Al
comienzo de la obra de Juan Ramón Jiménez, allá por el año
1902, las influencias de Becquer y el modernismo incipiente de
Rubén Darío, explican la importancia que estos dos maestros
ejercieron en su trayectoria literaria. Cuando Rubén Darío,
que sabía ver las cosas y las gentes con gran ojo crítico, le dijo
al joven poeta de Moguer: “usted va por dentro”, a los pocos días
de conocerlo, estaba ya deslindando el terreno e insinuando el camino
de su exitosa carrera literaria: “Usted irá por dentro, porque ese
es su destino”. Ir por dentro significa, en la poesía universal,
ser fiel a uno mismo y tener el buen sentido para escribir de todo lo
que pasa a nuestro lado. Cuando sabes escribir todo eso, el hombre ya
es más que hombre sin dejar de serlo: es el poeta, el intérprete
verbal del universo.
En
1904, el joven poeta andaluz recibió una carta de Perú en la que la
señorita Georgina Hübner le declaraba su admiración y le
solicitaba algunos de sus libros, imposibles de conseguir en Lima, su
lugar natal y de residencia.
A
partir de esta anécdota real ocurrida a nuestro extraordinario
intérprete de la poesía universal, el joven escritor cántabro Juan
Gómez Bárcena (Santander, 1984) monta un artefacto divertido
para relatarnos la broma literaria llevada a cabo por dos jóvenes
letraheridos, con ínfulas poéticas, y empleados de oficina. Uno de
ellos, José Gálvez Barrenechea, ejercía ciertamente de poeta, el
otro, cómplice del engaño, Carlos Rodríguez Hübner, impulsor de
la inexistente Georgina Hübner, jugaba un papel de instigador de la
travesura, con el fin de conseguir los libros del bardo español
autografiados. En la novela, este personaje está construido desde la
inventiva del autor y es, quizá, el que más trasciende a los ojos
del lector.
La
novela El cielo de Lima (Salto de Página, 2014)
transita por estos entresijos de la correspondencia entre la joven
Giorgina y Juan Ramón Jiménez que derivará en un romance
trasatlántico cada vez más íntimo. El poeta andaluz se enamora y
al final dedica una de sus memorables elegías bajo el título: Carta
a Georgina Hübner en el cielo de Lima,
una musa inventada y urdida por dos admiradores peruanos que buscaban
mantener una relación epistolar con el Nobel.
Juan
Gómez Bárcena, un autor henchido de lozanía, se vale de esta
historia para construir su obra con la maestría de escritor curtido
en lecturas y con la astucia pícara de trasladar a sus dos
impostores protagonistas el ardid de escribir una novela. Con este
propósito, Gómez Bárcena proyecta una novela sobre los
cimientos de la creación de otra que derivará en un juego ameno y
metaliterario, donde los personajes se convierten a su vez en
artífices del invento. Un reto que, a mi juicio, solventa con
autoridad y habilidad narrativa el escritor santanderino.
Gómez
Bárcena ha escrito una novela tragicómica, entre la realidad y
la ficción, que lleva en volandas al lector por los linderos
literarios del juego de la imaginación, gracias al tono evocador y
emotivo que la trama narrativa surge desde la propia literatura,
hasta el capítulo final, colofón de un poema.
El
cielo de Lima es el resultado de una novela moderna,
estructurada en capítulos cortos, con mucho diálogo interconectado
con la voz del narrador y desde la óptica clásica de unos
personajes que tratan de recrear en su esencia una musa inspiradora.
Sin embargo, todo se reconduce desde el discurso y la interpretación
que su creador atorga al doble juego de la ficción: la verdad de la
mentira.
En
definitiva, Gómez Bárcena sorprende con una novela
entretenida y literariamente ambiciosa, escrita con desenfado y
frescura: un capricho literario, orquestado entre la ficción y la
realidad, para revivir una invención poética de principios del
siglo XX.
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