Decía Arthur Schnitzler, neurólogo y escritor austriaco, que
en el corazón de todo aforismo, por nuevo o paradójico que finja
ser, late una verdad ancestral. Acabo de leer y releer Silencios
escogidos (La Veleta, 2013) de José Mateos
(Jerez de la Frontera, 1963), un libro con vocación de profundizar
en ese silencio callado que nos habla a base de aforismos, donde
laten verdades ancestrales, como las que define el aforista citado. Y
me he acordado del escritor vienés leyendo esta colección de
divinanzas, como le gusta nombrar a sus aforismos el poeta
jerezano, porque todas las enormes minucias que encierran esta
pequeña obra son de una agudeza extraordinaria. El aforismo es un
género que está muy de moda ahora, aunque Mateos lleva
tiempo inmerso en este capítulo literario. Con La razón y
otras dudas (2007) ya se estrenó con estas epifanías y dejó
muestras de su dominio en este terreno con las divinanzas de Juan
Espectro y divinanzas del señor Liendres. Digo que el
aforismo está en boga y buena parte de su popularidad está en
Twitter que casi obliga a los tuiteros a escribir aforísticamente.
Pero, aunque recurrente, es un género difícil, al alcance de pocos.
Brillar en esta forma literaria queda reservado para escritores
capaces de esculpir el pensamiento y labrarlo con
precisión y brevedad. José Mateos es uno de los que lo hacen
con maestría, sin agredir, con mimo y bondad.
Los aforismos de Silencios escogidos llevan dinamita
filosófica y moral. Son cápsulas de pensamientos que no pretenden
explotar, sino rearmar la conciencia del lector. Si tengo que
destacar algo propio de este breviario aforístico es que en este
espacio íntimo no cabe el fingimiento y eso lo sabe el poeta. Mateos
sobrevuela sin ataduras de ninguna clase y desvela preguntas ocultas,
muchas de ellas de rabiosa actualidad: Del poder solo se disfruta
si se abusa del poder; La vida es desafío, y pierde quien
solo se preocupa de ganar.
José Mateos rehuye de la ocurrencia y la bagatela, como
advierte al inicio en la cita que hace de Edmund Husserl : Hay
que tener ocurrencias, pero no hay que publicarlas. Porque el
poeta gaditano lo que intenta es buscar la trascendencia a través de
la máxima que rodea a todo misterio. Y se empeña en esa labor, como
orfebre, puliendo y sacando brillo a esas palabras silenciosas que
aguardan el milagro de mostrar sus secretos más profundos. Como
poeta de la verdad, Mateos transita por sus divinanzas
mostrándose realista e idealista, impresionista y expresionista al
mismo tiempo. Con todo, su ámbito de contemplación se fija en el
individuo inmerso en la vida para insuflarle aliento, sin acritud,
con sutileza y ternura.
Silencios escogidos es un libro inagotable y hermoso
que confirma a su autor como un extraordinario escritor del género
breve, que interroga al lector para que desconfíe, sobre todo, de
las palabras: Nos engañan las palabras, son ellas las que nos
escriben, como nos viene a decir, quizá más prosaico, Juan
José Millás: El lenguaje no está en nuestra mano, sino
nosotros en la suya.
Porque todo aforismo es... más de lo que es, Silencios
escogidos es también un libro que dice más de lo que dice,
con tan poco escrito, que a veces conmueve: Lo profundo comienza
en la piel; otras veces, alerta: Las respuestas responden,
pero solo las preguntas revelan; en ocasiones habla de Dios: Si
no existiera el hombre, ¿Dios de qué sería Dios?; que tiene
momentos para la poesía: Todos los poemas posibles están
escritos dentro de cada lector, el poeta solo se los despierta; y
que ahonda en la vida y la muerte: El tiempo nos va empujando a
ser padres en la vida e hijos en la muerte.
José Mateos ha escrito un magnífico libro de casi 400
aforismos (contando los que dedica en el prólogo al oficio de
aforista), perlas brillantes que nos hacen pensar sobre las verdades
profundas de la vida: el amor, la muerte, el hombre, el destino...,
con una dimensión estética propia de poeta letraherido y sentido
como él. Cuando cae en tus manos un buen libro, como lo es Silencios
escogidos, sabes que tuviste la suerte de tocar con los dedos
un pequeño tesoro que invita a volverlo abrir más veces para
comprobar, con gozo, la plusvalía de su literatura.
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