Para
un escritor y veterano periodista, como Juan Cruz (Puerto de
la Cruz, Tenerife, 1948) escribir un libro sobre la figura de
Beatriz de Moura, una de las mujeres más influyentes de la
cultura española de las últimas décadas, es todo un hito en el
díficil campo de la entrevista, máxime cuando una de las claves de
la personalidad de la interlocutora es que sus respuestas suelen dar
un giro de tuerca a las preguntas formuladas.
Por
el gusto de leer (Tusquets, 2014) es una larga
conversación sobre la trayectoria profesional y peripecia vital de
la fundadora del sello Tusquets, una editorial que cumple
cuarenta y cinco años de existencia. En este extenso diálogo se
relatan los primeros pasos dados por Beatriz de Moura, desde
la puesta a punto de su proyecto editorial, hasta la construcción
del catálogo, su verdadera seña de identidad y la dificultad de
sostenerlo bien arriba durante casi medio siglo. El libro de Juan
Cruz revela las claves del éxito de esta editora inventiva y
reputada, sus vicisitudes y tropiezos y, por otra parte, nos muestra
la semblanza de una mujer extraordinaria, trabajadora incansable, una
de las artífices destacadas de la historia literaria y cultural
reciente de este país que es España; una emprendedora fuera de
serie, como lo fue Carlos Barral, Mario Munick, Jaime
Salinas o Jorge Herralde. Hoy el editor no es lo que fue y
no volverá a ser, quizá, nunca lo que habría querido Beatriz de
Moura, que logró tener una editorial equilibrada, supo conjugar
géneros de calidad y, por tanto, sacar al público libros de mucho
interés. Hoy los derroteros que van configurando el futuro editorial
lo marcan un mercado cambiante que está derivando en grandes concetraciones empresariales en el sector de
la edición. Mandan cada vez más los grupos y los medios de
comunicación, que conducen el gusto del lector, no sólo a través
de sus críticas y reseñas, sino a través de las listas de los
libros más vendidos, que han convertido el consumo de libros en una
carrera de obstáculos, en un objeto añadido al mercado perecedero
de frutas y yogures. Hoy en día, el libro ha sido empujado a un
mercado de vida breve y, como subraya Vargas Llosa en su
ensayo La civilización del espectáculo, la
banalización de las artes y la literatura es un síntoma de un mal
mayor que aqueja a la sociedad contemporánea.
Beatriz
de Moura repasa en estas conversaciones los hitos y anécdotas
compartidas con autores en su periplo al frente de Tusquets,
un sello que ha marcado a toda una generación de lectores y, gracias
a ese empeño de vida entregada en cuerpo y alma a ese oficio de
estirpe intelectual, aunque la brasileña niegue la mayor y afirme
que ella no tiene nada de intelectual, que solo se considera una
lectora, su legajo es un impecable catálogo que nos embaucó a
muchos a devorar libros firmados por Beckett, Joyce,
Gombrowicz, Milan Kundera, Woody Allen, Cioran,
Marguerite Duras, Camus, Luis Sepúlveda,
Semprún, Almudena Grandes, Landero, etc., etc.
Por
el gusto de leer pone de manifiesto lo que ha imperado en el
alma de una mujer esmerada en su oficio, entusiasta de los libros,
impulsora de uno de los grandes sellos editoriales del siglo XX y que
apuesta por el valor incalculable del libro: “cuando lees,
escuchas, convives, compartes cosas; pero también confrontas,
interrogas, discutes, excitas tu curiosidad. En fin, piensas” (pág.
46).
El
libro publicado por Juan Cruz es una experiencia lectora interesante, que nos acerca al universo editorial, un
mundo capital de la cultura, a través de una de sus figuras claves,
una mujer apasionada fuera de lo común, promotora y editora
literaria, empeñada en gratificar e instruir placenteramente a un
público lector exigente. Beatriz de Moura no se pliega a planteamientos apocalípticos del sector
editorial y, a pesar de que se retira de la dirección de Tusquets,
después de toda una vida, insiste en que “de lo que estamos
necesitados es de buenos lectores editoriales. Lectores con criterio
suficiente para respetar las líneas editoriales en las que se
insertarán los manuscritos que leen”
(pág. 158). Dios te oiga, Beatriz.
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