jueves, 5 de mayo de 2022

Realidad y delirio


Que la vida es una trampa, nos dice Milán Kundera, lo hemos sabido de siempre: nacemos sin haberlo pedido, encerrados en un cuerpo que no hemos elegido y destinados a morir. En compensación a esta realidad inexorable señalada por el escritor checo, el espacio del mundo nos ofrece una permanente posibilidad de evasión, de explorar la vida desde la propia inexperiencia. Se nace una sola vez, nunca se podrá empezar otra vida con las experiencias de una vida precedente. Se sale de la infancia sin saber en qué consiste la juventud, nos casamos sin saber qué es estar casado, e incluso cuando entramos en la vejez, no sabemos adónde vamos.

La escritora, crítica literaria y traductora Cristina Sánchez-Andrade, autora que ya hizo gala con anterioridad de sus excelentes dotes inventivas en novelas como Las inviernas (2014) o Alguien bajo los párpados (2017), sondea en su nuevo libro ese realismo común a todos transido de apegos, inexperiencias, anhelos y delirios, dando rienda suelta a una historia que busca dejar ver una existencia personal y colectiva por la que transcurre el enigma de un linaje de mujeres de una pequeña comunidad pesquera en un pueblo de Galicia. Por este escenario transita La nostalgia de la Mujer Anfibio (Anagrama, 2022), un relato palpitante que aglutina el realismo y lo fantástico de unas vidas atravesadas por los celos, los deseos y autoengaños, pero, sobre todo, diríamos que acapara unas vidas inmersas en un ambiente quebrado de secretos y culpas.

La narración, que arranca casi por el final, cruza un buen trecho del siglo XX por medio de tres generaciones de mujeres, primero en la isla de Sálvora y luego en la aldea de Oguiño, donde subsisten supersticiones y extrañezas. La autora descorre el telón narrativo de la historia con una escena impactante en la que Cristal, una niña de trece años, consigue desbaratar el intento de asesinato de su abuela Lucha Amorodio por su abuelo Manuel, una tentativa urdida en un corazón perturbado por tantos silencios y ocultaciones, un corazón desmadejado de amor y de verdad, arruinado por secretos inconfesados. El origen del resentimiento se remonta al naufragio del vapor Santa Isabel en la bocana de Arousa en 1921 –una de las mayores tragedias que se conoce en la historia marítima de Galicia, con más de doscientos muertos–, tan solo unas horas antes de que Manuel y Lucha celebraran su boda. Las circunstancias del rescate de los supervivientes y una cierta nebulosa sobre otros sucesos acaecidos enlazan el desarrollo de la novela.

Sánchez-Andrade dispone que Lucha, la Mujer Anfibia, como así se le conoce en el lugar tras convertirse en una de las heroínas que se arrojaron al agua en tareas de salvamento, se convierta en el personaje principal que teje toda la historia. Su matrimonio es un fracaso desde el primer día y el nacimiento de su hija Purísima de la Concepción, un ser apocado y solitario, no la librará de ese sofoco que la invade inflado de melancolía y deseos. «La vida, la única que tuve, se me fue pensando en otras mejores», piensa y lamenta al tiempo que sigue en su quehacer diario de vendedora de pescado.

Otra figura, en esta ocasión extravagante, que irrumpe en la novela con aire nuevo es la del hippy Ziggy Stardust, un personaje pintoresco que afirma que puede recuperar los recuerdos borrosos de los vecinos de Oguiño gracias a la música de su tocadiscos, una atracción en el pueblo que poco a poco irá alcanzando el interés de más vecinos y al que también acudirán Lucha y Cristal. “Hay vida que no vivimos. Y la vida no vivida es una enfermedad”, se apura en decirle la abuela a la nieta tras el impacto recibido de estas palabras dichas por el hippy: “Vivimos de forma paralela dos vidas. Una es la que tenemos aquí, al alcance de la mano; la otra es la que pudo haber sido y, como no fue, pervive en forma de sueños, imágenes o incluso recuerdos”.

Lucha es una mujer valiente, que embauca, precisamente, porque vive en permanente estado de vigilia entre esos dos sentimientos antagónicos como son el amor y el odio que no escapa a la vida de cualquiera, pero que, en ella, se convierte en un afán de liberación y esperanza. Ella se alimenta de una melancolía persistente, convertida casi en su razón de ser. Vivir en el recuerdo o, en el caso de Lucha, en un momento crucial de su vida la ha marcado para el resto de sus días. Mantiene la esperanza de revivir aquel instante: el recuerdo del náufrago inglés que salvó de las aguas. No llega a reencontrarse con él porque se teme que todo el encantamiento de ese prolongado anhelo se desvanecería. A cambio, a través del recuerdo, logra mantener vívido su pasado y olvidarse de lo que la incomoda de la realidad de su existencia.


Termina uno engatusado con la escritura de Cristina Sánchez-Andrade, poseído por ese hechizo desaforado que agarra su lectura hasta una prometedora estancia por el imaginario de su literatura, gracias al lenguaje sutil y envolvente de su prosa, y también, gracias a la verdad literaria que sustentan la esencia de sus personajes, con sus pasiones y desacatos.

La nostalgia de la Mujer Anfibio es una fascinante novela, una historia gallega de superchería y meigas, condensada en un relato prodigioso en el que la memoria y las mentiras se confabulan hasta el final, mediante el soplo mágico de sus vínculos, una historia que lleva al lector en volandas, cómplice y cautivo de la misma.


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