lunes, 31 de marzo de 2014

La realidad trastocada


Desde que leí El desorden de tu nombre (1988), hasta la publicación de sus Articuentos completos (2011), Juan José Millás (Valencia, 1946) siempre ha tenido presencia en mis lecturas. Leer a Millás es prepararte a entrar en otro mundo, en una especie de gabinete donde se psicoanaliza la palabra o se disecciona la lengua, como las entrañas en la mesa de un quirófano. Millás tiene la habilidad de pasar de cirujano a prestidigitador del lenguaje, capaz de sorprenderte con un número jamás visto, a base de juntar palabras para contar historias de la vida cotidiana, porque para el escritor levantino no hay nada más recurrente para escribir una historia que despojar a la realidad de sus vestidos corrientes, las palabras, y exhibir los otros significados que guardan.

A Juan José Millás le gusta ejercer de periodista narrativo y convertir su columna de reportero en microrrelatos de actualidad, y cuando se empeña en la ficción, su tarea de novelista transita entre un extraño reportaje y una rara novela. La conexión de estos ámbitos es lo que parece haber surgido con mayor intensidad en su última novela, La mujer loca (Seix Barral, 2014), un libro curioso y extravagante donde la realidad y la ficción alternan su corriente narrativa para jugar con el lector.

Con esta propuesta literaria, el autor valenciano entra en el terreno de la experiencia de la fabulación que tantas veces nos ocurre al yo que llevamos dentro y que no para de invertarse situaciones. Todos nos narramos en silencio, viene a decirnos Millás, y a veces como protagonistas de historias inverosímiles, pero reales como la vida misma. En La mujer loca nos encontramos a tres Millás: el autor, el personaje y el narrador. Esta trinidad literaria se conjuga para que el creador y su obra nos hable de ese espejismo que hay entre lo verdadero y falso por donde transcurre nuestra vida común. Esto es algo consustancial a su escritura y es que las novelas de Millás, si tiene algo propio e inconfundible, no es otra cosa que el desdoblamiento de sus personajes. La protagonista de La mujer loca es una pescadera de un hipermercado que estudia lengua, anda enamorada del encargado de la gran superficie (filólogo sin ejercicio) y que, también, cuida de una mujer que espera que le apliquen la eutanasia. Millás, el personaje, acude a visitar a esta enferma terminal para escribir un reportaje y allí conoce a Julia, la pescadera, que le llevará a la frontera de la ficción y transformará su proyecto periodístico en novela, hasta el punto de empujar al lector a unos inciertos coloquios filológicos que, además de divertirnos, nos conduce al terreno que Millás, el escritor, quiere llevarnos, valiéndose de la herramienta más preciada, la lengua: ...la lengua vuelve locos a los que descubren que es como manosear a la madre, por eso hay tanto loco entre poetas, tanto borracho, tanto cocainómano, tanto maldito, tanto pobre hombre. Volvió loco a Verlaine, a Rimbaud, a Poe y vuelve locos a quienes, sin escribir, revelan sus secretos... Y el loco, según creencia general, no informa, deforma (Pág. 212,213).

La vuelta de Millás a la novela con esta historia viene a situarnos en el vértice de una encrucijada donde el propio lector tendrá que decidir qué hay de verdadero y falso en el relato. Eso es lo que pretende el mismo autor de La soledad era esto (Premio Nadal, 1990), dejarnos a la deriva del lenguaje con la advertencia y el ojo avisor de que el lenguaje no está en nuestra mano, sino nosotros en la suya (pág. 186).

La mujer loca es un libro divertido y reflexivo, surrealista y transgresor, que seduce por la incertidumbre de la trama y la manera de contar la historia del secreto de sus personajes, a modo de taller de escritura, desmenuzando la frase, los sustantivos, la discutible compañía del adjetivo o la importancia de la conjugación heteróclita...

Juan José Millás trastoca la realidad del lenguaje para embaucarnos y mostrarnos los otros significados de la gramática de la vida, esa que juega con las palabras y los silencios de nuestra fútil existencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario