Las
palabras arraigan en la inteligencia y crecen con ella. Viven en los
sentimientos, forman parte del alma y duermen en la memoria. El poeta
Luis Rosales dibujó
esta idea con estos hermosos versos: “La
palabra que decimos /viene de lejos, /y no tiene definición, /tiene
argumento. /Cuando dices: 'nunca', /cuando dices: 'bueno', /estás
contando historia /sin saberlo”.
Las palabras de una lengua conforman un archivo natural donde van a
parar las experiencias y saberes de la comunidad hablante. Ese
archivo idiomático constituye un escenario por donde transcurre la
actividad lingüística, no solo del hablante, sino también del
escritor. Sin duda, quien escribe sirve de modelo a los demás
hablantes, tiene el deber de fomentar en ellos una espontaneidad más
rica y compleja, debido a la dificultad que entraña escribir con
estilo fresco y simple, alejado tanto de la afectación como de la
rudeza. En literatura, la expresión que juzgamos más natural y
apropiada, precisamente por serlo, suele resultar un trabajo ímprobo.
El
escritor, filólogo, traductor y editor Luis
Magrinyà (Palma de
Mallorca, 1960) aglutina en este ensayo todos estos temas y nos
invita a pensar en la lengua y a saber mirar detrás de las palabras.
El autor mallorquín plantea además que nadie debería olvidar
nunca, y menos el que tiene como oficio la escritura, que casi todo
puede decirse, como mínimo, de otra manera que quizá sea mejor: más
nítido, más rotundo, más irónico, menos enrevesado y mejor
ajustado al asunto y al momento, pensando en aquellos que han de
leerlo u oírlo.
Estilo rico, estilo
pobre (Debate,
2015) es un amplio compendio del uso de nuestro idioma, pero visto
desde la creación literaria, un sugerente reportaje de
inconvenientes idiomáticos, léxicos y sintácticos que conviene
tener en cuenta para prevenir usos torcidos, amanerados y rutinarios
de la prosa escrita bajo el caleidoscopio del humor, porque este
libro básicamente es una obra divertidísima. Magrinyà
recopila artículos publicados en las ediciones digitales de El
Diario y El
País, entre diciembre
de 2012 y noviembre de 2014, dividido en cuatro partes, con la idea
de encontrar el llamado estilo literario, o lo que es lo mismo, qué
hacemos con la lengua con tal de expresarnos y escribir mejor. El
libro arranca con un magnífico prólogo a cargo de José
Antonio Pascual, escritor y
vicedirector de la Real Academia Española que advierte que “a
veces lo que suele tomarse como lenguaje rico es solo fanfarria, mero
floripondio, pues el derroche no es en esto, como en casi todo, una
virtud”. Esta pretendida riqueza del estilo que se recrea en el
adorno no existiría si no fuera por contraste con el estilo pobre
que, según Magrinyà,
“nos lleva la indolencia, el automatismo, el desconocimiento de las
posibilidades de la lengua”.
Hay
un trasfondo en este ensayo de elogio de la Filología. La lengua es
un entrañable instrumento que debemos tratar de manejar cada vez
mejor a lo largo de nuestra vida. Con este propósito llegamos a
entender a los demás y entendernos mejor a nosotros mismos. Aconseja
Luis Magrinyà que
tengamos cuidado con los sinónimos que no siempre son
intercambiables y a veces traicionan, y con los verbos comodín, como
provocar
y usar,
que parecen servir para todo y son usurpadores de otros más
apropiados. Con respecto al diccionario nos advierte que su función
es definir palabras y nunca definir la realidad. Ni ese estilo rico:
pretencioso, hinchado y pedante, ni ese otro estilo pobre: simplón,
ramplón y tópico es lo que propone el autor, sino todo lo
contrario, un estilo que no se note. Lo importante –subraya– es
saber de dónde vienen las palabras que hemos aprendido, para evitar
así hablar por boca de otros.
Otro
libro de la estirpe de El dardo en la palabra
de Lázaro Carreter,
pero con mejor atención a todo tipo de autores y contextos por donde
campean deslices de escritores, además de los propios del autor
balear, hasta ejemplos incluidos de literatos afamados, como Vargas
Llosa o Muñoz
Molina. En este laboratorio
riguroso de experiencias prosaicas, nadie sale indemne.
Estilo rico, estilo
pobre es una
guía de gran utilidad, un ensayo ameno, reflexivo y divertido que
muestra imprescindibles consignas del buen estilo literario, y que
deberíamos consultar de aquí en adelante: lectores, escritores,
traductores y editores.
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