jueves, 22 de enero de 2015

Tocata y fuga


La vida es nada, o poco menos, una derivada del azar, un trayecto incierto, una expectativa o una decepción. El viaje a pie de Johann Sebastian, editado por el sello granate de Periférica en octubre del año pasado, es una novela donde los fantasmas familiares salen a escena y en donde el narrador se erige con su voz para dar sentido a esa búsqueda de dignidad que pueda haber en todos y cada uno de los integrantes de una familia en descomposición. Carlos Pardo (Madrid, 1975), autor y narrador de este libro, poeta y novelista en la frontera de los cuarenta años, traza un relato sentimental de los suyos, que se nutre del pasado pero que se retrata, con acento mordaz, en el presente, lastrado por la crisis social que, de paso, arrolla a su familia.

La trama de El viaje a pie de Johann Sebastian pone al lector frente a un matrimonio de clase media, divorciados, mayores y enfermos que requieren la atención de sus cinco hijos y, a partir de aquí, se desarrolla la novela. Los puntos de fuga, los intentos de huída del narrador y el resto de los personajes, sus hermanos, respecto a sus circunstancias personales y a los lazos de su padres pondrán el acento en esa ruptura familiar. Pardo nos presenta su artefacto autobiográfico en siete secciones, una de las cuales da título a la novela, narrada en primera persona, menos la que cuenta, a mitad del libro, las andanzas del joven Bach que, con solo veinte años, emprende un viaje a pie desde Arnstadt a Lübeck para suceder al organista Buxtehude, su maestro y mentor. Una aventura de 350 kilometros, planificada para tres semanas, que durará tres meses con un final sorprendente. Este requiebro narrativo pone un contrapunto intencionado al resto de secuencias que conforman la novela. El autor quiere que esta dislocación se perciba por el lector claramente, como punto de inflexión determinante de que las piezas que configuran El viaje a pie... aparezcan separadas como símbolo notorio de lo que acontence en las propias vidas de los protagonistas que transitan por la novela.

Carlos Pardo ha escrito una novela de formación con personajes reales, un relato que plasma, en poco más de doscientas páginas, la crudeza de sus vidas y la desintegración de una familia, sin rencor ni ajustes de cuentas, con la honestidad, dentro del propio ejercicio de ficción, de ir más allá, persiguiendo narrar lo que sucede en tantas otras familias, en circunstancias calcadas a la suya. Podríamos deducir de la lectura de este libro que es una novela generacional, si convenimos que lo más íntimo se convierte en lo más universal. El escritor, en definitiva, disecciona a su familia para desmenuzar la decadencia social de ese mito de la clase media de ser distinto y original para alcanzar el éxito social, un modelo de hacerse a sí mismo como sujeto diferenciador que, en verdad, lo que ha propiciado es desencanto. Hay, por todo ello, una cierta mirada comprensiva por parte del narrador hacia el desarraigo de todos los personajes, inmersos en uno mayor y colectivo: la fractura entre el individuo y la comunidad.

El viaje a pie... es una novela de corte político, desde la voz del narrador, desde la propia lectura, más que de los presupuestos ideológicos de los personajes. La obra entremezcla la vida, que siempre es azarosa, la condición humana y las circunstancias históricas que son tan determinantes para la mayoría de las familias y cada uno de sus miembros. Un libro que tiene como escenario lo más próximo del individuo, el entorno familiar y cuenta el desamparo sobrevenido por la pérdida de sus lazos identitarios.

Carlos Pardo ha escrito una autobiografía novelada con carácter propio, un relato no lineal, entrecortado por otros relatos que interfieren y se unen a la memoria del narrador, un libro diferente y vivo que tiene resonancias musicales de fugas y contrapuntos como la misma vida de sus intérpretes. El viaje a pie... no es una novela facilona para todos los públicos. Su construcción, digresiones, la manera de narrar un pasado propio e íntimo, la historia ficcionada de Bach, el diario de una madre apenada, la intencionalidad del autor de no amañar su autobiografía, requieren de un lector crítico y reflexivo que no escape indemne de esta metáfora narrativa.

Si algo caracteriza la lectura de este libro son los sentimientos que subyacen en la narración de esta historia familiar que viene a decir que: vivir no es más que acostumbrarse a perder y asumir que lo que nos ocurre en la familia y en la vida nos moldea, pero lo que nos define, en verdad, son nuestras decisiones individuales y colectivas.

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