Muchos
desconocen que Alemania quiso y apoyó la transformación de Rusia a
través de la revolución bolchevique iniciada en 1917, que la hizo
posible, y que en su momento celebró el triunfo de Lenin
como propio. Con esta alianza de Alemania con la revolución
emergente rusa empezó todo, nos dice Sebastian Haffner
en su revelador libro El pacto con el diablo
(1988). Solo a partir de este hecho histórico y de su extraordinaria
repercusión internacional es posible recapitular las tremendas
consecuencias que alcanzó ese diabólico acuerdo que ambos países
firmaron, y que originó un ominoso descalabro mundial de tal
magnitud, dentro y fuera de sus fronteras, que ocasionó el mayor
exterminio de hombres y mujeres de toda la historia jamás conocida
en el continente europeo.
Y
es a partir de 1933 cuando la historia de Alemania y Rusia se
convierte en la historia de un duelo entre dos hombres cortados por
un mismo patrón: Hitler
y Stalin, que durará
doce años. Los dos eran hombres de una fuerza de voluntad
descomunal, de grandes dotes políticas, audacia, enorme obstinación
y crueldad sin límite; y ambos se habían vuelto todopoderosos en
sus respectivos países. Nadie les pondría freno. Solo contaría lo
que ellos dictaran y señalaran.
El
nuevo libro del poeta, novelista y crítico literario Toni
Montesinos (Barcelona, 1972) No
habrá muerte (Fórcola,
2018), es un ensayo que se suma a sus trabajos más recientes
escritos por el autor en el género en los que destacan obras como El
triunfo de los principios. Cómo vivir con Thoreau
(2017), Escribir. Leer. Vivir
(2017), Melancolía y suicidios literarios
(2014) o Los tres dioses chinos (2015).
En esta ocasión, bajo el subtítulo de Letras
del Gulag y el nazismo,
el ensayista repasa y comenta esa época tan demencial, opresiva y
sanguinaria del siglo XX, surgida simultáneamente en territorio ruso
y alemán, fijando su mirada en la vertiente persecutoria y de
aniquilamiento por la que el estalinismo y el régimen nazi sojuzgaron a
cientos de artistas y escritores contrarios a la línea política que
ellos habían marcado.
Por
aquí desfilan figuras literarias de novelistas y poetas rusos de la
talla de Boris Pasternak,
Aleksandr Solzhenistyn,
Joseph Brodsky, Osip
Mandelstam o Anna
Ajmátova, así como escritores
del campo de influencia alemana como Primo Levi,
Imre Kertész, Ana
Frank, Stefan Zweig
o el propio Thomas Mann
que resistieron, se exiliaron o se jugaron el pellejo tratando de
salvaguardar el sentido de su obra escrita, el sentido de la verdad
literaria, conscientes de que la literatura pertenece a todo el mundo
y a nadie en particular, y mucho menos al partido del gobierno. Cada
uno de ellos encarnó el susurro de la historia que seguirá
oyéndose por encima del ruido de los tiempos. Todos evocaron esa
máxima silenciosa de que el arte no existe por amor al arte: existe
por el bien de la gente.
Por
cada uno de sus capítulos, Montesinos
va desgranando el destino de los nombres que van apareciendo en el
negro escenario político. Pasternak
tuvo la valentía de alzar la voz contra la línea editorial del
periódico Pravda
y defender a otros artistas, así como sentirse orgulloso de ser
soviético y escribir una obra del calado de El Doctor
Zhivago. Solzhenitsyn
hizo lo propio escribiendo una obra descomunal, Archipiélago
Gulag, una trilogía sobre
su experiencia en la cárcel y su testimonio de incontables torturas
padecidas tanto él como cientos de supervivientes confinados en un
reducto siberiano bajo la lenta tortura que suponía el frío, el
hambre y las calamidades que tuvieron que soportar, agravadas por los
trabajos forzados.
La
muerte, el gueto, la tortura, el suicidio, la persecución política
y los campos de exterminio también están presentes en el lado
alemán. Allí, escritores como Levi
o Kertész
escribirían valiosas obras literarias contando sus experiencias en
las entrañas del terror nazi y sus padecimientos en el infierno de
Auschwitz y Birkenau. Tanto el uno como el otro se alzaron como
iconos de la dignidad y de la conciencia moral del intelectual frente a la barbarie. Dos
escritores supervivientes del Holocausto, uno italiano y el otro
húngaro, que afrontaron con orgullo y entereza el destino doloroso
de sus vidas, estampadas en dos de sus mejores obras: Si
esto es un hombre y
Sin destino,
respectivamente.
Este
libro de Montesinos
es un viaje al abismo de una época tenebrosa y terrible de la
historia aún cercana del viejo continente de la que la memoria
todavía no se ha repuesto. Una época en la que la persecución y la
ignominia totalitaria tenían sus maneras de destruir la vida de sus
adversarios, desde los poderes del Estado, mediante la delación, el
apresamiento, la tortura y la muerte.
No habrá muerte
es un título esperanzador extraído de El doctor
Zhivago, un ensayo
debidamente documentado, ameno y bien urdido que articula la vida
intelectual de los protagonistas que aparecen por sus páginas, gente
señalada y perseguida por las dos grandes dictaduras que marcaron el
siglo XX, que interpela profusamente sobre el valor de la dignidad
humana, y que pone su acento en el testimonio de grandes escritores
que lucharon por no perder la esperanza en la humanidad, con esa
emoción y libertad debilitada, la que cada uno pudo sobrellevar con
orgullo y valentía. Muchos de ellos aprendieron a morir, igualmente,
tal como aprendieron a no servir a la barbarie y a la mentira.
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