Este
conocido dicho mejicano sirvió para que Jorge Ibargüengoitia
(Guanajauto, México, 1928- Madrid, 1983) publicara allá en 1967 su
colección de relatos: La Ley de Herodes y otros cuentos. Leí
hace bastante tiempo del escritor centroamericano Dos crímenes
y lo celebré como el que asiste por primera vez al teatro y queda
perplejo por el escenario y por el papel de sus actores. Fue todo un
goce y uno de mis inolvidables hallazgos literarios. Recuerdo haberlo
comentado con mi amigo Antonio R., profesor comprometido y
escritor entusiasta, seguramente en algunas de las tediosas
comisiones de gobierno que por aquel entonces celebrábamos como
concejales.
Acabo
de leer, con los mismos síntomas de entonces, La ley de Herodes y
otros cuentos, publicado hace unos meses por la editorial RBA,
una joya literaria donde Ibargüengoitia nuevamente nos
sorprende con una serie de ingeniosas historias inspiradas en la vida cotidiana de unos personajes donde un
narrador protagonista nos cuenta los hechos como algo continuo o tal como sucedieron,
como lo haría un cronista de época. Todas sus páginas respiran humor
negro, bajo una mirada irónica, muy propia de este extraordinario
escritor mejicano, donde se traslucen vetas autobiográficas.
Jorge Ibargüengoitia |
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