Así es como la
pierdes (Random House, 2013) es
un conjunto de relatos que tiene como protagonista a Yunior, un álter
ego juvenil de Junot
Díaz (Santo Domingo, 1968) que se lee como una novela, ya que sus protagonistas son
recurrentes, tanto en su presencia como en su ausencia a lo largo de
las nueve historias que componen el texto. No obstante, todas y cada
una de estas historias tienen entidad propia y se sostienen por sí
mismas. Ya en su primera novela, Los boys,
el dominicano utilizó la misma estructura narrativa. Con este
precedente, entre dos mundos y dos culturas que tratan de sobrevivir,
Díaz fusiona
la narración apasionada de la voz caribeña del castellano con el
inglés. El resultado es un vivísimo spanglish
muy sugerente y reconocible al que solo se precisa escucharlo. Son
narraciones episódicas que forman parte de un relato mayor que
aglutina a todos. Se va formando un entramado del que van surgiendo
las diferentes facetas de cada uno de los personajes que desfila con
su pasado, su crudo presente e incierto futuro, y donde los
acontecimientos derivan en acciones ardorosas y turbulentas.
Si
Junot Díaz se
adentraba en su primer libro en el territorio perdido de la infancia,
en Así es como la pierdes
bordea la adolescencia y juventud atrapada en el amor y el sexo. El
narrador-narrado, Yunior, un dominicano trasladado a los suburbios de
New Jersey va contando, o contándose, las historias de amor propio y
de su entorno familiar íntimo, sin saber cómo salir de su aprieto o
fracaso. Yunior, como su creador, es un narrador nato, su primera
autenticidad la establece por medio de las palabras adecuadas y
precisas para describir sus experiencias. Así es
como la pierdes, viene dado de la frase final
del relato Alma
y habla de hombres que dicen de sí mismo, que se insertan en
territorio femenino, en el de los sentimientos y la intimidad, sin
destreza ni tino. El libro es un catálogo de morenas voluptuosas e
insinuantes a las que se puede amar y desear, pero, como siempre, la
historia acaba mal resuelta por las infidelidades de hombres
primarios y promiscuos. Junot
escribe
en un lenguaje tan electrizante y distinto que parece que ofende y,
sin embargo, es irresistible y fascinante, plagado de construcciones
jugosas entre dos idiomas: tígueres,
fokin,
enigüey,
pana,
jevita...
El ritmo del español dominicano, su música, a modo de blues
y su ritmo se despliega aquí con todo su vigor. Al final de la
historia, Yunior, al igual que su creador, es un escritor y profesor
de la universidad que vive en el Gran Boston.
Lo
más característico de la literatura de Díaz
es la construcción del registro de la voz. Cómo pasa de la primera
persona para transformarse en segunda parece oficio exclusivo de
alquimistas. Otro aspecto singular de la escritura del dominicano es la maestría para recrear la narración oral de los personajes,
reinventando esas intromisiones del castellano en el inglés por
medio de un lenguaje coloquial y directo que ya hemos comentado.
Así
es como la pierdes es un
banquete para lectores exigentes, un puñado de relatos sabrosos y
coloridos, una obra entretenida y jugosa. Junot
explora la masculinidad caribeña y logra rescatar la fuerza
expresiva proveniente del lenguaje de su gente con talento, humor e ingenio, extraordinariamente
traducido por la estadounidense de origen cubano Achy
Obejas.
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