Desde
que hace algo más de veinte años me hice con mi primer ejemplar de
aforismos, los volúmenes venideros de este género fragmentario no
han parado de hacerse sitio en las repisas de mi biblioteca. Su origen
parte del momento en que adquirí el Oráculo manual
de Gracián, un exquisito autorregalo que provocó en mí un
fervor entusiasta por esta obra maestra y un desvelo perpetuo por
hacer acopio de esta rumia siempre perspicaz que producen los libros
de aforismos.
Mi
último hallazgo relacionado con este género literario viene
acompañado por la lectura reciente de un libro de José Ramón
González que recoge una extensa antología de la producción
aforística española entre 1980 al 2012 bajo el título Pensar
por lo breve, un texto
sumamente interesante sobre este fenómeno literario que últimamente
goza de un extraordinario momento editorial, gracias a las redes sociales de
Twitter y
Facebook. Dentro del inventario
de autores españoles practicantes de estos pensamientos mínimos que
exhibe González
en su libro, descubrí el trabajo asombroso y creativo en el campo
del aforismo llevado a cabo por Carlos
Pujol (Barcelona,
1936-2012), poeta, traductor, editor, historiador de la literatura y
novelista.
En
Cuadernos de escritura
(2009), la editorial Pre-Textos
reúne en un solo volumen las tres entregas anteriores: Cuaderno
de escritura (1988), Tarea
de escribir (1998) y Memorandum.
Palabras para escribir (2008), una tríada de sentencias, reflexiones y artículos que el crítico catalán había escrito en los últimos veinte años sobre el
oficio de escribir, la lectura y la crítica literaria.
La
lectura de Cuadernos de escritura
me ha deparado momentos inolvidables y provechosos, un libro, a mi
juicio, imprescindible para cualquier aficionado a escribir, a leer
y, especialmente, a quien tenga inclinación a escribir sobre lo que
lee (reseñista o crítico); un libro que impulsa a pensar sobre la
creación literaria y ayuda a extraer la ganga de la mena escrita, una
tarea exigente y nada fácil ante tanta propaganda mediática de la
industria editorial. Gracias a los aforismos de Carlos
Pujol tenemos soportes
para entrar en la mente creadora del escritor y vislumbrar la
naturaleza del acto en que éste está inmerso. Sus reflexiones
son una mina de insólitos descubrimientos acerca de la lectura, la
formación de estilo, las relaciones entre autor y lector y, también,
sobre las actitudes y aptitudes del crítico. Pujol
no se anda por las ramas y como buen aforista que es, sabe alejarse
de la ambigüedad y atajar el pensamiento con claridad y precisión.
Aquí dejo constancia de algunas perlas suyas:
Escribimos
lo que deciden las palabras.
Se
escribe para oír la música de dentro.
El
verdadero escritor se juega la vida en cada palabra.
Escribir,
verbo reflexivo.
No
hay literatura sin misterio, ni tampoco sin la suficiente claridad.
El
gusto se educa, pero la falta de gusto es incurable.
La
literatura no se explica, como mucho se subraya.
Cuadernos
de escritura es un libro
lúcido de aforismos y breves ensayos literarios, donde no falta la
ironía y el sentido del humor, concentrados en la mirada puesta en
el oficio de escribir y el mundo que lo rodea. Pujol,
más que dictaminar, cavila, relee, estudia y, sobre todo, expone sus
pesquisas literarias para proveernos de un fascinante oráculo
reflexivo sobre el arte de la escritura, la lectura y la crítica.
Parafraseando
al mismo crítico barcelonés, quizá de todas las indicaciones y
contraindicaciones que abundan en Cuadernos de escritura
hay que resaltar la más valiosa, la única que merece la pena que aprendamos: leer y escribir, dos verbos que hay que enseñar de veras a
todo el mundo para la honrosa supervivencia del ser humano. Amén.
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