más folclóricos y localistas, como por
ejemplo su estancia en la Romería del Rocío de la que habló
maravillas y que se quedó con ganas de volver a repetir.
Debemos
mucho a este excéntrico y torrencial escritor, como se dice en el
prólogo: “Brenan
fue un escritor a su manera que se caracterizó por ser libre”, una
cualidad que supo mantener en el tiempo, algo que lo llevó a cabo de
la mejor manera que supo, con gratitud hacia el país de adopción
que lo acogió con los brazos abiertos, en el que pone su mirada
crítica y al que admira con sus luces y sombras. “Brenan
y España se confunden en un original y delicioso juego de espejos, o
de fragmentos por reconstruir”, subraya Pranger
al
referirse a la diferente temática que abarcan los textos reunidos
por él en el libro y que nos dan una aproximación bastante clara de
todo aquello que le interesaba y le llamaba la atención de nuestro
país: su gente, su historia, sus letras y sus costumbres.
Cosas de España
es un libro que nos permite conocer a Don
Geraldo,
como le llamaban sus convecinos de Alhaurín el Grande, en muchas de
sus facetas intelectuales de crítico literario, cronista,
memorialista e investigador de la Historia, que supo combinar su
talante inglés con la vida campechana de la gente de Andalucía,
“una tierra mucho más viva que Castilla”, apostillaba. Brenan
rehuía de ese tópico de considerar a los andaluces gente frívola,
sino todo lo contrario.
A
todo su quehacer le dedicó tiempo, lecturas y mucha vida solitaria.
En este libro se aprecia bien ese sentir y las razones estéticas e intelectuales
de un hombre de fuera que aportó su mirada y reflexión para
escribir con libertad, con ese estilo suyo tan ligero y vívido,
sobre España y su gente, como paso previo al entendimiento de sus
entresijos sociales y su cultura.
Brenan
se resiste a desaparecer.
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