En
cuestión de lecturas, diría que soy nómada y omnívoro, una
especie de viajero que hoy hace fonda en el cuento y pide el menú
degustación, y que mañana continúa alegremente su camino buscando
otro albergue, tras los pasos de la novela o de la poesía. Incluso,
cuando en ese deambular se originan encrucijadas, tampoco rehúyo de
un retiro más prolongado a merced del ensayo. Además me gusta, en
ese periplo por los géneros, no estar sujeto a ningún canon, ni a
estereotipos literarios en boga, sino a la diversidad seductora de
las librerías, a la luz placentera de la sorpresa, a la dinámica
propia de saber que los libros te abren las puertas de otros.
Vivo
por tanto, como lector y desde siempre, en una alocada soltería en
cuanto a géneros literarios. A todos los encuentro suficientemente
atractivos y a ninguno, en particular, le debo fidelidad extrema. De
hecho, en los últimos años, los libros de poesía y de no-ficción
comienzan a engrosar mi biblioteca a un ritmo mayor que los de
narrativa.
El
espíritu del libro que traemos hoy a esta bitácora de lecturas, La
importancia de no entenderlo todo
(Círculo de Tiza, 2016), es otro añadido más a esa dinámica
referida y, en este caso particular, se debe, en gran parte, a la
personalidad de su autora. Si ya con sus cuentos Grace
Paley (Nueva York, 1922 –
Vermont, 2007) nos deslumbró con esa manera particular suya de
fusionar las convicciones políticas con las ideas y las experiencias
personales a través de las historias de sus personajes, gente
emigrante, mujeres y niños apurados que transitan por los barrios y
avenidas de la Gran Manzana, con los artículos reunidos en este
volumen, la narradora, crítica, poeta y activista americana combina
su talento literario con sus sentimientos más profundos en el
compromiso cívico y en la lucha política.
Paley,
hija de inmigrantes judíos rusos, exiliados a EE.UU., nacida en el
Bronx y que estudió poesía con Auden,
de quien aprendió que cada escritor tiene una voz y esta es única,
vivió con espíritu combativo lo que sucedía en las calles,
escuchando las voces de las mujeres que, como ella, se implicaron en
la conquista de sus derechos. Su compromiso fue siempre social y
antibelicista. Militó en primera línea en un feminismo incipiente
que se fue abriendo paso cada vez con más fuerza por las avenidas,
mujeres aguerridas dispuestas a todo, hasta ingresar en la cárcel.
Allí también estuvo, defendiendo entre rejas sus derechos con
resistencia pacífica y tenacidad, apelando, incluso, a la
desobediencia civil.
La importancia de
no tenerlo todo, bajo la
traducción de Arturo Muñoz,
y con un emotivo prólogo a cargo de Elvira Lindo,
quien describe a Paley
como esa gran madre a la que arrimarse para sentirse protegido y no
perder el buen ánimo, recoge veintiocho textos con recuerdos
familiares, episodios personales de su activismo, análisis político
y apuntes literarios, todos ellos con hermosas reflexiones sobre la
tarea de escribir. “Lo que le interesa al escritor –subraya en
una de ellas– es la vida, la vida tal y como “casi” la está
viviendo, lo que ocurre aquí o en el extranjero, en Nebraska, en
Nueva York o en Capri”. “El escritor –advierte en otra al
lector– finge ser un especialista en algo (la vida) sobre lo que no
sabe nada. Si escribe es para poder explicárselo todo a sí mismo, y
seguramente escribirá más cuanto menos sepa”.
Este
volumen es el testamento vital de una mujer feminista que amaba a los
hombres, entregada a la lucha por los derechos civiles de la mujer y
enfrentada a la guerra, un testimonio que refleja mayormente su
trayectoria social, conjugando igualmente sus preocupaciones
literarias, sin abandonar su responsabilidad de madre y ama de casa
inserta en los entresijos del hogar. Las piezas escritas abarcan una
época convulsa en la vida intensa que llevó la escritora
neoyorquina entre los años cincuenta a los noventa del siglo pasado,
un período polarizado por las desigualdades sociales, la guerra de
Vietnam y otros conflictos armados.
Para
Grace, una mujer agitadora y
comprometida con su tiempo, que alzó su voz frente a las injusticias
y que usó la palabra para contar el pulso de la vida, la gran
pregunta que hay que hacerse siempre es cómo tenemos que vivir
nuestras propias vidas. En sus artículos, escritos con una prosa
clara y eficaz, el lector encontrará la fuerza vital de una
escritora directa, sencilla, enérgica y aguda, como diría de ella
Susan Sontag.
En
esta obra, profundamente analítica y lúcida, hay razones abundantes
para sopesar cuestiones que siguen vigentes todavía, a pesar del
tiempo transcurrido. Dice Paley
que lo que encierra su libro es más que una mera recopilación
autobiográfica, aunque ciertamente trate de su vida, de su gente y
de la realidad de su mundo.
El
lector encontrará en sus páginas pasajes apasionados y emotivos de
la trayectoria vital de una mujer volcada en cuestionarse las cosas,
un ser inconformista pleno de literatura y compromiso. Por suerte
para el arte, como sentenció la escritora en una de sus notas, la
vida es dura y misteriosa, difícil de entender e inútil. Este libro
intenso y vivo da buena prueba de ello.
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