A
pesar de mis considerables lagunas literarias, de todos los libros de
relatos que se han publicado en lo que va de siglo en el ámbito
nacional, tengo la impresión de que en estos años se han editado
bastantes de gran calidad, con piezas excelentes en muchos de ellos.
Esta incesante producción viene a confirmar el buen momento que
atraviesa el género breve en el panorama español, debido a
distintos factores, entre los que conviene destacar los siguientes:
una nómina amplia de autores de diferentes generaciones asidua al
cuento, editoriales entusiastas e impulsoras de la narrativa corta,
certámenes de referencia nacional cada vez mejor dotados en premios,
talleres de creación literaria y, sobre todo, lectores apasionados
que muestran cada vez mayor entrega al potencial narrativo que
ofrece este modo de contar historias.
Un
buen ejemplo de ese elenco de artistas y referente indiscutible del
cuento español actual es Oscar Esquivias
(Burgos, 1972), ganador del Premio
Setenil en 2008 con los
cuentos La marca de Creta
y ganador del Premio La
Tormenta en un vaso,
tres años después, con sus relatos Pampanitos verdes.
El escritor castellano-leonés posee esa habilidad técnica y ese
caudal inventivo para componer con eficacia las historias de sus
cuentos, esos espejos de la vida –como decía Ribeyro–
pero también del mundo real e imaginario.
Andarás perdido
por el mundo (Ediciones del
Viento, 2016) es su último trabajo narrativo publicado, catorce
cuentos recopilados escritos en años anteriores, nacidos por encargo
para revistas, editoriales o aportaciones colectivas de escritores,
que vienen a consolidar su trayectoria en este género que tanto le
apasiona. Bajo el portal de un título bíblico, Esquivias
propone al lector un viaje por puntos dispares del mundo para
acompañar a sus personajes, seres desubicados que andan sin brújula
por la vida en busca de un destino. En estas historias, cada uno de
ellos camina a su aire por escenarios dispares: Burgos, Florencia,
Madrid, Moscú, Santa Mónica, Dakar, Londres o París. Si en el
Génesis Caín sufre la condena divina de andar errante por la tierra
después de su tropelía, los protagonistas de estos relatos no
vienen marcados por ninguna conducta errática, sino que son niños,
adolescentes y jóvenes normales, en su mayoría, que afrontan los
destinos de sus vidas lejos de sus orígenes familiares o en entornos
equidistantes, ya sea en el barrio burgalés de Gamonal, en la
periferia de Ciudad de México, en una colina de Estambul, en el
distrito madrileño de Cuatro Caminos, en la Vía Garibaldi de Turín
o en los alrededores de la Sorbona de París.
Los
cuentos reunidos en este libro afloran desde la memoria y la
experiencia de los personajes que los conforman con voces surgidas
desde la niñez y la adolescencia, dos etapas propias de tropiezos y
origen de aventuras para perderse por los márgenes establecidos por
los adultos. En Todo un
mundo lejano, uno de los
mejores relatos, el narrador testigo nos cuenta el devenir de un
amigo que se debate entre su vocación religiosa y su incipiente
homosexualidad; en La
Florida, un cuento
dedicado por el autor a un tío suyo que se llevó toda una vida en
un psiquiátrico, un niño pone su mirada inocente sobre la vida
incierta de un adulto desquiciado que para él no deja de ser alguien
extraordinario; en El
chino de Cuatroca hay un
guiño al relato picaresco, en el que la máscara de la vida pone a
prueba a un adolescente ecuatoriano de rasgos chinos que lucha por
sobrevivir entre emigrantes; La
última víctima de Trafalgar,
el relato más extenso, está escrito en tercera persona y es una
evocación disparatada e inmersa en el pasado histórico que, además,
comparte algún personaje dickensiano; La
casa de las mimosas es
otro de los destacados, un cuento ambientado en el mundo del cine con
presencia de Greta Garbo.
La música gravita sobre la mayoría de estos cuentos como hilo
conductor y, en el último de ellos, El
arpa eólica, el más
fantástico y romántico de toda la colección, el joven Berlioz,
músico en ciernes y estudiante de medicina, se ve obligado a visitar
cementerios en busca de cadáveres para subsistir.
En
Andarás perdido por el mundo
nos vamos a encontrar con la realidad más inmediata y cotidiana de
diferentes personajes, unidos por el desarraigo de sus vidas,
desorientados, que no viven su existencia como una tragedia, sino
como un destino, y que están dispuestos a jugársela, a perderse
también por los obstáculos propios de otros congéneres extraños e
insanos que se les interponen en su camino.
Esquivias,
con su eficacia literaria de narrador realista, que conjuga la
observación al detalle, valiéndose de una prosa pulida y concisa,
se las arregla muy bien para encontrar en esa realidad sencilla e,
incluso, menesterosa de sus cuentos, voces distintas, tonos, temas e
invenciones, el jugo necesario para que sus historias tengan a su vez
ese matiz preciso para atraparnos con cierto estupor y extrañeza por
las rutas insólitas de este sorprendente libro.