Los lectores, sin duda, requerimos veracidad a los textos que leemos. Es la realidad de la vida la que nos empuja a ello. Por eso mismo, le exigimos a los libros que no se aparten de esa condición humana que nos conforma y que no es otra que afirmar, como decía De Quincey, que todo lo que hay en el mundo es un espejo o un reflejo secreto de la realidad del universo. En ese sentido también cabe decir que todo lo que inventa un escritor sobre sí mismo forma parte de su mito personal y, en consecuencia, debemos tomarlo como verdad. Al fin y al cabo, «la literatura es un remedio contra lo real», como sostiene Antoine Compagnon. O como bien dice Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) “No se trata de trabajar con algo que antes no existía, sino de poner ante nosotros otra manera de organizar lo que ya estaba ahí, lo que ya habíamos visto, y esa combinación de elementos dará lugar a algo nuevo, a algo emergente”.
A partir de un viaje pionero que el padre del autor de Nocilla Dream emprendió a Estados Unidos para comprar ganado, Fernández Mallo narra en su nueva novela, Madre de corazón atómico (Seix Barral, 2024), su propia andanza tras su estela, medio siglo después, cargado de verdad y memoria. La elección del asunto viene ya de lejos. Lleva doce años escribiendo sobre ello, nos dice, pero la muerte reciente de su padre la impulsó a terminarla y a hacerla más necesaria, más vívida: “la muerte es una clase de resurrección, no es un final sino un punto de partida. El muerto reaparecerá, se hará presente en tu vida muchas veces y de mil formas distintas”. Por medio de una combinación de recuerdos y reflexiones, más allá de los aspectos confesionales, la historia familiar del autor y él mismo se convierten en la materia del libro, en recreación subjetiva y motor del proceso narrativo. Aquí, autor, narrador y personaje son el mismo, y el tiempo narrativo no se muestra lineal, sino fragmentario, indexado entre la memoria y el acto de escribir.
Entrando en otras particularidades, el libro toma su denominación del quinto álbum de estudio de Pink Floyd, Atom Heart Mother que, traducido a nuestro idioma, resulta Madre de corazón atómico, título de la novela. Ambos comparten a su vez la imagen de una vaca en la portada. Pero, en la del libro de Fernández Mallo vemos que, en realidad, es una imagen compuesta a partir de unas vestimentas colgadas con dos palillos en un tendedero. Señala con el subtítulo, Una historia verdadera, que, en verdad, su relato no viene a hablarnos de su madre, sino de su padre fallecido, veterinario de profesión, trabajador incansable, más próximo a su vocación que a su familia, entusiasta de las nuevas tecnologías, del conocimiento y de cómo lograr mejoras en sus investigaciones conectando unas disciplinas con otras. Pero también le mueve hablar de su progenitor como cauce de entendimiento y motivo de seguir vivo para contarlo.
Fueron muchas las ocasiones que el escritor gallego miraba con hondura a su padre y sabía que, tarde o temprano, escribiría sobre él. Pero fue en la habitación 405 de la clínica en la que estuvo ingresado, el lugar propicio en el que esa idea empezó a cobrar sentido, a materializarse y a prosperar hasta encontrar la carnalidad necesaria; “en este caso, la de mi padre”. Fernández Mallo nos revela cómo, un año después de aquella estancia, entendió “que la muerte de un ser querido es un proceso muy misterioso, muere para renacer en ti de otra manera, resucita para ser otro en ti”. El autor deja ver que, elegido el tema, lo inevitable es vincularlo con su vida personal, desde su propia experiencia, planteando a priori sus conjeturas, que intentará despejar a lo largo de la obra, sin dejar de opinar de manera subjetiva, utilizándose a sí mismo como personaje para llegar a acercarse a un final lo más imparcial posible, pues es la escritura de la novela lo que ha puesto en marcha el verdadero objeto único y último de todo el proceso emprendido.
En toda esta cartografía sentimental desplegada, Fernández Mallo propone una manera de narrar, como sello propio continuado, que proclama que no hace falta vislumbrar una fantasía inventada para conseguir alcanzar fantasía en lo real. Madre de corazón atómico es un ensayo-ficción que rinde homenaje a un padre, una novela íntima y personal plagada de resonancias filosóficas en la que el autor comparte vivencias y maneras de entender la escritura, una lectura luminosa llena de conexiones y de frases certeras que miran la realidad de otro modo, una escritura que apunta a los estratos que forman la memoria y el tamiz del tiempo.
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