Tres
de los grandes escritores británicos de las últimas décadas, me
refiero a Martin Amis, Ian McEwan y Julian Barnes,
regresan a las librerías con sus nuevas propuestas. Tres ases que en
España tienen un largo recorrido gracias al sello mayonesa de
Anagrama que, practicamente, ha publicado todas sus obras. El
libro de Amis, sin embargo, está previsto que salte a los
escaparates el próximo año con el título de Zona de interés,
una historia sobre el Holocausto y viene cargada de polémica
porque en Francia y Alemania rechazaron su publicación. En cambio,
McEwan
vendrá con La ley de la infancia,
un relato que arranca una tarde de domingo en la casa de una jueza
que aparenta llevar una vida apacible..., pero no tengo datos de
cuándo entrará en el catálogo de Herralde,
de manera que estaremos al acecho. El que sí se ha estrenado ya este
mes de octubre ha sido Julian
Barnes (Leicester, 1946)
con Niveles de vida
(Anagrama, 2014).
El
autor de El loro de Flaubert
aterriza, nunca mejor dicho, con una obra pertrechada desde las
alturas de la ficción hasta la hondura de la memoria, desde el cielo
de globos aerostáticos hasta el abismo de la pérdida.
Niveles
de vida es un texto ameno,
con tres piezas literarias cortas que hablan de los retos de vivir,
del amor que todo lo desborda y del dolor de la pérdida. En El
pecado de la altura y En
lo llano, Barnes
traza dos crónicas sobre la conquista de los cielos por aquellos
pioneros del siglo XIX que iniciaron la aventura de la navegación
aerostática en las que aparecen la actriz Sarah
Bernhardt, el intrépido
aventurero Fred Burnaby
y el fotógrafo Gaspar
Féliz Tournachon, alias
Nadar. “Vivimos a
ras de suelo, -dice el narrador-
en lo llano, y sin embargo aspiramos a elevarnos. Terrestres, a veces
ascendemos tan alto como los dioses. Algunos se elevan por medio del
arte, otros con la religión; la mayoría con el amor. Pero al
elevarnos también podemos caer en picado. Hay pocos aterrizajes
suaves”(pág. 49). Y, acto seguido, enlaza con su historia privada y afirma:
“Cada historia de amor es en potencia una historia de
aflicción. Si no al principio, más tarde. Si no para uno, para el
otro. A veces para ambos”
(pág. 50).
La
pérdida de profundidad
corresponde a la tercera pieza del libro y es aquí donde Barnes
despliega, sorprendentemente, con una claridad literaria y
sentimental poco habitual en su estilo, su ajuste de cuentas, el
duelo que palpita en su pluma cuando aborda la muerte de su mujer y
agente literario Pat
Kavanagh, fallecida en el
año 2008, al mes siguiente de que se le diagnosticara un tumor
cerebral.
Viene
a decirnos el creador de Arhur & George
que el duelo te empuja a entrar en una geografía con mapas
que marcan una nueva cartografía en tu vida, un camino nuevo por
donde lastrar la pena, porque no se puede acelerar el duelo (You
can't hurry grief), lleva su tiempo. Barnes
confiesa que contempló el suicidio tras la pérdida irreparable de
su esposa.
Julian
Barnes ya tocó
literariamente el tema de la muerte con El sentido de un
final (Anagrama, 2012), una
historia trágica y de suspense, así como en Nada que
temer (Anagrama, 2010 ), un
libro irónico de memoria familiar en el que reflexiona sobre la
condición religiosa y mortal del hombre. En Niveles de
vida, el dolor de la pérdida
va más allá, hasta refractarlo en el mismo nervio de la escritura, a
modo de confesión directa y sentida reflexión.
Cuando
lees un buen libro no escapas de la vida, sino que te sumerges más
profundamente en ella. La lectura y la vida no están separadas, son
simbióticas. El libro de Barnes
es una buena oportunidad para comprobralo, a pesar de que su
artefacto literario pueda parecer una obra menor, pero nada
desdeñable, porque Niveles de vida
goza de altura y hondura.
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