lunes, 31 de julio de 2023

Desván literario


Un escritor no es solo alguien que publica libros y firma contratos en editoriales o se deja ver en alguna Feria del libro y aparece en televisión. Un escritor es, también, una persona que establece su cultivo literario participando en motivos y referencias que responden al universo de su oficio, al alma de percibir el mundo como fundamento de su literatura. Sobre esta particularidad, estoy en ese mismo lado de sentir una curiosidad creciente, como de la que hablaba Julio Ramón Ribeyro, sobre esos textos marginales de los escritores que ponen más luz y entendimiento al compromiso de su espíritu literario. Decía el autor de Prosas apátridas: "Este aspecto es el que cada vez me interesa más de los escritores, sus papeles marginales: cartas, diarios, notas, borradores, artículos, etc. Me entretiene meter las narices en este desván, siempre revelador”.

Estas palabras de Ribeyro se dan cita en Un unicornio fuera de su tapiz (Entorno Gráfico, 2023), de Ángel Olgoso (Cúllar Vega, Granada, 1961), autor de una veintena de libros de relatos, de los que destacan Cuentos de otro mundo (1999), Astrolabio (2007), Breviario negro (2015) o Devoraluces (2021), entre otros. Para un escritor, como él, que alude a Montaigne para resaltar la invención, la literatura, por otro lado, también nos ofrece una retórica que nos acerca a explorar el universo de lo leído. En ese sentido, lo que el escritor granadino recoge, en esta nueva publicación suya, es, precisamente, un variado repertorio de piezas que conforman un mapa de escritos, desde prólogos, reseñas, presentaciones de libros, cartas, artículos, consideraciones literarias, poesía y entrevistas, con el que ofrecer complicidades, no solo con la naturaleza propia de la creación literaria, sino de igual manera con su pasión por la lectura. Él mismo señala que, sin saberlo, estos textos han confluido en “un libro-brújula, en una lectura de lecturas, en una fiesta personal sobre el dulce cultivo de las letras y sobre el hechizo de la creación”.

Se pueden encontrar en este libro conceptos e ideas de gran utilidad para acercarse a una poética de la literatura que, en buena medida, emplaza al lector a ser partícipe del hecho literario de quien recoge por escrito el vocablo, el sonido y el ritmo de la frase que conformará su melodía expresiva. Un unicornio fuera de su tapiz muestra en sí un título imaginativo, acorde con la idea fantástica de creación de su autor, para poner en valor la idea de que, a pesar de que tenemos vidas reales, curiosamente, lo que más nos atrapan son las vidas imaginarias. Aquí se huele que las buenas historias viven fuera de la lógica, y, en ocasiones, sitúan al lector en la esfera de lo inquietante, desconocido, insólito o inexplicable, a través de una narrativa instalada en mundos extraños o imaginados: “Escribir es participar de un misterio –sostiene Olgoso–, y ese misterio pierde su halo y quizá no es tal si no se transmite a través de un discurso literario bien engastado, prístino, indeleble”.

Hace gala en otros textos del manantial permanente de la lectura y la importancia que tiene esta para el escritor, dando por sentado que en el interior de todo escritor hay siempre un lector ávido, pero, en todo caso, insatisfecho. Es ese punto de insatisfacción, el paso necesario para convertirse en escritor. Dice Olgoso en uno de sus artículos que, en ocasiones, tiene la sensación de estar escribiendo visiones en lugar de narrar cuentos. Y en ese intento creativo de lo onírico, como forma de interpretar la realidad, sugiere hacerlo “persiguiendo una sola visión, una idea inquietante, una conmoción, un sentimiento inefable, una resonancia”. Lo asombroso, lo inquietante y lo inexplicable toman protagonismo en muchas de sus diferentes presentaciones de libros ajenos, como un irreductible fermento de su propio quehacer literario.

Encontramos también en este volumen recopilatorio la importancia del talento a la hora de escribir, más allá de ceñir lo escrito a la realidad o a la fantasía: “el único peligro letal para la creación verbal –subraya– es la falta de calidad. Sin ella, la invención no es útil como promesa ni como magia que nos redima de nuestra anodina existencia..., y, sin ella, la literatura no es útil como desveladora de un sentido, de un destino que nos concierne a todos”. Hace gala como académico, en el Paraninfo de la Universidad de Granada, de la efervescencia del lenguaje, con un texto hermoso de acogida dirigido a un nuevo miembro con estas gozosas palabras iniciales: “El lenguaje es la vida; no la cifra de la vida, sino la vida misma. Sin lenguaje no hay nada. Su magia lo es todo: uno dice manzana y la manzana ya cuelga del árbol o brilla entre los dedos”.

Deja ver a lo largo de los textos seleccionados sus confluencias literarias y autores relevantes a los que admira. En ese amplio abanico cabe destacar a novelistas como Cervantes y Rulfo, pensadores de la talla de Platón y Montaigne entre otros, poetas de diferentes perfiles, como Claudel, Octavio Paz o Valente, aforistas como Cioran o Lichtenberg y un amplio número de narradores de cuentos, como Cortázar, Borges, Arreola, Boris Vian, Cunqueiro o Ignacio Aldecoa entre otros, aunque deja claro en la estupenda entrevista que le hace Miguel Ángel Muñoz en La familia del aire (2011), y que se incluye aquí completa, como colofón, que considera a Poe y Kafka como sus dioses tutelares, autores que, al igual que otros, como Bioy y Buzatti, le alumbraron, “además de inocularme para siempre el veneno del relato fantástico”.

Llegados a este punto, se nos antoja resumir que Un unicornio fuera de su tapiz es un desván literario de fidelidad compartida, un compendio de textos e impresiones de corte amable, como difusión del oficio literario, en el que lo más importante es la sintonía y la conexión de compromiso con la literatura que rueda entre sus páginas. El lector, a través de estas, notará ese devenir como un resplandor que le acerca a la mirada y al pensamiento crítico del autor. Ángel Olgoso deja ver sus admiraciones, sus pasiones y su amor por la palabra escrita, desvelándonos, en buena medida, los linderos por donde transcurre su propia poética.


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