Uno tiene la sensación cuando lee al poeta, aforista y pensador Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) de que nos encontramos bajo el umbral de un clásico, de un escritor de antaño, experimentado en esa idea de explicar la esencia del mundo y su razón de ser, de alguien obligado a abastecer con argumentos la curiosidad del lector y empujarlo a dilucidar con la palabra y el pensamiento el cuerpo y el alma de las cosas, su pertenencia al mundo, al abrigo de la madre naturaleza. En su nuevo libro, Sobre la Naturaleza (El Bardo, 2023) percibimos un claro propósito a ese fin, y, también, un guiño de reconocimiento y admiración hacia el poeta y filósofo romano Lucrecio.
El libro, a su vez, constituye su séptima aportación a su obra en marcha Fábula, un proyecto literario en torno a la palabra y la vida que ambiciona alcanzar diez entregas bajo un conjuro deliberado de prosa poética, pensamiento y aforismos, por el camino de la meditación y el asombro. Y en esa senda emprendida de persistencia y vislumbres siempre hay un lugar para que concurran a la cita ecos de escritores, poetas y pensadores que importan al autor, como Platón, Parménides, Heráclito, Nicanor Parra y Cervantes, como exponentes de la contemplación, el entendimiento y la sabiduría: “Encontrarme con Dante, con Virgilio, con Rilke, con Leopardi. No son muchos. Son los necesarios. Las conciencias”.
Y es ahí, en ese conjuro literario, donde destacan las confluencias de esta nueva entrega. El poeta, mientras escribe a intervalos sobre el mundo y la vida, sobre la naturaleza de las cosas y la razón de la palabra, deja ver que, en la mirada y en la lectura atenta de los libros y la realidad del mundo, se encuentran las mejores referencias. El libro examina la riqueza poética que emerge de la propia naturaleza: “Aprendiendo a leer y aprendiendo a vivir. Solo se vive atendiendo, leyendo la naturaleza”. Para el poeta “Nada hay fuera de la naturaleza”, porque es ahí, en la ventana del mundo donde todo converge para él, donde todo se refleja: “En la naturaleza se concentra la vida, permanece la esencia, se conjugan los verbos”.
El libro despliega 86 piezas, cada una de ellas nominada con un título, por donde transcurren reflexiones, sentencias y reflejos de la realidad que importa, la que explora la cercanía y lo indecible de lo que nos rodea: “Eso es Fábula –subraya–. Un diálogo con las ideas”. Con ellas sacude al lector con razones y palabras que andan a ras de lo cotidiano del vivir, para incitarnos a la reflexión, a la lectura de todo lo que se insinúa a nuestro paso: “Yo creo en el lenguaje de los pájaros, en el de las flores, en el de las nubes”. Pero también, si es preciso, añadiendo algunas líneas más cuando se trata de exaltar la soledad y el silencio.
Lo que hay aquí son destellos filosóficos y sentido moral al son de la palabra y de la vida. Sobre la Naturaleza no es más que eso, una lectura de la vida desde la mirada y el entendimiento, bajo la idea de ampliar nuestra experiencia y “seguir perdiendo la inocencia”, como hace la poesía con la verdad.
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