Diría que Las damiselas y el escritor (Tusquets, 2025), la nueva novela de María Bengoa (Bilbao, 1959), se ajusta bien a lo expresado anteriormente por el gran Vila-Matas, un libro arrollador y potente que recrea la vida del escritor Ramiro Pinilla y habla de sus amigas. Bengoa ha sido capaz de encontrar el tono apropiado para escribir un relato emocionante y próximo, capaz de conmovernos por su honestidad y belleza, en el que la memoria, el amor y el duelo coexisten con aire reposado e inteligente, mostrado con una prosa aquilatada en la que el lenguaje se mimetiza asombrosamente con el personaje. Confiesa la autora al final del libro que “la estructura del mismo ha sido difícil, como un rompecabezas hasta el final”. Subraya, además, que eso mismo favorece el que se pueda llevar a cabo una lectura a capas o siguiendo dos vías: la de las entrevistas y la de los diarios.
Entrando ya en sus entresijos, Las damiselas y el escritor tiene mucho de semblanza y homenaje, en su propósito, en torno a la figura literaria de Ramiro Pinilla. Lo hace a través de las voces de las mujeres que lo conocieron y de los diarios de la propia autora, viuda del escritor. Es ella la impulsora de la trama del libro desde el arranque del mismo, al encargar a un joven periodista que lleve a cabo la tarea de entrevistar a las mujeres que pasaron por la vida del escritor. Por medio de estas entrevistas se reconstruyen episodios de la trayectoria vital y literaria de Pinilla, así como de los afectos, de las lealtades y de los malentendidos que generó su personalidad enérgica y carismática. Cada damisela que por aquí aparece aporta su testimonio y, en todos ellos, lo que más se destaca es su figura idealista y discreta. Rehuía de la vida social, pero, sin embargo, era afable en el trato: “Mostraba interés por todas las personas. Tenía una visión singular de las relaciones humanas”, destaca una de ellas.
La novela va conformando en su devenir un mosaico de semblanzas sobre el autor de la trilogía Verdes valles, colinas rojas convertidas en una biografía coral en la que encontramos fragmentos de su memoria, detalles de su manera de entender la vida y de su compromiso literario que van revelando el retrato del escritor, visto por diferentes mujeres, eso sí, de manera parcial e inacabada. Esa misma polifonía revierte en el trabajo del propio periodista, convertido también en personaje y obligado a discernir, a contrastar y a poner en orden las diferentes versiones íntimas que le van llegando tras cada entrevista, algunas contradictorias, otras paradójicas, pero, mayormente, esclarecedoras.
El retrato del biógrafo queda ultimado tras la entrega de los diarios escritos por la viuda que ponen su contrapunto a los relatos anteriores. Y todos ellos, entrevistas y diarios, desvelan y dan a entender que el escritor era un hombre de significados, inconformista y auténtico, un idealista “que sentía debilidad por las causas perdidas”. María Bengoa logra que su novela se encamine a un ejercicio de perspectivas múltiples para conducir al lector a un continuo encantamiento entre lo vivido y evocado, la amistad y los afectos, lo testimonial y lo fabulado en torno al escritor, convirtiendo su relato en una jugosa y emotiva andanza por la memoria de un hombre al que amó, desde el duelo y la pérdida. Su eco conforma el espejo de las palabras de este libro en el que, también, hay suspiros que humanizan a quien los da, y realzan el recuerdo y el valor de su figura.

















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