Lo que propone Álex Chico (Plasencia, 1980) con su nuevo libro, Barcelona mapa infinito (Ediciones Traspiés, 2023) no es más que acercarnos a toda esa idea de relación afectiva, de significados y de experiencia vital con cada espacio que confluyen en el hecho de habitar una ciudad múltiple como es Barcelona, “una ciudad geométrica rodeada de laberintos”, en palabras suyas, para contarnos una historia de vecindad y múltiples revelaciones, una travesía consentida y auspiciada por esta memorable frase de Calvino de que «Una ciudad se pierde si alguien no la escribe». Consciente de que siempre habrá cosas que se escapan inevitablemente al delimitar nuestra vida en la ciudad y jugando con la conjetura de sus enigmas, Chico reflexiona y señala que “Las ciudades en las que vivimos van permeando en nosotros y a fuerza de un tránsito constante, a fuerza de ir recorriéndola año tras año, acaban determinando nuestra forma de ver y comprender el mundo”.
Por encima de todo, este libro nos depara una andanza sintiente por Barcelona, una suerte de linterna portátil que alumbra las coordenadas que conforman sus puntos de fuga y contradicciones, desde la propia vivencia de quien la describe, que responde de su experiencia hablando de todo lo que se superpone y acumula la ciudad donde vive: “Así es como juzgo a esta ciudad, como un mapa infinito”, nos dice. Ya, desde el frontispicio del libro, Chico nos presenta tres citas que predisponen al lector a recorrer la ciudad desde el soplo literario y la observación con todo aquello que pueda llevarnos a una aventura distinta. Se hace cómplice de la primera de ellas: «Hacer el retrato de una ciudad es el trabajo de una vida y ninguna foto es suficiente», una frase memorable de la fotógrafa estadounidense Berenice Abbott. En la siguiente, evoca a Roberto Bolaños que alude a que también en una ciudad civilizada, como Barcelona, aúlla el lobo, hasta llegar a la tercera cita de la escritora argentina Verónica Nieto que más bien parece un microrrelato: “Y, entonces, te vas quedando en Barcelona”.
Y así echa a andar Barcelona mapa infinito, como una historia que contar, con sus calles y protagonistas, con su esencia literaria de quienes las hicieron vívidas, con sus espacios reconocibles y apuntes suspendidos en la memoria colectiva. Para Álex Chico, “la ciudad es un asunto demasiado complejo, un tema que se enmaraña más a medida que le añadimos capas y capas de memoria”. Se prodiga, sin tener que acudir a los excesos retóricos, en rescatar datos y citas literarias, haciendo de su propia lectura una guía sentimental barcelonesa con sus realidades, espejismos, puntos cardinales de la montaña y el mar, y con sus márgenes, sin ocultar su miedo a la vorágine turística. También hay lugar para nombrar las novelas sobre Barcelona, como La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, al igual que espléndidas narraciones y entresijos como las que escribieron Pla, Marsé, Vázquez Montalbán, Mercé Rododera o Joan Margarit, entre otros.
Retratar la ciudad en la que uno vive es una aspiración permanente en la vida de un escritor, nos dice. Alude a las vanguardias para asentar su idea de que no existe una sola forma de retratar a una ciudad, sino múltiples maneras de hacerlo, dependiendo del rincón o viaducto que elijamos para observarla: “Todo paseo es infinito”. Barcelona se presta a ello, y mucho, nos viene a decir, desde La Rambla a Montjuic, desde la Torre Castanier a la Sagrada Familia o desde los pasajes de l’Eixample a los del Raval: “Barcelona es una gran ciudad pequeña, y sin embargo llena de puntos de fuga capaces de desplazarnos a cualquier parte”. Bajo este predominio de vivencias y analogía entre la ciudad y sus confluencias literarias, nos anima a percatarnos de que “En las ciudades, como en las novelas, cabe todo” y cómo un paseíllo tras otro concitan a entendernos con su mapa y a reverberar la memoria de sus rincones.
Lo que nos llama la atención de Álex Chico, es su destreza narrativa, su capacidad de escritor todoterreno, un talento poco común que cada vez a más lectores nos cautiva, por su verdad y oficio. Y ahora también, con esta hermosa semblanza sobre Barcelona, un libro ameno, jugoso y sincero, escrito sin más límite que su atracción por el magnetismo de una ciudad que padece, disfruta y ama.
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