Eduardo Martínez de
Pisón (Valladolid, 1937) ha
centrado sus trabajos de investigación en los paisajes naturales, la
geomorfología de cordilleras, el pensamiento geográfico y la
geografía medioambiental. Como escritor y geógrafo en sus libros
destaca un empeño de divulgación de la naturaleza, acompañado de
viajes a través de la experiencia y de la literatura, como así se
revela en Imagen del paisaje
(2012), La Tierra de Jules Verne
(2014) y La montaña y el arte
(2017), esta última, una obra ambiciosa y gruesa en la que el autor
resalta el valor estético y cultural de la montaña en su amplitud
artística por medio de la fascinación y el asombro de escritores,
músicos y pintores absorbidos por la belleza y dimensión
interpretativa que otorga su contemplación y grandeza a ras de
cielo.
Ahora,
en su nuevo libro, Viajes al centro de la Tierra
(Fórcola, 2018), desde la propia mirada geográfica e
interpretativa, aborda el mundo subterráneo para llevarnos a una
expedición literaria de la mano de grandes escritores absortos ante
el misterio desconocido que se oculta en las entrañas de la Tierra,
como ya anteriormente lo hicieran Homero,
Virgilio, Verne
o George Sand, y nos
invita a adentrarnos en una fantástica exploración, por medio de la
literatura, al interior de sus mitos y leyendas.
Esta
obra no es más que otro empeño del autor en poner la mirada
escrutadora sobre la Naturaleza, pero en esta ocasión hacia ese
punto geográfico que traspasa la corteza por la que solemos pisar la
tierra, focalizándola desde el misterio físico que aglutina, desde
su lado más oscuro y enigmático, así como desde el secreto de sus
grutas y laberintos por donde antes ya corrieron ríos de tinta.
Dividida en tres secciones, cada una de ellas conforma un trayecto
literario por el que Martínez de Pisón
traza su viaje en el tiempo por los huecos de la Tierra, simas,
cuevas y cráteres en la primera parte; en la siguiente habla de
Eneas
y otros héroes literarios por el inframundo hasta llegar a las
teorías científicas del profesor de minerología Lidenbrock,
protagonista de la novela de Viaje al centro de
la tierra,
de Jules Verne;
en la tercera y última parte, el libro se extiende por el
viaje a una geoda de amatista del maléfico Nasias,
personaje de la novela Laura,
de la escritora George Sand,
que llevará a nuestro autor a desvelarnos la magia de los cristales.
En su conjunto, el libro es un viaje por la cartografía de la
literatura que canaliza una geografía interior de la tierra para
reconocer y apreciar la realidad que, después, la espeleología se
ocupará de constatarla.
Sin
tener que salir de casa, Martínez de Pisón
nos guía, con pasos sabios y pálpitos librescos, a través de un
fascinante descenso al interior de la Tierra, tal vez, como viene a
decirnos al final del libro, por el lado del Teide hasta salir por el
Campo de Calatrava o por un volcán de Olot, pero insiste que la
aventura por estos lares, envueltos de magma y misterios, que se
asientan en sus entrañas a través de sus laberintos profundos y las
palabras del tiempo, y que por sí mismos nos hablan de lo
inquietante y lo desconocido que ahí, más abajo, se sacude a
nuestro paso.
Viajes al centro de
la Tierra
es, en esencia, una
aventura literaria y geográfica en la que se asocian el conocimiento
y la fantasía, y se glosan las andanzas más insólitas de
gente distinguida por el entusiasmo e inquieta por el saber, el
atrevimiento de la inventiva, la proeza, gente de estirpe contagiosa,
como Virgilio, Dante,
Poe, Lovecraft
o Humboldt, capaces
de ensanchar nuestra realidad y hacer verosímil la fantasía que nos
asalta y nos estimula para que emprendamos la aventura de acometer
ese viaje imposible a la arcadia subterránea con todo ese sentido
alegórico que ya lleva dentro.
No
hay lecturas sin un para qué, sin un objetivo que puede abarcar
desde la mera evasión al más concreto afán de conocimiento. Los
libros de Eduardo Martínez de Pisón
conjugan ese periplo que va desde el más puro impulso aventurero
hasta surcar las aguas del conocimiento, con sus saberes y
experiencias, donde no faltan emoción, curiosidad y leyendas,
siempre bajo el sostén de muchos libros leídos, que infieren ideas
y asociaciones en el sentido de buscar respuestas o, simplemente, de
explorar y rastrear los pasos que otros dieron o dejaron escrito en
pos de aproximarnos a sus azarosas vidas e inventivas. El autor, lo
dice al principio y lo proclama al final, en su estupendo colofón:
“Los viajes fantásticos en general y en particular los que se
internan en la profundidad de la Tierra son casi siempre como
parábolas que su lector debe desentrañar”.
Este
es un ensayo en el que el tiempo y la palabra sirven de umbral a su
autor para emerger las vibraciones y, también, las verdades
encerradas en ese inframundo por donde fluyen las adherencias
subterráneas más combativas del hombre provenientes de la
mitología, de la tradición y de sus creencias.
Leer
a Martínez de Pisón
es siempre un ejercicio de alumbramiento y celebración, una
oportunidad de sopesar la importancia de la geografía del mundo y
complacernos con su magisterio erudito y juicioso, algo que los
lectores atentos recibimos con gusto y regocijo.
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